El vigoroso desarrollo de las protestas contra el capitalismo mundial
que, a nombre del 99% de la población, se hace sentir en muchas
ciudades del mundo capitalista desarrollado provoca creciente
consternación en las instituciones financieras del llamado “primer
mundo” en la medida que gana nuevos adeptos.
Una adhesión particularmente significativa fue la que tuvo lugar
recientemente en Nueva York cuando Ray Lewis, un capitán en retiro de
la policía de Filadelfia, “harto de que los multimillonarios sigan
haciendo crecer sus fortunas sobre la espalda de millones de personas
empobrecidas”, se presentó sorpresivamente en la plaza Zuccotti, de
Nueva York, un día de fines de noviembre, no para reprimir a los
“indignados” sino para cerrar filas del lado de los manifestantes del
movimiento Ocupar Wall Street (OWS) y exigir el fin inmediato de las
detenciones.
Para la oligarquía estadounidense, y seguramente para las de otras
latitudes, ha de haber sido motivo de alarma el hecho de que, junto a
los indignados que han perdido sus empleos, sus casas o sus ahorros,
comiencen a verse quienes hasta ahora los han reprimido por mostrar
indignación contra el injusto sistema que las oligarquías encabezan.
Aunque al ex capitán de policía Ray Lewis el gesto le costó ser
arrestado, esposado y encarcelado, también le reportó convertirse en
uno de los integrantes más populares y queridos del movimiento OWS y
en un símbolo del triunfo de la conciencia ciudadana sobre la
estructura del sistema capitalista, que luchan contra la concentración
de la riqueza y la iniquidad del poder en Estados Unidos.
El llamado de los indignados estadounidenses a ocupar Wall Street no
se refiere a la calle neoyorquina de ese nombre sino a la madeja de la
red capitalista que controla el mundo y ejerce control de la economía
global.
A la luz de la intensificación de las protestas en todo el mundo
contra los excesos del capitalismo, la revista británica The New
Scientist encargó un trabajo a los periodistas Andy Coghlan y Débora
Mac Kenzie que publicó con título de “La Red Capitalista que rige al
Mundo” (The Capitalist Network That Runs the World).
Los autores centraron su trabajo periodístico en el análisis por un
trío de expertos en sistemas complejos del Instituto Federal suizo de
tecnología en Zúrich que estudiaron las relaciones entre 43.000
corporaciones transnacionales y detectaron que 1318 de ellas,
principalmente bancarias, están interconectadas en complejos sistemas
con un enorme poder financiero y constituyen el núcleo central que
ejerce desproporcionado control de la economía global.
Estudios anteriores habían hallado que algunas corporaciones
transnacionales poseen grandes segmentos de la economía mundial, pero
incluían sólo un número limitado de empresas y omitían propiedades
indirectas.
La idea de que unos pocos banqueros controlen la mayor parte de la
economía mundial no es noticia para los indignados del movimiento OWS
de Nueva York ni para quienes protestan en otras partes del mundo,
pero el estudio del grupo suizo fue el primero en identificar
empíricamente tal red de poder.
"La realidad es muy compleja. Hay que alejarse de los dogmas y de
cualquier teoría conspirativa o de libre mercado. Nuestro análisis
está basado en la realidad", afirmó James Glattfelder, jefe del equipo
de Zúrich.
A partir de la base de datos Orbis 2007, que lista 37 millones de
compañías y los inversionistas de todo el mundo, el trio identificó
las 43.060 corporaciones y sus cuotas de participación en la
propiedad de acciones, vinculándolas entre sí. Luego construyeron un
modelo que muestra cuales compañías controlan a otras a través de
redes de accionistas, comparando los ingresos operativos de cada una,
para construir un mapa de la estructura del poder económico.
El trabajo reveló la existencia de un núcleo de 1318 empresas
conectados con otras veinte como promedio que, aunque solo
representan el veinte por ciento de los ingresos operativos globales,
colectivamente, a través de sus acciones, representan en la llamada
economía real un 60% de los ingresos globales del mundo.
Cuando el equipo siguió desenredando la madeja de la propiedad,
descubrió que conducía a otra súper-entidad aún más estrechamente
entretejida, integrada por apenas 147 compañías, todas ellas propiedad
de otros miembros de la súper-entidad, que controla el 40% de la
riqueza total de la red.
"En efecto, menos del uno por ciento de las compañías es capaz de
controlar el 40% de toda la red y la mayoría son instituciones
financieras”, declaró Glattfelder.
¡Vaya coincidencia con los reclamos del movimiento OWS!
manuelyepe@gmail.com