Que nadie meta el mojón político que en Egipto hubo una revolución de primavera o que con el golpe de Estado que derrocó a Mursi es una primavera de revolución. Ninguna lucha política en Egipto ha tenido olor a revolución ni en el derrocamiento de Mubarak ni en el de Mursi. El islamismo se atraviesa casi como muro inexpugnable entre la política y la ideología. Y desvía o a la una o a la otra hacia la religión sin darse cuenta que dejan sin definición al Dios-Alá y clandestinizan al profeta Mahoma sin mucha base social. El ejército egipcio continúa siendo un real instrumento de poder para la alta burguesía egipcia. Es todo. Nada quiere saber de proletariado, de anticapitalismo, de socialismo. La riqueza privada y el privilegio individualizado son demasiados decisivos para los que mucho tienen y por eso actúa en contra de los muchos que nada o casi nada tienen, salvo una pesada cadena que los oprime y de la cual están obligados a despojarse para ser libres.
En una guerra civil es muy difícil llevar una estadística de los muertos –en general- y, especialmente, cuando es prolongada. Pero en una insurrección sí es posible determinarlo en poco tiempo. La insurrección es cuestión de pocas horas en que se gana o se pierde el poder. En Egipto no hay ni guerra civil ni ha habido insurrección. Por ello, esos más de 500 muertos requieren de una explicación concreta y nada justifica esa masacre o genocidio, aunque el Ministro del Interior haya bailado en una sola pata de emoción. Al Gobierno egipcio no le duele la cantidad de muertos que pertenecen al pueblo, a la sociedad civil. Lo que les duele son los pocos policías y soldados que murieron. Quería que todos los muertos fuesen civiles para que la celebración de la victoria fuese integral, cristalina y darse la bomba de haber programado una táctica que condujo a una estrategia única: mantener el poder intacto aunque haya que matar el mayor número posible de civiles y de protestantes pero que ningún soldado o policía pierda la vida. El número de heridos es elevadísimo para la diferencia en la lucha entre civiles desarmados y soldados y policías armados. Frente a ese genocidio que en algún momento el pueblo egipcio debe cobrarlo sentando en el banquillo de los acusados a los genocidas, tuvo como respuesta inmediata la renuncia del Vicepresidente y Premio Nobel de la Paz (2005) Mohamed El Baradei en protesta y rechazo a la masacre.
Imaginémonos la inteligencia y la audacia –amén del valor- que debe poner a prueba un ejército que va a intervenir “militarmente” para hacer que gente del pueblo desarmada desocupe las plazas donde se había sentado para hacer valer sus protestas. Tiene que ser un ejército arrechísimo, impecable de esos que no cometen errores, y su Estado Mayor superior a todas las cabezas brillantes que han sido catalogadas como genio del arte militar. Bueno, eso es el ejército egipcio. Los generales egipcios han opacado las hazañas heroicas que en sus tiempos hicieron los genios militares en campos de batallas y no en plazas públicas: dispararon a mansalva a la gente que estaba desarmada. ¡Tremendo combate!
El Pueblo Avanza (EPA) y la UPV (Lara) llaman a toda la sociedad venezolana, a todos los partidos políticos, a todos los gremios, a todas las organizaciones, a todas las instituciones públicas y privadas a expresar su profunda condena al genocidio cometido por el Gobierno egipcio contra parte del pueblo egipcio. Es un crimen de lesa humanidad que no debe dejarse que quede impune. Es hora de la solidaridad con el pueblo egipcio y del estímulo para que se rebele contra un Gobierno despótico, mercenario, contrarrevolucionario y epígono de los dictados del imperialismo. Es imprescindible que el pueblo egipcio con la solidaridad internacional derroque al Gobierno de tendencia militarista que dirige absurdamente el destino de la nación. Lo que está aconteciendo en Egipto, en Siria, en Beirut, en Palestina y en el mundo entero es un reflejo exacto de la necesidad que triunfe el socialismo sobre el capitalismo para que cesen por siempre todos los conflictos sociales.
El Pueblo Avanza (EPA) y la UPV (Lara) se solidarizan con el pueblo egipcio pero no exigimos que vuelva Mursi pero tampoco con el Gobierno actual, porque tanto el depuesto como el actual son de tendencia reaccionaria y proimperialista. La lucha de hoy en día tiene que ser contra el capitalismo y por el socialismo. Cualquier otra vía no conduce a nada sino a empeorar la situación de la inmensa mayoría de explotados y oprimidos en la Tierra.