¡Qué miserables!: 1 en contra y 3 abstenciones y más…

Toda diplomacia privada corre el riesgo de volverse ridícula, oportunista, incoherente, fastidiosa, inoperante y hasta un hazme reír por sus características de burla de una minoría sobre la mayoría. La política internacional es, salvo algunos rasgos, continuación de la política interior de un Estado. Siempre ha sido así y no de otra manera. Imagínense que el reconocido doctor en ciencia política Zbigniew Brzezinski, experto que estudió a la extinta Unión Soviética y la relación entre la Revolución de Octubre, el Estado de Lenin y las políticas de Stalin, ha lanzado una alerta al imperialismo recordándole que "EEUU no es un mulo estúpido para seguir todo lo que haga Israel". Pero, en la realidad, sí actúa como mulo y hasta como danta.

         La creación del Estado israelita fue por un decreto de la ONU en 1948. De esa manera les expropiaron la tierra a los palestinos. Ahora, 64 años después decretan que los palestinos tienen derecho a crear su Estado pero en calidad de observador en la ONU. ¿No es eso una ridiculez, una incoherencia aunque muchos de los países que votaron a favor lo hayan hecho con una solidaridad nacida del corazón y del alma? La ONU es la expresión más patética, dolorosa y traumática de la inconsistencia: no tiene política interna propia por lo tanto tampoco política externa propia.

         El planeta no es sólo mar. En la Tierra no siempre tiene validez eso de que el pez más grande se come al más pequeño. Israel es un pedacito de territorio con un sofisticado cargamento interno de armas nucleares; con un Gobierno sionista que  ve la mayoría del mundo que le rodea como razas inferiores que deben ser domadas como herramientas que no hablen ni protesten y sólo produzcan riqueza para los amos del capital; con un ejército que sólo sabe matar primero sabiendo que nadie averiguará después; con gendarmes que adoctrinan al mercenario comiéndose el corazón y el hígado crudos de sus víctimas. El sionismo es tan terrible como el nazismo. No pueden sostenerse sin el genocidio, sin el exterminio de quienes no los compartan. Un pogromo es tan repugnable (por su antisemitismo) como un genocidio (alegando la inferioridad de una raza en relación con otra).

No vamos a invertir tiempo, por ahora, en criticar la postura de Estados que se opusieron o se abstuvieron a que Palestina fuera declarada como Estado observador de la ONU. No, por ahora, nos limitaremos a los Estados latinoamericanos y caribeños, donde uno se opuso y tres se abstuvieron. Hay gobiernos en este mundo que en ningún idioma se ha creado o inventado un término para identificarlos por lo miserables que son. El de Panamá no tiene nombre. En pocas horas un mal Gobierno puede echar por tierra toda una historia. El de Panamá es la expresión más acabada del servilismo cretino a los dictados de un imperialismo. El Gobierno de Panamá o sus voceros no merecen que pisen ningún suelo latinoamericano donde haya gritos de libertad o de soberanía. El Gobierno de Panamá es la caricatura más grotesca del títere. El Gobierno de Panamá no tiene política exterior porque todo lo que hace es levantar la mano de aprobación a la política exterior del imperialismo estadounidense. El pueblo panameño no merece un Gobierno tan sumiso al imperio como el que le gobierna. El Gobierno de Panamá votó en contra de la creación del estado Palestino en calidad de observador en la ONU. Su servilismo quedó demostrado con las declaraciones del embajador de Panamá en la ONU, Pablo Antonio Thalassinós, quien dijo la siguiente monstruosidad: “Desde el inicio de este Gobierno (del Presidente Ricardo Martinelli) hemos  estado votando siempre a favor de Israel y en contra de todo aquello que ataque a Israel”. No debe ser secreto que tanto el Presidente como el Canciller de Panamá son sionistas de pies a cabeza.

Los gobiernos de Guatemala, Paraguay y Colombia se parecen al de Panamá con la salvedad que ninguno de los tres llegó al límite del ridiculismo del panameño. Los tres se abstuvieron que es –prácticamente- lo mismo que apoyar al imperialismo estadounidense y al sionismo israelita.  Ni siquiera el Gobierno de México que no reconoce a los palestinos fue capaz de sumarse a la pequeña cofradía de gobiernos serviles a la diplomacia estadounidense. En verdad, los gobiernos de Panamá, Colombia, Guatemala y Paraguay (por cierto que los actuales jefes de Estado de esos países han estado seriamente comprometidos en hechos punibles e incluso masacres o crímenes de lesa humanidad) merecen ser derrocados por sus pueblos.

El sionismo no le para ni un milímetro de bola ni a la ONU ni tampoco a la Casa Blanca. Eso se debe a que en ésta las piezas esenciales de la política interna como exterior son, igualmente, sionistas. Entre los argumentos ridículos esgrimidos para no votar por la creación del Estado Palestino y favorecer al sionismo israelita se haya políticas de doble cara, tan ambiguas como farsantes. La vocero del imperialismo estadounidense sostuvo que darle carácter de Estado a Palestina (incluso como observador) crea un “obstáculo para la paz” y que por eso votaron en contra de la solicitud Palestina. ¿Cuándo ha votado el imperialismo estadounidense en contra del sionismo? Nunca. Agregaron los imperialistas: “Los grandes anuncios de hoy pronto se desvanecerán y el pueblo palestino despertará mañana y encontrará que poco en sus vidas ha cambiado, salvo que las perspectivas de una paz duradera se han desvanecido”. Claro, si al primero que le conviene que no haya paz duradera en la región es al imperialismo estadounidense porque así se abroga el derecho de intervenir militarmente en donde crea conveniente buscando garantizar materias primas y grandes negocios económicos. Por eso es que siempre será un incondicional del sionismo israelita. Y demuestran mayor ambigüedad cuando a las horas sale igualmente la señora Clinton sosteniendo que la decisión del Gobierno de Israel de continuar construyendo asentamiento en territorio palestino no contribuye al logro de la paz. Netanyahu lo dijo y la Casa Blanca lo respalda: “Israel seguirá construyendo en Jerusalén y en todos los lugares del mapa de intereses estratégicos de Israel”. ¿Cuál será ese mapa y cuáles los intereses estratégicos? ¿Será que el sionismo pretende dominar el mundo entero construyendo asentamientos, invadiendo regiones o comprando conciencias? Bueno, eso lo saben con exactitud asombrosa los altos jefes de los Estados de Estados Unidos y de Israel. Pero, sépase, que eso no lo lograrán jamás, porque tanto el imperialismo –en particular- como el capitalismo –en general- sufrirán de grandes derrotas y sobre su legado se construirá un nuevo mundo, el socialista donde nunca podrá desarrollarse ni la conciencia nazista ni tampoco la sionista.

Lo que sí es bueno aclarar que el hecho de que gobiernos hayan votado en contra y otros se hayan abstenidos en la votación por la solicitud de los palestinos de la creación de su Estado en condición de observador de la ONU, no significa de ninguna manera que los pueblos, en su mayoría, de esos países estén de acuerdo con sus gobernantes. Hay momentos en la historia en que ya un gobierno o muchos gobiernos no representan el ideal de la inmensa mayoría de sus pueblos. ¡Viva Palestina! ¡Abajo el sionismo! ¡Viva una paz donde palestinos y judíos puedan vivir en solidaridad!    



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El Pueblo Avanza (EPA)


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