El emperador, Barack Obama, tiene una semana sin dormir, se le ve sumamente agotado…, desde la última visita de la asesora Clinton, el emperador está caminando de un lado a otro de esta pequeña habitación, por momentos se le oye decir cosas incomprensibles, realmente está preocupado. En su informe la señora Clinton dijo que la situación era delicada; se había perdido el control de Europa, las fuerzas iraníes avanzaban desde el este hacia territorio estadounidense. Los rusos a través del polo norte ya ocupaban un extenso territorio de Canadá, por el oeste, el ejército Chino avanza hacia EE.UU. En el Sur, la cuestión no estaba mejor; de nada serbia la propaganda en radio, prensa y tv contra Chávez. Él logró unir al continente desde México hasta la Patagonia y ahora avanzaban hacia California a través de la frontera mexicana…, desde entonces no ha regresado.
De pronto, por un momento quedamos a oscuras, del moderno ascensor sale la enigmática señora Clinton, viene sola, su rostro es difícil de describir; parece agotada, pero sus labios parecen reflejar una obligada sonrisa… Sin pronunciar palabra va directamente hacia el emperador y le habla al oído, se separan y se miran. El emperador, se sienta con dificultad a la orilla del pequeño escritorio, mira la habitación en todas direcciones… Ella, camina hacia el otro lado, toma un vaso, sirve agua y se lo ofrece al emperador…
Lo veo vacilante, sudoroso, mientras observa a través del vaso con agua…¡usted, venga conmigo! Me dice, dejemos que el emperador descanse.
El ascensor, asciende velozmente, por momentos parece detenerse, luego reinicia la veloz marcha, ella se ve sonriente, nada preocupada. Le aconsejo que permanezca a mi lado, me dice mientras el ascensor se detiene y abre sus puertas… Caminamos rápidamente hasta la oficina oval, está llena de gente que hasta ahora no puedo reconocer, hay cámaras de tv como nunca antes…¿Llegaron los chicos de CNN? Pregunta al entrar a la habitación. Desde el fondo alguien responde afirmativamente y señala que todo está listo. Un grupo de personas se aglomeran en torno a la señora Clinton, ¡la están maquillando!… Por instantes puedo ver, entre la multitud y a través de algunos espacios entre las cortinas, parte de los alrededores del palacio; la gente, afuera, camina como de costumbre, no parece un país destruido por la guerra, uno de esos países tercermundista devastado por nuestro ejército imperial y sus bombas inteligentes… ¡Afuera de estas cuatro paredes la situación parece normal!...
¡cuatro, tres, dos, uno…en el aire! De pronto, desde la oficina oval, la señora Hillary Clinton, instalada tras el escritorio del emperador Barack Obama, aparece en todas las cámaras de tv, ¡está dando un mensaje!...
Americanos, nuestro querido y muy amado Emperador Barack Obama, esta madrugada sufrió un colapso nervioso, y el vicepresidente fue acecinado por elementos terroristas…, en tal sentido, por decisión del Congreso de los Estados Unidos de América y la Suprema Corte de Justicia es imperativo e impostergable que yo asuma de inmediato el control y dirección de esta gran nación… de nuestra gran nación americana…, Espero que entiendan lo delicado de tal situación y que todos roguemos a Dios que me acompañe en esta gran y nada fácil tarea…
¡Aplausos!, ¡hurras!, ¡viva Hillary! ¡te queremos Hillary! se oyen por todas partes…
A casi cuatro años, de su llegada triunfal al trono de la mayor potencia bélica de la historia humana, con corona de laureles de un premio nobel de la paz que nunca mereció, la era imperial Obama llega a su fin a manos de quien desde un primer momento dijo ser el más leal e irreverente súbdito, la despiadada e inefable Hillary Clinton.
(Es día de los inocentes, pero quién quita...)
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