Allá por los gloriosos años sesenta,
de nosotros y de los Beatles, al asistir a nuestros primeros congresos
como dirigente estudiantil de un Instituto Comercial, comenzamos a familiarizarnos
con una propuesta que estaba construyendo un nuevo programa de educación
para la enseñanza media de Chile, y que se enriquecía en cada Congreso,
fuera este de los comerciales (contador@s, secretari@s ejecutivos y
agentes vendedores viajantes), de las Escuelas Normales (profesor@s),
de los Liceos, de las Escuelas Técnico Industriales (mecánicos, carpinteros,
maestros de obra), o de las Escuelas Técnicas Femeninas, que preparaban
a nuestras modistas.
En esencia, se hablaba o se le reconocía
como el proyecto educacional que “unía la educación al trabajo”
y se hacía referencia a que ese proyecto era promocionado, apoyado
por la UNESCO, así que cuántas veces, hablando sobre él, como nobeles
líderes del estudiantado secundario de Chile, nos llenamos la boca,
orgullosos de tanta sabiduría, hablando de las bondades de la propuesta
y de su armonía con las intenciones de la UNESCO.
Fuera de estertores y pantalleos,
lo cierto es que de manera muy transparente y con total participación,
en los congresos de la enseñanza media se fue puliendo, construyendo
un programa educacional nacido de sus propios usuarios, y donde todas
las tendencias ideológicas colaboraban y lo reconocían como suyo,
sin sectarismos de ninguna clase, porque era el proyecto de los radicales,
de los democristianos, de los comunistas, de los socialistas, y hasta
el naciente Mir, es decir, las fuerzas políticas representadas en esos
congresos, ya que nunca vi a la derecha, conservadores y liberales,
los partidos de por ese entonces.
A poco andar, las organizaciones universitarias,
con la gloriosa FECH a la cabeza (la FCU de la Universidad de Chile,
la universidad que fundara don Andrés Bello), así como las organizaciones
de profesores y de padres y representantes, fueron asumiendo como suyo
también ese proyecto, y a su manera fueron también haciendo sus aportes,
y todos felices al ver cómo crecía y se consolidaba esa propuesta
nacida de la base mesma y de manera ejemplarmente unitaria: nos podíamos
caer a piñas a la hora de elegir la directiva, pero por el proyecto
educacional, nunca.
Con el triunfo de la Unidad Popular y
su candidato el médico Salvador Allende Gossens, el 4 de Septiembre
de 1970, se entendía que este proyecto educacional iba a tener el mejor
aliado, ya que el gobierno del Compañero Presidente avanzaba en pleno
entendimiento y armonía con el movimiento estudiantil chileno, es más,
unos meses antes de la elección presidencial, desplazar a la democracia
cristiana de la FECH con el triunfo de la izquierda unida con el comunista
Alejandro Rojas, se ha entendido siempre como un antecedente del posterior
triunfo, también unitario, del presidente Salvador Allende.
Pero los enfrentamientos de una polarización
fraticida que comenzó a nacer después de que Allende asumiera el gobierno,
azuzada por los Estados Juntos de Norteamérica, por supuesto, nos hizo
postergar consciente o inconscientemente el cambio educacional, porque,
al contrario de ayer, ahora había tiempo para caernos a piedras y patadas
en las calles, con la juventud democristiana, pero no para encauzar
y retomar el proyecto educacional sabia y unitariamente fraguado en
tantos años de lucha.
Hasta que un día, tres, cuatro o cinco tecnócratas nuestros, de la Unidad Popular, en una oficina ahí en el Ministerio de Educación
de nuestro gobierno popular, compilaron
el asunto, le dieron un articulado, un formato, lo transformaron en
una separata tamaño tabloide, y lo encartaron en el diario La Tercera,
donde todos vimos ese domingo, con asombro, un impreso que se llamaba
algo así como “ENU, Proyecto de Educación Nacional Unificada,
para la Construcción de Socialismo…”
Para nosotros fue una sorpresa. Pero
los jóvenes democristianos, que habían participado al igual que nosotros
en su construcción, se sintieron traicionados, pasados a llevar, irrespetados,
y con la etiquetación de “socialista”, no me atrevo a escribir
el calificativo que sentían hormiguear por dentro.
Ya al otro día, ese mismo lunes vimos
a liceos donde ellos tenían el control del Centro de Alumnos, salir
a la calle a protestar en contra de un proyecto educacional que avasallaba
nuestros valores y pretendía lavarle el cerebro, el esófago, el estómago
y hasta la ropa a las muchachos y muchachos para transformarlos en unos
sucios comunistas, como en Cuba, como en Rusia.
La verdad es que, manipulados por la
polarización que azuzaba la ITT, la Fundación Ford y la CIA, ellos
se transformaron en tontos útiles del enemigo, pero la verdad es también
que nuestra torpeza política presentó un hecho noble y ejemplar ,
de la peor manera posible, quedando nosotros como abusadores, como aprovechadores,
es decir, que todo un estudiantado que había hecho un aporte tan maduro
al destino de un país, se veía hoy ensuciado por la falta de tacto
político de unos tecnócratas con algún título profesional pero con
cero talento político.
No me cabe la menor duda que un proyecto
educacional así, sería vital para construir el socialismo, pero como
alguna vez dije aquí en Venezuela, en un programa con Ernesto Villegas,
a pocos días del referendo ese, el que perdimos, me gustaría que habláramos
menos de socialismo pero hiciéramos más cosas que nos llevaran a él…
Sobre todo en este caso, donde se perdió
una magnífica oportunidad, ya que poco después vino el golpe fascista
y todo eso fue historia, nos perdimos la oportunidad de haber aprovechado
la presencia de Salvador Allende en La Moneda para poner en práctica,
por primera vez en América, no las ideas de la UNESCO, como creíamos,
sino las ideas del maestro Simón Rodríguez, a quien nunca escuché
mentar cuando andábamos de ique líderes estudiantiles haciéndole
claque a la UNESCO. Sólo años después, en plan de exiliado por Venezuela,
maravillado con la vida y obra del maestro del Libertador, leyendo sobre
eso y teniendo como música de fondo el reventar de las olas en las
piedras de Macuto, vine a caer en cuenta que detrás de las propuestas
que aprobamos y empujamos durante tantos años, estaban las luminosas
ideas de Simón Rodríguez, quien luego murió vendiendo velas por Bolivia,
“velas para el siglo de las luces”, según pregonaba con alta poesía
publicitaria…
Felizmente la historia de Chile no era
tan ignorante como uno, y pude leer, ya en Venezuela, orgulloso de
que alguien hiciera justicia en mi país, en la página 1036 del segundo
tomo del Resumen de la Historia de Chile de Encina / Castedo, cuando
dice allí, en letras de molde:
“Los emigrados americanos, y
especialmente los argentinos, aparte de su prolífica obra docente y
periodística, publicaron algunos libros que más tarde contribuyeron
a cimentar su personalidad. La más original es el célebre
“Tratado Sobre las Luces y las Virtudes Sociales”, del singular
Simón Rodríguez, el profesor de Bolívar, personaje de apasionante
y estrafalaria enjudia.”
En el Chile de hace unos años, se comenzó
a hablar de los “pingüinos”, que es como se le dice a los estudiantes
secundarios chilenos, ya que su uniforme de azul oscuro y camisa blanca,
en hombres y mujeres, en grandes masas, como acontece en las marchas,
se asemejan a una bandada de pingüinos en la antártica chilena, ellos
también rigurosamente uniformados…
Esa primera gran huelga después de pinochet,
estando Michelle Bachelet en el gobierno, tumbó a la primera ministra
de educación, así como los actuales marchistas, en 3 meses de movilizaciones,
ahora con universitarios, profesores y apoderados o representantes (¡igualito
como cuando se unieron para crear y empujar desde la base un proyecto
de educación..!) ya tumbaron al Ministro de Educación Joaquín Lavín,
el delfín de la derecha para la elección después de Piñera, ni más
ni menos.
Pero la cosa va mucho más allá, los
estudiantes y los trabajadores de la educación han sabido interpretar
a un pueblo, que dijo ¡Basta! justo ahora, porque ya se caló a la
Concertación haciendo el trabajo sucio, como sacando las castañas
del imperio con la mano del gato, usando su ascendencia en las masas
populares para que éstas no apuraran la reconquista de sus derechos
a una velocidad que impidiera seguir con la explotación de la tierra
y de su gente…. Después de estos años del contubernio entre la centro
izquierda con el imperio, ahora aparece la derecha derechita dispuesta
a terminar con las blandengadas de la Concertación, porque entendieron
que la elección de Piñera era para cerrar el círculo, la definitiva
administración de Chile como su hacienda, como su fundo, pues.
Pero el tiro pareciera haberles salido
por la culata. En vez de cercar su hacienda, sus peones y su ganado,
lo que parece suceder es que se están abriendo las grandes Alamedas,
cuestión con lo que los mayordomos del capitalismo chileno no contaban.
No contaban con los pingüinos, la FECH, cada universidad chilena, privadas y públicas, recientemente hasta liceos privados, nuestros queridos profes chilenos y hasta los valientes padres o apoderados, y hemos visto a un pueblo que entendió que si lo siguen fregando en la educación de sus muchachos y muchachas no habrá vuelta atrás posible, y ha salido valientemente a la calle a ponerle el pecho a la represión y a la manipulación del enemigo, encabezados por unos imberbes que parecieran sin embargo haber traído en sus genes la experiencia de tantos años de verdadera organización y lucha, lo cual significa sustento moral, porque ninguno de esos estudiantes anda defendiendo los reales de una familia dueña de un canal de televisión, o haciéndola de tontos útiles del imperio, traicionando a su patria, que le quede esto bien claro a algunos señores de la MUD que andan con la mentira de que el movimiento estudiantil chileno está liderado por socialdemócratas pitiyanquis como ellos… ¡ja!.
En esas marchas lo que va es la herencia
de quienes llegaron a tener en la puerta del horno las ideas luminosas
de Simón Rodríguez, quien, como fue el maestro del Libertador, bien
debería ser el maestro de todas las niñas niños, muchachas y muchachos
de este continente. En esas calles, lo que marcha, lo que va es el futuro
que viene, empujado por el viento de una historia, que cuanto más presente
la tengamos, más nos acerca a la victoria.
Pero como en la puerta del horno se quema
el pan, y la Revolución Chilena y la Revolución Bolivariana tienen
demasiados parecidos, es bueno que los errores de allá no los cometamos
acá, para que tenga algún sentido la cantidad de chilenas y chilenos
que, como en la samba argentina del chileno Sergio Ortega, “no
perdiendo la esperanza, la vida habrían de perder…”
Porque si a ver vamos, en la forma de presentar el proyecto de una nueva
educación para Chile, se cometieron los mismos errores que el presidente
Chávez intenta corregir cuando alerta sobre las exageraciones de andar
con el rojo rojito para arriba y para abajo, hasta hostinar a la gente,
o de reiterar lo de “socialismo” como si se lo quisiéramos refregar
a alguien en la cara, escondiendo, bajo la actitud fanática, quizás
la falta del talento político necesario para llegar a los otros, los
que no están convencidos, entusiasmándonos en el facilismo de hablar
entre nosotros los convencidos y ya.
Así que, cuando veamos marchar
a los estudiantes chilenos, no debemos sentir que ellos están tan lejos
de nosotros, tan al fin del mundo como lo están… Con las ideas de
Simón Rodríguez todavía germinando por su querido continente, y
en un tiempo donde no podemos optar entre vencer o morir,
porque necesario es vencer, aportándole a ellos y a Libia
la dosis de solidaridad internacional que se merecen, emulando
esperanzas o aprovechando experiencias, vamos todos empujados por el
vendaval bicentenario, simones rodríguez y pingüinos, unidos y adelante..!
Y lo que no pasó con Simón Rodríguez,
con Bolívar o con O´Higgins, lo que no pasó con Allende, qué
pase con un pueblo movilizado y resteado, que no sólo está abriendo
las Grandes Alamedas, sino que las está pisando con pasos de unidad
y victoria popular.