¿En qué nos beneficia el socialismo europeo?

No pocos de la izquierda política e ideológica latinoamericana y caribeña festejan, como la derecha y cualquier tendencia centrista, los triunfos presidenciales del socialismo en Europa. Todo análisis que aborrezca las analogías tiende a incrustarse ciegamente en los parámetros políticos e ideológicos que no rompen con los hitos fronterizos.

En Europa, con mucha frecuencia, la derecha y la izquierda se turnan en el gobierno pero siempre garantizando que el Estado capitalista quede intacto en sus fundamentos esenciales. Si no gana la tendencia socialista y tampoco lo hace la francamente burguesa de derecha es porque se ha coleado, entre ellas, la socialdemocracia que viene siendo un centro con elementos de derecha pero igualmente de izquierda moderada o revisionista. Es como el giro Copérnico de la Tierra excluyendo el movimiento del Sol, que viene siendo este último realmente una verdadera revolución sin Galileo pero sí con Marx.

Ya se sabe que en España ganó la extrema derecha capitalista y ya le eliminó derechos a los trabajadores que ahora los socialistas del PSOE, luego de que perdieron las elecciones, prometen en el futuro, cuando vuelvan al Gobierno, derogar esa ley para favorecer a los trabajadores. Verdadero juego de naipes donde todas las combinaciones hechas por el PP o el PSOE favorecen a los capitalistas y no a los obreros.

Los gobiernos fundamentales en Europa son: el inglés, el francés, el alemán y un poco el ruso. En Inglaterra gobierna la derecha, en Alemania la derecha, en Francia ha ganado la izquierda “socialista” y en Rusia la derecha mucho más anticomunista que los gobiernos de las anteriores naciones nombradas. En Francia se realizó una segunda vuelta electoral y el nazistoide Sarkozy perdió. Eso produce mucha alegría pero no dejemos que sea de tísico. Pueden jurarlo, tirios y troyanos, que el nuevo Presidente francés gobernará a favor del capitalismo y en contra del socialismo verdadero. Marx no cabe ni en la cabeza de un Sarkozy ni tampoco en la cabeza de un socialista al estilo del nuevo mandatario o jefe del Gobierno francés. Para que el socialismo verdadero triunfe en Francia no sólo hacen falta las cabezas ilustradas que la presientan, la prediquen, la anuncien, la calculen, la preparen y la premediten teniendo como arma ideológica el marxismo sino, importantísimo, se necesita de un nuevo Danton, cuya audacia no sea en favor del capitalismo sino del socialismo, es decir, un Trotsky francés y no un Robespierre ruso.

 Las realidades y, más aún, las necesidades más apremiantes de las naciones imperialistas exigen, en determinados momentos de su historia y sobre todo cuando el gobierno de derecha ha sido un fracaso como el de Sarkozy, un gobierno socialista al estilo europeo, es decir, más revisionista que reformista, que de la sensación que el capitalismo es realmente democrático y se basa en la alternabilidad de partidos políticos legales en el gobierno pero no en el Estado. En los países imperialistas los hechos macabros de sangre suelen, por lo general, tener repercusiones a favor de la derecha y no de la izquierda, aunque en Francia no le resultó favorable de manera definitiva a Sarkozy.

 En Estados Unidos, por ejemplo, las nuevas circunstancias internacionales están exigiendo un Gobierno mucho más duro, fuerte y agresivo que el de Obama y, además, que el Presidente sea blanco y no cometa tantas payasadas como creen, muchos ideólogos del imperialismo, lo está haciendo el primer Presidente estadounidense de raza negra. Dentro de la lógica del capitalismo todo cabe menos que se autodeclare difunto para que sobre su cadáver se construya el socialismo.

 Entre las grandes verdades de este tiempo en que predomina la desglobalización del capitalismo imperialista sobre la globalización del capitalismo subdesarrollado y siendo mucho más dependiente el primero del segundo en que la ley del desarrollo desigual no permite que naciones del segundo campo puedan alcanzar el nivel de desarrollo del primer campo en el exclusivo contexto del capitalismo. Sin embargo, eso no significa que en los países subdesarrollados deje de lucharse por el triunfo revolucionario para arrancarle el poder político de las manos a la burguesía y entrar, de esa manera, al período de transición del capitalismo al socialismo. Esto es un abc de la política marxista.

Trotsky decía que era preferible un buen demócrata capitalista a un mal socialista. Los socialistas que han gobernado en Europa, salvo poquísimas excepciones, han sido muy malos, tan parecidos a los gobernantes capitalistas que, a veces, ni con microscopio se les consiguen diferencias. En todo caso hay que desear que el socialista Hollande, nuevo Presidente de Francia, no se convierta en un gendarme enfurecido al servicio del imperialismo estadounidense ni en un ferviente vocero de la ONU y de la OTAN. Quiera Dios, que de vez en cuando se recuerde de los comuneros de 1871 y haga realidad, por lo menos, algunos planteamientos de los camaradas Marx y Engels aunque no nombre para nada a los camaradas Lenin y Trotsky.



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