El mundo capitalista industrializado es testigo desde mayo de este año de sonoras, desordenadas y multitudinarias manifestaciones de ciudadanos y ciudadanas que se atreven a desairar al liderazgo político de sus naciones.
Ciertamente no se trata de una revuelta revolucionaria con una vanguardia “preclara” para enterrar las formas de producción y circulación capitalista global. No da para tanto. Sin embargo algo esta pasando con ribetes inéditos. La naturaleza espontánea de la protestas llevan implícito un hastió, cansancio e indignación con el cuadro económico-social desprendido de la crisis mundial global iniciada en el año 2008.
La historia del capitalismo muestra que todas sus crisis, generalmente cíclicas, son ruinosas; tanto por los bienes materiales que se destruyen o se dejan de construir, como por el impacto en el terreno social para los seres humanos, vale decir, incremento del desempleo, disminución de la capacidad de compra del salario, reducción de los sistemas de seguridad social (Estado del bienestar en los países desarrollados) y, por tanto, incremento de la desigualdad y de la pobreza.
La crisis global que presenciamos, ya ciertamente la mas aguda desde la gran depresión de los años 30 del siglo XX, siendo inicialmente un crack en la acumulación de la esfera financiera derivó en una contracción del producto global que supuso altos niveles de desempleo, particularmente con un gran impacto en los jóvenes profesionales. Quince millones de trabajadores en Estados Unidos de Norteamérica y 17 millones de trabajadores en Europa están en la calle, sin empleo, sin salario. La incertidumbre domina.
A esta situación ya dramática socialmente, se agrega que los gobiernos de Europa, equivocadamente, se han refugiado en una política de corte neoliberal de austeridad fiscal que pretendiendo el “equilibrio” presupuestario, les obliga a reducir el gasto en los programas o instituciones de la seguridad social, a decretar disminución de la nomina de los gobiernos y, bajar el nivel de los salarios de los trabajadores y la burocracia pública. Ello por supuesto refuerza el círculo perverso de la desaceleración de la dinámica económica: Cae la demanda global, no se recupera la inversión real incrementando el paro.
En EEUU no es distinto. La administración de Barak Obama cediendo ante los Republicanos se encuentra literalmente imposibilitada de levantar la economía y, de cara a las elecciones presidenciales de 2012, aquellos, por defender el “no más impuestos para los ricos”, le niegan los votos en el Congreso a la ley de Creación de Empleo por mas de 440 mil millones de dólares. Las protestas de los “occupy Wall Street” es historica, no tiene precedentes, acusa al corazón de la primera potencia capitalista desde un movimiento verdadero nacido en sus entrañas.
Las manifestaciones de los “indignados” puede explicarse en la crisis, pero lo mas importante es que generando un movimiento social cuestionador ha colocado “el dedo en la llaga” al señalar al sistema financiero, bancos y banqueros, de la mas gigantesca estafa por la burbuja especulativa inmobiliaria incubada en por lo menos una década. Ese movimiento acierta en acusar al principal factor de la crisis global. También cuando cuestiona las respuestas, las “recetas” neoliberales, que imponen su clase política dirigente a sus pueblos y, que garantizan mas penurias para la vida de millones de familias en el hemisferio norte, a ambos lados del atlántico.
Si llegara a imponerse la política económica de “la austeridad” seremos espectadores vivientes de un recrudecimiento de la crisis capitalista mundial con desarrollos negativos impredecible y, de seguro, una respuesta a mayor escala de los ciudadanos y ciudadanas del mundo: desempleados, mas desiguales, mas pobres, con menos oportunidades de vivir dignamente pero mas indignados contra las oligarquías económicas y los políticos que se les subordinan. Y esto, por si sólo, sigue siendo esperanzador de un mundo mejor.
rodrigo1cabeza@yahoo.com