Cuando llegamos a callejones sin salida, solo hay dos soluciones: la autoritaria y la democrática. Tsipras se ha atrevido con lo que no se atrevió la izquierda durante el siglo XX: confiar en el pueblo. Hoy empieza una nueva fase en Europa. Tiene como misión recuperar la senda que se perdió en el Tratado de Maastricht. Tiene enfrente a un enemigo muy poderoso. Recordemos que los principales responsables de las finanzas europeas vienen de Lehmann Brothers y Goldman Sachs, responsables de la crisis que estamos pagando los que no la hicimos. Eso es lo que nos está recordando Grecia. Y por eso el ensañamiento con este pequeño país. No vaya a ser que Podemos siga insistiendo en que Europa necesita otro camino y que ese camino sea cada día más posible.
Nos corresponde a todos nosotros exigir a la eurozona, a la Troika, a la Comisión Europea, al FMI que respeten la democracia que está en el corazón del proyecto europeo y que podemos empezar a recuperar gracias al coraje del pueblo griego. Varufakis fue expulsado de la reunión del eurogrupo, un organismo que hace y deshace sin ningún respaldo democrático. Europa ya no es ni siquiera educada. Otro tanto para la Troika, participada por el FMI. Aunque teniendo como directores a Stauss-Kahn, a Rato o a Lagarde, hoco que añadir. El pueblo griego ha hablado teniendo la información adecuada de la situación. Pese al miedo que han sembrado los mafiosos y sus voceros. Tsipras tiene hoy mucha más fuerza. Lo ha entendido Samaras, el lider de Nueva Democracia, el partido de la derecha a quien fue Rajoy a apoyar. No lo ha entendido el socialdemócrata que gobierna con Merkel en Berlín. Tampoco lo ha entendido el PP. Rajoy sólo está dispuesto a entender lo que le ayuda en su huida hacia delante.
Mucho por hacer. Y no es fácil. Los griegos han hecho su parte. Desencadenados, han salido de la caverna donde se confunden las sombras con la realidad. Es hora de que la ciudadanía europea empiece, por su parte, a hablar.