Santos: la mejor manera de colaborar es no hacer nada

El Presidente Juan Manuel Santos habló en la Cumbre del CELAC como si fuera Obama en la ONU. Se cree con potestad para sentirse superior a todo el resto de mandatarios de los países latinoamericanos y caribeños. El es un político de la oligarquía más rancia, conservadora y violenta de Colombia y como tal piensa y actúa. Bueno, todos los oligarcas, debido a su poder económico e influencia decisiva sobre el poder político, hablan fuerte, duro, agresivo, despótico hasta que un día los proletarios le expropíen lo que ellos les han expropiado ilegalmente a los pueblos. Será, entonces, cuando se vuelvan verdaderos santos del Cielo y se presentarán como víctimas de las tropelías del Diablo.

 El Presidente Santos dictó cátedra de moral en la Cumbre del CELAC. Su rostro de guerra pareció, en determinados instantes del tiempo de su intervención, la expresión más acabada y humana de la paz. Habló de la historia del narcotráfico y reconoció que los éxitos obtenidos por el Estado colombiano en el combate contra ese flagelo traen desgracia a los países vecinos. Señaló la realidad del incremento en el consumo de estupefacientes pero absolutamente nada dijo que es en Estados Unidos donde se produce esa verdad irrefutable. Analizó situaciones internacionales y fue claro al decir que la creación de la CELAC no debe ser contra nadie sino a favor de los países latinoamericanos y caribeños cuando ciertamente es una organización para enfrentar las tropelías, esencialmentre, que acomete el imperialismo estadounidense contra nuestros pueblos. Antes de asistir a la Cumbre de la CELAC se reunió con Obama y le garantizó que ningún organismo internacional sin la presencia de Estados Unidos vale la pena tomarle en cuenta. Nada dijo, absolutamente nada, de las bases militares estadounidenses en Colombia y, mucho menos, habló del peligro que eso representa para la región del sur de América. Tal vez, ahora a nadie interesen esas bases que hasta hace poco crearon polémicas en varios países vecinos de Colombia.

 Pero hubo una materia tratada por el Presidente Santos que, quizás, pasó completamente desapercibido para el resto de mandatarios de las naciones latinoamericanas y caribeñas o, tal vez, nadie quiso hacerse eco de ella para no crear disturbio o incomodidad política al gobernante colombiano. Lo que no quieren escuchar o no escuchan algunos mandatarios, los pueblos sí lo escuchan y hasta en silencio lo analizan. El Presidente Santos, cuando habló sobre el problema del conflicto político y armado que vive Colombia más por culpa de la oligarquía y factores externos (como la injerencia estadounidense en los asuntos internos de Colombia) que de la propia insurgencia, señaló que la mejor manera de colaborar con el Estado colombiano en la búsqueda de la paz era que los demás gobernantes nada hagan al respecto o, mejor dicho, que no metan sus manos o cucharas en ese sancocho porque no tienen vela en ese entierro. Ese es el concepto privado y oligárquico de la diplomacia burguesa.

 Cierto es que los demás mandatarios asistentes a la Cumbre de la CELAC nada dijeron al respecto y respetaron la decisión “soberana” del gobernante colombiano. Se sabe que la CELAC es un organismo heterogéneo donde tienen representación gobiernos que defienden intereses económicos, políticos e ideológicos diferentes. Se sabe que algunos son férreos defensores del capitalismo y, más concretamente, obedientes a los dictámenes que salen de la Casa Blanca de Wahsington a recorrer mares, aires y tierras con destino seguro; otros, simplemente, se mantienen callados y tratan de no decir absolutamente nada que pueda ofender el pensamiento y la paciencia del Presidente de Estados Unidos; y unos pocos, los atrevidos pudiera decirse, que critican las políticas imperialistas y plantean el socialismo como alternativa para salir de los marasmos en que nos tiene metido el capitalismo salvaje. Basta un ejemplo que nos puede ilustrar al respecto: Los mandatarios de Brasil, Argentina, México, Colombia y Chile podrán hablar muy bien de la CELAC, podrán gritar a los cuatro vientos que sus políticas son reales en defensa de sus soberanías y a favor de los sagrados intereses de sus pueblos pero a la hora de la decisión final, se cuadran con el gobierno de Estados Unidos alegando que éste país es su socio fundamental en política económica y en diplomacia internacional. Sin embargo, la CELAC es una alternativa de organización regional para expresar sentimientos latinoamericanistas y caribeños frente a las políticas devoradoras y saqueadoras del imperialismo, no sólo el estadounidense sino, igualmente, europeo, asiático o de cualquier otra naturaleza. Sepamos, por ejemplo, que la Unión Europea y la OTAN son muchos más importantes que la ONU y la OEA si nos referimos a organismos defensores de las políticas imperialistas y contrarios radicalmente a buscar crear un nuevo mundo diferente al capitalismo.

 Cuando el Presidente Santos sostiene que la búsqueda de la paz en Colombia es un asunto interno que debe ser resuelto por los colombianos y que los demás Estados no deben hacer nada como la mejor fórmula de contribuir a esa búsqueda, nos está mintiendo metiendo gato por liebre,  nos está vendiendo una verdad a medias que resulta más peligrosa que la peor de todas las mentiras. Nada en este mundo es completamente autónomo o independiente, nada en este mundo es aislado del contexto internacional, ninguna política nacional tiene éxito desechando la realidad internacional, ningún fenómeno nacional se desarrolla o se combate sin tomar en consideración los factores externos que le rodean. Que el Presidente Santos no quiera reconocer a la dialéctica, eso no significa que ésta deje de reconocer al Presidente Santos. Quien marche en contra de las leyes de la dialéctica termina haciendo el papel de la danta, dándose cabezasos contra los obstáculos que le bordean, o como el avestruz, metiendo la cabeza entre sus piernas para no darse cuenta absolutamete de nada de lo que le rodea.

 ¿Por qué miente el Presidente Santos aunque ningún otro mandatario se haya atrevido a advertírselo?

 Es respetable, sin duda alguna, que el Presidente Santos diga que la búsqueda de la paz (especialmente a través de acuerdos concertados entre las partes en conflicto armado y político en Colombia) en un asunto que debe ser resuelto por los colombianos y las colombianas, aunque sepamos, de verdad verdad, que eso no es totalmente cierto. Si el Presidente Santos fuese fiel a sus palabras no aceptaría la participación del Estado estadounidense en el conflicto interno o en los asuntos internos en Colombia y que, entre otras cosas, incrementan la violencia en vez de disminuirla. ¿Por qué no explica el Presidente Santos sobre cuántos militares estadounidenses participan en la guerra entre colombianos y colombianas? ¿Cuántos recursos bélicos aporta o invierte el gobierno de Estados Unidos, junto al Estado colombiano, para que éste le haga la guerra a la insurgencia colombiana? ¿Por qué los generales y políticos del Estado colombiano obedecen y tienen que rendirle cuenta y pleitesía a los mandos estadounidenses? En fin: ¿cómo justifica el Presidente Santos la participación del Estado estadounidense en el conflicto político y armado interno colombiano si no quiere que ningún Estado se meta en los asuntos internos de Colombia? Si alguien, de los mandatarios asistentes a la Cumbre no quiso refutar al Presidente Santos fue, así lo creemos, para no incomodarlo. Pero de que alguien debió decírselo, era lo más correcto a favor de la lucha que debe librarse para contrarrestar las políticas imperialistas intervencionistas (y especialmente militares) en los asuntos internos de América Latina y el Caribe como principio rector para tener potestad de decisión sobre nuestro propio destino.

 Los pueblos dejan de creer en cuentos de camino justo en el momento en que los factores internos y externos comienzan a rasgarle la piel y hacerle sangrar sus venas. Que Santos crea que siempre le van a creer sus grandes y pequeños embustes es cosa de él y de quienes deseen creérselas. Que haya dicho en la Cumbre de la CELAC que su gobierno está dispuesto a dialogar con la insurgencia es cuestión que ni él mismo se lo cree, porque desde siempre, desde que ha cumplido funciones de gobierno, ha dicho y ha practicado esa política que dice: el remedio contra la insurgencia son las balas y no las palabras.



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El Pueblo Avanza (EPA)


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