Existe una regla en cosas de alianza o de compromisos que, esencialmente, terminan por ser temporales y no de por vida. Es el siguiente: se pacta con el Diablo contra Dios, si éste pretende despojarnos de nuestro derecho inalienable a la autodeterminación de nuestro destino; pero, igualmente, se pacta con Dios contra el Diablo, si es éste quien quiere hacer de nuestros derechos una bazofia para expoliarnos y oprimirnos. Eso puede sonar mal a los oídos de un religioso o de un pacifista, pero la política es una cosa de la lucha por el poder para dirigir la sociedad mientras lo sea necesario. Sólo el socialismo avanzado creará las condiciones indispensables para terminar con los servicios del Estado y todos sus aditamentos fundamentales de dominación de clases, porque éstas, entre otros hechos, desaparecerán como las siembras a orillas de un río desbordado.
No somos nadie para criticar las relaciones diplomáticas entre el Estado venezolano y el Estado colombiano teniendo ambos visiones distintas de mundo y hasta de gobierno. Mientras el camarada Chávez habla de la necesidad de superar el capitalismo construyendo el socialismo para poder acabar con los grandes males que llenan de miseria y de dolor a los pueblos, Santos defiende a capa y espada, con guerra muy cruenta los fundamentos del capitalismo, a favor de los oligarcas y los imperialistas, para que nunca haya socialismo en Colombia. Sin embargo, mantienen relaciones diplomáticos que algunos políticos venezolanos creen serán siempre respetadas por el Presidente de Colombia, creyendo que es sincero con el Presidente Chávez. El Partido Comunista de Venezuela, fuerte aliado del proceso revolucionario que lidera el camarada Chávez, ha solicitado que se le ponga fin a los acuerdos con el Estado colombiano. Respetando el derecho que tiene el Gobierno venezolano y, especialmente, el camarada Chávez como jefe del mismo y de la diplomacia venezolana, debería escucharse las opiniones del Partido Comunista aun cuando decidan o tomarlas en consideración para continuar con los acuerdos diplomáticos.
Lo que sí se debería tomar en consideración son las últimas declaraciones del Presidente Santos, porque nos indican todo cuánto es capaz de hacer para privilegiar el crimen de sus fuerzas armadas, violando todos los tratados internacionales o derechos humanos concebidos en el mundo para ser respetados por todos los Estados sin distinción de ningún género.
Leamos y entendamos lo siguiente y que a nadie se le paren los pelos de punta, porque no se necesitan anteojos para ver, por simple percepción, una verdad irrefutable: la Corte de Sucumbíos del Ecuador llamó a juicio a los generales Oscar Naranjo (director de la Policía Nacional de Colombia), Freddy Padilla (excomandante de las Fuerzas Militares), Mario Montoya (excomandante del Ejército y jefe, por el Estado, del triste Plan Colombia), Jorge Ballesteros (excomandante de la Fuerza Aérea), Guillermo Barrera (excomandante dela Armada) y el coronel Camilo Alvarez (jefe de inteligencia de la Policía) por su participación en la violación militar del territorio ecuatoriano, donde fueron asesinados el comandante Raúl Reyes y más de veinte guerrilleros colombianos sin ni siquiera informar al Estado ecuatoriano de la operación.
¿Saben cuál fue la respuesta del Presidente Santos, quien se hace llamar un verdadero demócrata y respetuoso de las soberanías de sus vecinos y de los derechos humanos delos colombianos?
Pues, leámoslo: “Personalmente lo que puedo decir es que yo fui quien autorizó esa operación con el Presidente Uribe. O sea, que si hay algún responsable soy yo”. En términos criollos: el crimen cometido por los militares ecuatorianos y el gobierno de Uribe en Ecuador, quedará completamente impune. El crimen, no paga cuando son cometidos por el Estado colombiano en otros países.
Pero además, con burla satírica e irrespeto cínico hacia los ecuatorianos y ecuatorianas, hacia el Estado ecuatoriano, hacia la justicia ecuatoriana y hacia el mundo entero, agregó lo siguiente: que le “daba coraje…” la decisión de una Corte de Sucumbíos de llamar a juicio a militares colombianos, porque “Todos los oficiales, los suboficiales, los soldados de tierra, mar y aire, y los policías que participaron en la operación lo que merecen es el aplauso, el apoyo y la admiración no solamente del pueblo colombiano sino del mundo entero”. A Santos le sabe a m…, perdón, a nada las opiniones de las autoridades del Estado ecuatoriano y, especialmente, del Presidente Rafael Correa en defensa de su territorio o de soberanía.
Pero Santos, en su burla demoníaca y su cinismo grotesco, no se detuvo y siguió diciendo: que la operación “Fénix” en 2008 en territorio ecuatoriano, bajo su mando, fue “… un golpe certero contra el terrorismo y por eso el mundo entero debe estar, como lo está, agradecido con nuestros soldados y policías”. En otros términos: significa que el Presidente Rafael Correa y los presidentes de otras naciones que rompieron relaciones con el Estado colombiano por la realización de esa operación que violó, con descaro y con violencia, el territorio ecuatoriano, los pueblos ecuatoriano, venezolano y nicaragüense, entre tantos, se sienten agradecidos no sólo por la violación del territorio ecuatoriano por el Estado colombiano sino también de sus crímenes. Sólo un fervoroso amante de la guerra y enemigo dela paz como Santos puede hablar de la misma manera en que lo hacen los mandatarios de las naciones imperialistas cuando se disponen hacer sus guerras de expansionismo político, reparto geográfico y saqueo económico.
Y Santos eleva su cinismo a nivel de lo insoportable, burlesco y el irrespeto, cuando, a través de su cancillería, informó, sobre la decisión de la Corte de Sucumbíos, lo siguiente: “… que autoridades extranjeras no tienen competencia para procesar a quienes realizaron una operación legítima”. ¡Qué monstruosidad de política diplomática! Ley del embudo: lo ancho para el Estado colombiano y lo angosto para el Estado ecuatoriano. En otros términos: el Estado colombiano sí tiene competencia de violar territorios de otras naciones, cometer genocidios fuera de su dominio geográfico por ser legítimo, pero los otros Estados carecen de esa competencia porque sus acciones serían ilegítimas. Más claro no canta un gallo de la derecha recalcitrantemente reaccionario, como el del Palacio de Nariño.
Sólo preguntamos y nadie tiene el deber de respondernos: ¿Se puede confiar en que el Presidente Santos sea siempre respetuoso de los acuerdos diplomáticos que firme con mandatarios de otros Estados? Esperemos a conocer qué responde el Presidente Rafael Correa, porque éste sí tiene obligación de hacerlo y, especialmente, debido a que ha reanudado relaciones con el Estado colombiano confiado en que con Santos las mismas mejorarían y no empeorarían como sucedió con el expresidente Uribe. Lo cierto es que el alumno (Santos) ya ha superado con creces a su maestro (Uribe) en materia política de guerra, de burla, de cinismo y de perversión. Al Presidente Santos le encanta que otros gobernantes deporten en el acto a insurgentes capturados fuera del territorio colombiano pero se hace el desentendido cuando tiene que deportar a otro Estado un narcotraficante capturado en territorio colombiano porque, primero, debe hacerlo interrogar por los organismos se seguridad o policiales de Estados Unidos y es el gobierno de éste quien le dicta la pauta final. Santos se abroga el derecho de pensar y de hablar por el mudo entero como si fuera un santo de devoción, al mismo tiempo y con la misma intensidad y pasión, de nazistas y socialdemócratas, de cristianos y falangistas, de fascistas y bonapartistas, de islámicos y judíos, de filántropos y comunistas, de pacifistas y chauvinistas, de guerreristas y reformistas, en fin: de todos los creyentes en religiones y de todos los ateos. Es todo. Bueno, la mayoría de los votantes colombianos y colombianas lo eligieron y por eso tienen el gobierno que se merecen y apoyan como los venezolanos tenemos el nuestro que apoyamos y los ecuatorianos el suyo que apoyan.