¡Corea del Norte puede quedar reducida a una destrucción terrible!

No estamos diciendo que una nación, un Estado o un pueblo deben calarse, aferrados al pacifismo extremo  y al temor que le declaren una guerra, todas las tropelías de sus enemigos o toda injerencia imperialista en sus asuntos internos. Sin embargo, vivimos un mundo demasiado desigual en favor de los pocos países imperialistas que dominan el mercado mundial y, por consiguiente, le trazan el destino al resto de naciones que conforman el planeta Tierra. Ya no existen la URSS y la China que hablaban y anunciaban los triunfos de su socialismo. Ahora son fieles representantes y voceros del capitalismo y tratan de disputarse, palmo a palmo, espacios en la economía de mercado que enriquece sus ganancias a costillas de las naciones subdesarrolladas.

Y Corea del Norte, no es realmente socialista, aunque sus predecesores (Kim Il-sung –padre-, Kim Jong-il –hijo-) lo hayan gritado a los cuatro vientos. El socialismo nada tiene que ver con monarquías que heredan el poder por hilos de sangre y no por méritos. Pero debemos respetar que los coreanos del norte aceptan el régimen que tienen  y, además, están dispuestos a dar hasta sus últimas gotas de sangre por su país y su máximo líder (actualmente) Kim Jong-un.

Nadie, fuera de las fronteras de Corea del Norte, tiene potestad para decirle a los norcoreanos qué deben y qué no deben hacer, cómo deben o cómo no deben pensar. Eso es el respeto al derecho a la autodeterminación de los pueblos. Pero, vivimos en un mundo de naciones que deben entenderse entre sí a través de relaciones diplomáticas entre Estados hasta que un día desaparezcan para siempre las fronteras naciones y el planeta sea toda humanidad regida por el amor, la solidaridad, la tecnología y las ciencias bajo los principios de la ley del desarrollo combinado.

Los gobiernos del mundo se sienten muy preocupados y hasta tensionados por el choque de amenazas que tienen, fundamentalmente, los gobiernos de Corea del Norte y de Estados Unidos. El vocero de ésta ya dijo que toma muy en serio las amenazas de Kim Jong-un. Y éste amenaza con disparar misiles que destruirán objetivos en Estados Unidos y en Corea del Sur si se atreven atacar a su país. Es cierto que existe una relación dialéctica y hasta coherente en las posturas políticas del padre, del hijo y del nieto norcoreano en política internacional y, especialmente, de respuestas a las intromisiones estadounidenses en sus asuntos internos. Respuestas que llevan implícito la amenaza de arrasar con Corea del Sur y aplastar a los impostores estadounidenses.

Kim Jong-un dijo que “ha llegado la hora de ajustar cuentas con los imperialistas estadounidenses”. Sentencia, que desde el ángulo que se le aprecie o se le mida, es dura, durísima y que debe buscarse, individual o colectivamente, si se corresponde o no con la realidad del mundo actual. En verdad sí ha habido momento en que la hora para resolver las contradicciones más antagónicas con el capitalismo colocó las condiciones objetivas en favor de la Revolución Socialista pero, lamentablemente, ese momento lo echó por la borda y lo desperdició el proletariado de los países imperialistas que se negó llevar la lucha hasta sus últimas consecuencias salvando a la oligarquía de una derrota segura. ¿Acaso podemos olvidar ese momento en que se produjo la Revolución Rusa y en la Alemania desarrollada no pasó la lucha revolucionaria más allá de simples escaramuzas a causa de un Partido Socialdemócrata que dio la espalda al internacionalismo revolucionario? ¿Acaso los camaradas Rosa Luxemburgo, Karl Liebknecht  y otros no pagaron con sus vidas la indiferencia de la mayoría del proletariado ante el llamado de hacer valer su misión de emancipador social?

Salvando las distantes realidades que separan a la Rusia de 1917 con la Corea del Norte de 2013 y, especialmente, en cuanto a dirección revolucionaria y contenido de Revolución, hay un elemento que nos permite hacer una analogía entre ambas. Si la Revolución Rusa tuvo los Bujarin, Kiubychef, Iaroslavsky, Bubnof, Corea del Norte ha tenido un hijo  Kim y un nieto Kim del llamado Padre de la Patria Kim Il-sung, sin duda, creyentes de un radicalismo de extrema izquierda. Lenin escribió, como resultado de posturas políticas radicales mientras se realizaban las negociaciones de Brest-Litovsk, un libro titulado “La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo”, refiriéndose y criticando a aquellos camaradas que todo lo querían resolver de manera violenta o con políticas extremas, de mucho radicalismo sin tomar en cuenta las realidades del campo internacional y del nacional.  Ese infantilismo, según Lenin, no era tan peligroso como el de derecha porque estaba naciendo pero a esta altura del tiempo, 2013, se ha desarrollado tanto que resulta mucho más peligroso para una Revolución que se dice Socialista que el doctrinarismo de derecha. Los extremos se juntan como lo hacen el río y el mar para vivir abrazados a la misma corriente.

El camarada Lenin dijo, por ejemplo, algo que seguramente, tal vez, para muchos camaradas eso tiene un valor de vigencia permanente y, quizás, para muchos otros no pero que en todo caso nos sirve para reflexionar, lo siguiente: “Es infinitamente más difícil –y muchísimo más meritorio- saber ser revolucionario cuando todavía no se dan las condiciones para la lucha directa, franca, la verdadera lucha de masas, la verdadera lucha revolucionaria, saber defender los intereses de la revolución (mediante la propaganda, la agitación, la organización) en instituciones no revolucionarias y a menudo sencillamente reaccionarias, en la situación no revolucionaria entre unas masas incapaces de comprender de un modo inmediato la necesidad de un método revolucionario de acción. Saber encontrar, percibir, determinar exactamente la marcha concreta o el cambio brusco de los acontecimientos susceptibles de conducir a las masas a la grande y verdadera lucha revolucionaria final y decisiva, es en lo que consiste la misión principal del comunismo…”. Los radicales, los extremistas, los que profesan la doctrina del izquierdismo en el comunismo (tal era el caso del camarada Bujarin, proponían la guerra contra Alemania y no seguir participando en el diálogo o negociación de Brest-Litovsk. Quienes hayan leído sobre la participación y las intervenciones de Lenin en esa negociación fácilmente se han podido dar cuenta de cuánto el camarada media antes de cortar una tela. Nadie como él, en su tiempo, era tan preciso para apreciar las condiciones objetivas y subjetivas en una situación determinada. Por eso, cuando no veía posibilidad de victoria inmediata, no levantaba jamás ni su voz ni su mano para iniciar un conflicto donde la violencia fuese la línea política esencial para un específico período de la historia.

El camarada Lenin, igualmente, escribió, por lo menos, un folleto titulado “Acerca del infantilismo y del espíritu pequeñoburgués” donde, entre otras cosas, dijo algo de vital importancia entender para no juzgarlo erróneamente: “… Porque mientras no estalle la revolución socialista internacional, que abarque a varios países y tenga la fuerza suficiente para vencer al imperialismo internacional; mientras no ocurra eso, el deber ineludible de los socialistas triunfantes  en un solo país (y especialmente si es un país atrasado) consiste en no aceptar el combate con los gigantes del imperialismo, en tratar de rehuir el combate, de esperar que la contienda entre los imperialistas debilite a éstos más aún, acerque más aún la revolución en otros países…”. Compréndase que Lenin no le está diciendo a nadie que no se defienda, que no luche por sus derechos, que no debe hacer su revolución. No, simplemente, está diciendo –en palabras criollas- que no debe buscársele pleito a quien tenga mayor fuerza, esté mejor armado, posea mayor poder de influencia y cuente con un poderío muy superior, sin que ello implique la sumisión de esclavo de un país o un pueblo a otro país o Estado.

Por lo dicho anteriormente, es que nos atrevemos a decir que Corea del Norte no tiene ninguna posibilidad inmediata de ganar una guerra a Estados Unidos y Corea del Sur. Es ilusión creer que los misiles norcoreanos vayan a destruir puntos estratégicos (y especialmente militares y de logística) en Estados Unidos pero, en cambio, en Corea del Norte todos sus puntos estratégicos serían borrados por la intervención militar aérea y marítima del imperialismo. Otra cosa es hacer una guerra de resistencia como la han hecho o hacen, por ejemplo, en Irak y Afganistán. A la larga, el imperialismo pierde porque los factores internacionales y nacionales se mezclan tanto que juegan un rol de primera magnitud y casi todos terminan uniéndose en torno del que se considera más débil o atacado por el más fuerte o impostor.

Partamos del supuesto que se produzca  el conflicto bélico entre Estados Unidos y Corea del Norte. Nosotros estamos seguros que ningún Gobierno de los existentes en el planeta, por mucho que sea socialista, va a intervenir con prácticas militares en favor de los norcoreanos, no van a mandar tropas o soldados revolucionarios a Corea del Norte. Igualmente, consideramos que –en general- ningún Estado va a romper relaciones diplomáticas o va a dejar de vender petróleo a los imperialistas para exigir que los impostores dejen de atacar a los norcoreanos. Y, mucho menos, los proletarios de Estados Unidos declararán una huelga de brazos caídos para exigir el cese inmediato de las acciones bélicas del Gobierno estadounidense. Más bien, continuarán trabajando, casi sin descanso, en las fábricas de armas y de abastecimientos para que los mercenarios cometan toda clase de tropelías contra los norcoreanos.

Para nosotros, sin decirle a nadie lo que deben o no hacer o pensar, creemos que no están dadas las condiciones internacionales para que Corea del Norte se enfrente en una guerra con Estados Unidos y Corea del Sur. Casi todos los Estados del planeta le caerán encima al Estado norcoreano como si fueran una jauría de lobos contra una presa prácticamente indefensa aunque mucho veneno tenga su cuerpo para matar a sus detractores. En todo caso, si llegase, cosa que no deseamos y debería evitarlo el mundo democrático, a producirse un conflicto entre Corea del Norte, por un lado, y, por el otro, Estados Unidos y Corea del Sur, no tenemos ninguna duda  estar –por lo menos espiritualmente- con los norcoreanos aunque no compartamos su forma de Gobierno.



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El Pueblo Avanza (EPA)


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