Aunque el anticlericalismo es tan antiguo como las propias religiones, el movimiento anticlerical con sus estimulantes movilizaciones y propuestas surgió en el último tercio del siglo XIX. |
El movimiento anticlerical español del último tercio del XIX hasta 1931 tuvo a José Nakens con su periódico El Motín como uno de sus máximos exponentes. Sus textos nunca han sido reeditados hasta hoy que se publica Puntos negros y otros artículos.
En este agosto vaticanista (de visita papal por
los madriles, de jornadas mundiales de juventudes, de invasión de
ultracuerpos en colegios públicos, parques, plazas y la emblemática
Puerta del Sol del 15M, y de fastos que ascienden a unos 50 millones de
euros), resulta refrescante activar la memoria histórica y evocar
nuestra potente tradición anticlerical y librepensadora de raíces
populares. Aunque el anticlericalismo es tan antiguo como las propias
religiones, el movimiento anticlerical como movimiento social plural
–donde confluían desde los cristianos puros críticos con la opulencia de
la Iglesia frente al hambre y la pobreza del pueblo hasta los sectores
más antagónicos y ateos– con sus estimulantes movilizaciones y
propuestas surgió en países como Francia, Italia, Bélgica o España en el
último tercio del siglo XIX. Dos momentos clave para comprender la
magnitud que tomó este gran movimiento revolucionario en la etapa
decimonónica fueron la Comuna de París y, aunque más desconocido pero no
menos creativo, el periodo que se inicia con la Revolución española de
1868, prolongándose hasta la II República. En Francia, entre marzo y
mayo de 1871, el activismo communard separaba la Iglesia del Estado,
requisando todas las propiedades eclesiásticas para convertirlas en
propiedad pública. Excluía la religión de los colegios, creando también
escuelas profesionales y orfanatos laicos. En algunos casos, se permitió
a las iglesias seguir con su actividad religiosa por las mañanas sólo
si mantenían sus puertas abiertas por la tarde para que el pueblo
comunero pudiera realizar allí sus asambleas. A partir de la Comuna de
París diversos grupos fundan la primera Liga Anticlerical que se
expresará con su periódico, L´Anti-Clérical, fundado en 1879 en
Montmartre, el barrio de las barricadas. En el Estado español, con la
Revolución de 1868 (La Gloriosa) y la efímera Primera República, el
librepensamiento organizado, fuertemente perseguido, se desarrolla.
Proliferan ligas, federaciones, círculos, sociedades de este movimiento
heterogéneo con un denominador común: su enfrentamiento con la Iglesia
católica. Se oponían a la ingerencia eclesiástica en la soberanía del
Estado, argumentando también que el poder clerical intimidaba a las
conciencias y dirigía todos los aspectos de la vida privada, no sólo de
los fieles, sino de toda la población. Otro acertado argumento de actual
vigencia era que el clericalismo enarbola invariablemente banderas
políticas de poder y privilegios, siendo sobre todo un partido político.
“Es el partido reaccionario que quiere la autoridad incontrolada, el
servilismo del pueblo”. El clericalismo atacaba a los partidarios del
progreso y los cambios sociales. “El catolicismo es la Monarquía, el
protestantismo es la República burguesa. El espiritualismo más leve
tiene por resultado el adormecer las energías revolucionarias”. Los
dogmas católicos y el proceder inquisitorial del clero son un obstáculo
para la libertad individual y colectiva, para la emisión de pensamientos
críticos. Teobaldo Nieva, un conocido periodista malagueño de la
Primera Internacional española, decía: “Nada de tolerancia con la
Iglesia. La religión católica sólo profesa doctrinas incompatibles con
la paz y la dicha del género humano. Las únicas manifestaciones
permitidas en España son las de escapularios y cirios”. Así, entre
demandas de casamientos civiles, entierros y cementerios civiles, y
otras prácticas laicas, florece la prensa radical, republicano federal y
anarquista. Destacan la de temática anticlerical, con artículos
incisivos y concretos sobre las perversiones y los vicios de curas y
monjas, sus delitos de violaciones y abusos sexuales frente a la
artificiosidad del celibato, las manifestaciones multitudinarias
exigiendo la abolición de las órdenes religiosas y la propia religión.
¡Abajo el clericalismo! fue uno de los eslóganes más reiterativos
durante décadas junto con el de ¡Abajo los Borbones!, el trono y el
altar unidos. Frente al adoctrinamiento religioso ultramontano se oponía
el pensamiento racionalista, científico y librepensador, las posiciones
agnósticas y ateas, y la creación de escuelas laicas y racionalistas.
Unos de los periódicos más longevos y batalladores en favor de la
libertad de pensamiento y de conciencia fue El Motín. El periódico
satírico madrileño salió a la calle semanalmente durante 43 años: del 10
de abril de 1881, fecha de salida del primer número hasta su cierre, el
27 de diciembre de1924. Los textos de El Motín iban dirigidos a los
esclavos libres. Su humor gráfico era magistral. Su director, el
escritor y periodista José Nakens y Pérez (Sevilla, 21 de diciembre de
1841 - Madrid, 12 de noviembre de 1926), considerado uno de los máximos
exponentes del anticlericalismo revolucionario, sufrió un centenar de
procesos judiciales y otro, de excomuniones, dando la cara siempre. Las
crónicas que publicó desde la Cárcel Modelo de Madrid, sacándolas a
escondidas, causaron un impacto mediático demoledor. El País, entonces
periódico republicano, del 9 de septiembre de 1907 fue denunciado por el
Ministerio fiscal a causa de sus artículos. Millán Astray hizo retirar
todos los números de la venta. Nakens, conocido casual de Angiolillo,
figuró como uno de los implicados en el asesinato de Cánovas. Más
adelante, encubrió a Mateo Morral, después de cometido el atentado de la
calle Mayor contra Alfonso XIII. Se le acusó igualmente de cómplice del
desesperado anarquista; juzgado con pruebas falsas, ingresó en prisión a
perpetuidad en junio de 1906. A los dos años fue indultado por las
protestas internacionales. El pedagogo Francisco Ferrer y Guardia,
detenido con él, corrió peor suerte, siendo ejecutado. José Nakens fue
una figura admirada en su época. Impulsor de la Primera República
española e indiscutible precursor de la Segunda República, es hoy un
absoluto olvidado. Sus textos brillantes y socarrones no se han
reeditado nunca en siglo y medio, a excepción de una de sus obras
punteras. La Linterna Sorda ha lanzado recientemente: Puntos Negros y
otros artículos. El libro está arropado por una apertura actual de otro
periodista irreductible, Alfredo Grimaldos. Las portadas de El Motín y
otras ilustraciones incorporan al libro una documentación gráfica muy
valiosa por ser inédita.
Extraemos un par de textos del libro. Su vigencia es indiscutible.
Los conservadores
Gomosos, por beatas mantenidos;
jesuitas, por necios admirados;
necios, por jesuitas engendrados;
caballeros de alcoba, bien corridos;
eminentes autores, bien silbados;
protectores de todos los malvados;
desertores de todos los partidos.
Esos que van del templo a la ruleta,
azuzando al esbirro infanticida,
contra todo lo noble, grande y bueno,
trajeron la ganzúa en la chaqueta;
vagan sin honra con la frente erguida,
y son conservadores... de lo ajeno.
(Publicado en El Motín, en 1884).
Cubierta de andrajos y casi descalza, la niña entró en la iglesia a resguardarse del frío.
Celebrábase una novena que un devoto costeaba a la Virgen por haber atendido a la súplica que le dirigió para que helase fuertemente, pues de otro modo no podría patinar, y el templo estaba como un ascua de oro.
Embobóse la niña con la imagen de la Madre de Dios, que ostentaba un manto de riquísimo terciopelo cuajado de brillantes, y, recordando consejos maternales, cayó de rodillas, cruzó las manos y pidióle un traje de abrigo.
Fijóse en ella una elegante señora que, acompañada de su esposo, llegaba henchida de fe a rogar por el pronto regreso de su amante, y ordenó indignada a un monaguillo que la arrojase del templo, no sólo por el asco que producía, sino para evitar que robase algo.
Cumplió el acólito con celo sin igual el mandato piadoso, y la niña fue arrojada a la calle cuando empezaba a oscurecer.
Refugióse llorando en el quicio de una puerta, y al cabo de una hora acertó a pasar a su lado una señora gruesa, que se fijó en ella, y, al ver que era guapa, se la llevó a su casa, pensando en un caballero con quien había hablado aquella mañana.
Y al verse al día siguiente con un traje nuevo, bien calzada y perfumada, la niña cayó nuevamente de rodillas y cruzó las manos para dar gracias a la Virgen por la eficacia con que la había atendido; postura en que la sorprendió un caballero que entró en su gabinete, adornado con imágenes de María Santísima y de su esposo; caballero que cerró la puerta y la sentó sobre sus rodillas. Y al fijarse la niña en él, reconoció al católico esposo de la católica señora que había mandado la tarde anterior arrojarla del templo católico, donde no hay pobres ni ricos, sino hermanos en el Señor.