Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona
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El pasado 20 de mayo, un hombre de alrededor de 30 años de edad, portando un arma de fuego en su mochila, fue detenido durante una concentración de la campaña encabezada por el candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador. El servicio de seguridad detectó al individuo sospechoso y lo siguió al tiempo que este se desplazaba en medio de la muchedumbre y lo detuvo cuando se acercó a Obrador y lo agarró por una mano. Los medios mexicanos no suministraron ninguna información acerca de quién era el individuo o cuáles eran sus intenciones. Obrador fue abrumado por preguntas respecto del incidente durante una reunión con la prensa luego de la concentración e intentó minimizar el riesgo al cual había estado expuesto. El diálogo fue como sigue:
*El tipo no intentó causarme ningún daño a pesar de estar armado. No tengo enemigos ni tampoco los tendré. Si que tengo opositores políticos que yo sinceramente respeto y se también que ellos me respetan a mi.
*Ud. Insiste en que no necesita un reforzamiento de su servicio de seguridad, pero ¿tendría sentido morir en tales circunstancias en nombre de la democracia?
*Ud. trata de minimizar el incidente pero ¿tiene Ud. conocimiento que un candidato presidencial fue asesinado en el pasado en este país?
*Nosotros los mexicanos, todos, asumimos los mismos riesgos, considerando la actual crisis y la ola de violencia en el país. Ud. sabe cuántos mexicanos han sido asesinados…
La campaña de este año en México, en muchos aspectos se parece a la que se realizó hace seis años. En esa época, la victoria en la carrera presidencial fue literalmente otorgada a Felipe Calderón, el contendor pro-norteamericano, luego de una larga serie de escándalos, maniobras políticas y consultas a puertas herméticamente cerradas entre el Instituto Federal Electoral, el presidente saliente, Vicente Fox y un lote de agentes de la CIA. Quedó claro que Calderón fue nominado por Washington mucho antes que se realizaran las elecciones. Wikileaks publicó toneladas de documentos explicando por qué las elecciones del 2006 eran fraudulentas –evidentemente el factor clave era eliminar a Obrador, populista en potencia y sospechoso de apoyar a Chávez y a Fidel Castro.
En este año, hasta los mexicanos sin inclinaciones políticas se dan cuenta cual de los candidatos tiene la bendición de Estados Unidos. Enrique Peña Nieto del Partido Revolucionario Institucional tuvo éxito en sus entrevistas en la Casa Blanca al convencer a sus socios norteamericanos de su prolongada lealtad y disposición para mantener el curso de Calderón. Peña dio garantías que México continuaría hospedando a operativos a partir de instalaciones dirigidas por la comunidad de inteligencia norteamericana junto con las correspondientes infraestructuras de reconocimiento y no objetaría el empleo de aviones no tripulados en las regiones del país donde la situación pareciera “crítica”. En otras palabras, el plan es que la guerra contra el narcotráfico que arde en México con una tasa de bajas entre ciudadanos ordinarios y personal policial que se estima en alrededor de 60 mil personas no perderá ímpetu en el futuro predecible. El programa económico neoliberal de Peña para los próximos seis años también marcha el compás del gobierno norteamericano. Dentro de otras cosas, Peña promete levantar cualquier restricción que actualmente afecte a compañías norteamericanas en sectores energéticos y agrícolas de México.
Contrariamente, Obrador es un centro-izquierdista y su programa no considera nada de lo anterior. Su credo, propio de un líder nacionalista, incluye la independencia total de México en las esferas de la economía, las finanzas y la defensa y que la cooperación con Estados Unidos proceda en condiciones de igualdad y libre de los dictados imperiales que ya se han hecho habituales en Washington.
Se sabe que la norma de acatar la política exterior norteamericana ha erosionado la posición de México en el plano internacional. Actualmente en el Hemisferio Occidental se percibe a México como un socio menor de Estados Unidos cuya misión se limita a reproducir los juicios y evaluaciones que se producen en Washington. Esta tendencia se manifestó en los frecuentes ataques verbales no provocados de Fox y Calderón contra los regímenes populares de Hugo Chávez, Rafael Correa, Daniel Ortega, Evo Morales y los hermanos Castro. En consecuencia, Chávez, que tiene una reputación de no enfrascarse en discusiones con opositores a menos que estos sobrepasen ciertos límites razonables, una vez se refirió a Fox públicamente como el “perrito faldero de Bush.”
Al hacerse eco de Washington cuando le habla a América Latina, Obrador queda fuera de foco, en tanto que queda claro hasta qué punto su papel concuerda con el de Peña. El equipo que asesora a este último, entiende que son pocos en México los que favorecen a Washington y se esmera por mantener la relación especial entre su jefe y la embajada norteamericana bien escondida, aunque el apoyo norteamericano no es algo que pueda mantenerse oculto. Ocasionalmente los funcionarios norteamericanos con el objeto de diluir tal impresión, hacen como que apoyan a otros candidatos en México. Por ejemplo, el vicepresidente J. Biden, se reunió con Josefina Eugenia Vázquez Mota del gobernante Partido de Acción Nacional e incluso con Obrador durante su visita a México el mes de marzo pasado. El mensaje de Biden fue sencillo: Washington quiere que México bajo el nuevo presidente, continúe con la guerra contra los carteles de la droga. Biden expresó su satisfacción al final de la gira porque los candidatos con los cuales habló prometieron plena continuidad de la política mexicana anti-narcotráfico.
Es de destacar que Obrador ofreció una perspectiva alterna en el combate contra los carteles de la droga en México. Admitió que la movida de Calderón de involucrar al ejército en el proceso fue una medida que tenía que ser tomada, aunque él enfatiza que los militares están sujetos a una presión excesiva y deben gradualmente –para no dejar a la población desprotegida--ser enviados de regreso a los cuarteles. Obrador es de la opinión de encargar de manera total a la policía y a las agencias especiales el manejo del problema. Obrador planea anular todos los acuerdos con Estados Unidos que infrinjan la soberanía de México, incluyendo la Iniciativa de Mérida que de hecho autoriza al Pentágono y a la CIA a lanzar operaciones dentro del país.
Hablando en Nogales, ciudad muy cercana a la frontera con Estados Unidos, Obrador dijo que tomando muy en cuenta a Estados Unidos, para México no es suficiente interactuar con este exclusivamente en el plano militar y que en realidad se necesita de una cooperación orientada al desarrollo. El crecimiento económico y nuevos puestos de trabajo en México serían no solo una solución justa al problema de la violencia y los crímenes en el país sino que reduciría la migración hacia Estados Unidos dentro de un clima socio económico saludable. Para desactivar los problemas que afectan las relaciones México-Estados Unidos, Obrador instó a Estados Unidos la concesión de créditos módicos para México en vez del envío de helicópteros al país.
Por otra parte, Obrador se vio forzado en algunas ocasiones a denunciar la conducta de sus opositores políticos quienes tratan de robar sus consignas de campaña.
Esta práctica ocasiona que Obrador se abstenga de dar a conocer de manera completa su agenda a riesgo que sin darse cuenta esté asesorando a sus rivales. Su declaración no escapó a la atención de los observadores de la embajada norteamericana que tratan de discernir qué ideas no anunciadas podrían surgir si él alcanza el sillón presidencial y qué impacto se podría esperar sobre los intereses estratégicos de Estados Unidos en este contexto. Su peor pesadilla es que exista algún tipo de vínculo secreto entre Obrador y Chávez. De cualquier modo, ¿podría Estados Unidos confiar en el candidato presidencial cuya victoria anterior –a pesar del estrecho margen de 3-4 por ciento—le fue robada y desvergonzadamente entregada a Calderón? Recientemente el congreso norteamericano sostuvo audiencias en torno al futuro de las políticas de México y las conclusiones alcanzadas desde la perspectiva de Washington resultaron alarmantes: las actividades que libremente pueden ser implementadas en México bajo el gobierno de Calderón, posiblemente estarían en peligro si prevalece un candidato menos amistoso con Estados Unidos.
Los medios oligárquicos mexicanos son actualmente tan hostiles hacia Obrador como solían serlo en el 2006 y le atribuyen a Peña improbables puntajes que están completamente divorciados de la realidad. Aun así, a los seguidores de Obrador debe reconocérseles haber hecho localmente un gran trabajo estos últimos años con el objeto de obtener una mayor porción del electorado. Muchos esfuerzos han sido canalizados por vía de los medios sociales, justamente bajo el supuesto que los jóvenes, los estudiantes en México que suman un total de 14 a 15 millones de personas, están con Obrador. Para gran desazón de Peña, su porcentaje de aceptación sube constantemente. En caso que en alguna parte esté sobre la mesa un plan para adulterar las próximas elecciones, eso no será fácil, puesto que esta vez los seguidores de Obrador enviarán observadores a todos los lugares de votación de México. Si los responsables de implementar fraudes electorales son desenmascarados o se intenta un nuevo fraude para adulterar los resultados electorales, esto sencillamente haría que México explotara.
El incidente en el cual un tipo armado se acercó a Obrador repercutió a través de todos los medios sociales y la preocupación de que más de lo mismo está por venir, se ha extendido. Los asesinatos de importantes figuras políticas son una constante en la historia de México. El candidato del Partido Constitucional, Luis Donaldo Colosio Murrieta fue asesinado en 1994 durante una concentración y la declaración de Obrador en el sentido que él no tiene enemigos a pesar de estar situado en la vía de fuerzas extremadamente influyentes, no puede ser tomada al pie de la letra. Sus enemigos se hallan en el gobierno norteamericano y en los círculos derechistas y conservadores de México para no mencionar a sus rivales inmediatos. Los medios de comunicación de masas, los blogueros, financieramente respaldados por varias fundaciones que se especializan en campañas de difamación a través de Internet, lanzan basura contra Obrador además de la práctica imperialista de deshacerse de sus oponentes por cualquier medio, ya sea a tiros durante conflictos locales o inoculándoles secretamente enfermedades letales diseñadas, lo cual es un secreto a voces.
La visión que circula en Internet es que Obrador será ultimado por un asesino profesional empleado por un cartel de narcotraficantes. Eso, oportunamente, le brindaría a Estados Unidos un argumento adicional a favor de la intensificación de la guerra contra los carteles de la droga en México.
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