Por los favores recibidos…
Lo dijo Nicolás Maduro en su programa, porque la que entonces llamó «tinta del Diablo» certifica, confirma, autentifica las revoluciones. ¿Cómo se supo que Hugo Chávez era lo que seguirá siendo para siempre? Cuando los pueblos perciben que medios desacreditados cogen una tirria con alguien, comienzan a admirarle porque le confieren valor, honra y pregón. Ungen con un ínclito sello de garantía. Una pluma adquiere celebridad gracias a los plagios de que goza. El público juzga que si se la imita o copia reiteradamente debe ser porque vale la pena el original.
A veces son más reveladoras las enemistades que las amistades. Como la imitación, la envidia siempre es sincera, porque la adulación puede ser fingida. Quien envidia sufre, lo que le otorga heroísmo al bien que prodiga con tanta generosidad. Jonathan Swift dijo memorablemente que un talento se reconoce por la ola de necedad que se conjura en su contra.
Durante la ocupación nazi de Francia Jean-Paul Sartre escribió en el Café les Deux Magots o en el Café De Flore algo que se me grabó apenas lo leí: «A pocos metros de aquí [le Quai des Orfèvres] están deshumanizando a un hombre. Lo torturan. Si delata se convierte en un traidor. Si no, es un héroe. En ambos casos lo están deshumanizando».
La animadversión orienta. Chávez decía que si un día la canalla mediática lo elogiaba era porque había fracasado. Se supo que Leoncio Martínez, el popular Leo, era una gran persona cuando el zagaletón Caldera y otros fascistas le dieron una paliza. En dos años la cayapa opositora ha fortalecido a Nicolás Maduro. Como Pedro León Zapata cuando dijo: «No pido visa para los Estados Unidos porque temo que me la den. Lo que significaría que he perdido mi vida». Cierto, hay maneras de perderla antes de morir. Por eso alguien dijo poéticamente: «Que la muerte me sorprenda viviendo».
Hay personas enormes que quisiera entre mis amistades y otras que prefiero de enemigas, porque su ojeriza se trueca en homenaje y sirve de timbre y prez. En el curriculum vitæ debiera haber un espacio para enumerar a las personas que nos envidian. Ese elenco sería la más sincera y elogiosa recomendación. Debemos cuidar de quién nos declaramos enemigos, no sea que más bien enaltezcamos.
@rhm1947