Qué
tristeza me da Oswaldo Guillén. No por lo que dijo. Que diga lo que
quiera. De Fidel. De Nicaragua. De Perú. Que reniegue de Chávez. Lo ha
hecho antes, sin consecuencia alguna. Está en su derecho. Lo triste es
cómo y ante quiénes se humilla esta vez. ¿Cuántas veces tiene que pedir
perdón? Lo hizo en Cincinnati, luego en Filadelfia. Lo hizo una y otra
vez durante la rueda de prensa de hoy en Miami (¿alguien habrá llevado
la cuenta?). Lo hizo "con el corazón en la mano", lo hizo "de rodillas".
Seguramente volverá a hacerlo mañana. Lo hará en Washington. En Nueva
York. ¿Cuántas veces vas a pedir perdón? ¿Dónde quedó aquello de la
primera enmienda? ¿Estás al tanto de los muchos que hoy te dan la
espalda, no por lo que dijiste, sino por pensar distinto a ellos? ¿Estás
al tanto de que te censuran? ¿Estás al tanto de que, muy gustosos,
hacen leña del árbol caído? Los mismos que mañana te mirarán
complacidos, porque eres uno de "ellos". Los mismos que te alabarán
porque "rectificar es de sabios". Los mismos que te consideran un idiota
que sólo debe opinar de beisbol. ¿Sientes que has traicionado a los
latinoamericanos? No me incluyas en tu cuenta.
Decepcionado, sí, pero
porque ante una jauría de intolerantes bajaste la cabeza; porque ante el
odio infinito de quienes toda su vida han hecho política movidos por el
deseo de venganza, perdiste el sueño. Que nadie lo dude: the land of the free también
tiene sus "procesos", sus "autocríticas", sus "confesiones", al mejor
estilo estalinista (es que hay gente que sólo entiende y habla de
analogías históricas). Porque los extremos se tocan, todo el mundo lo
sabe, y el anti-comunismo nauseabundo que impera en Miami es uno de esos
extremos. Allí has ido a parar, Guillén. Muchas veces estuve en
desacuerdo con tus opiniones, pero siempre te respeté, porque te
consideraba un tipo que decía lo que pensaba. Pero ahora te han exigido
que cierres la boca, y vaya que la has cerrado. ¿Alguna vez te mandó a
callar el "régimen" venezolano? Pero es aquí donde vivimos en
"dictadura", ¿no es cierto? Y me llena de coraje que tal cosa haya
sucedido con un venezolano en Estados Unidos, y que ese venezolano lo
haya permitido. Me da tristeza tu humillación, Guillén. Me da tristeza.
reinaldo.iturriza@gmail.com