Lecturas de papel

Guerra avisada

La III Guerra Mundial ha sido el evento bélico más anunciado y promovido en los últimos 50 años. Ya hasta en sus cuartetas, Nostradamus da cuenta de esta guerra.

Desde que los pueblos francos comenzaron la invasión del Medioriente con sus cruzadas, quedó sellado este evento, que ahora se convierte en una espantosa realidad.

La denominada “mancha musulmana verde” se ha comenzado a desplazar de nuevo hacia Europa y el resto del mundo, conocido como Occidente, desde finales de la II Guerra Mundial.

Varios eventos nos hablan de sus antecedentes, en los últimos 25 años. Uno de ellos puede situarse en Argentina, cuando terroristas del Hezbolá destruyen la Asociación israelita, conocida como Amia, en 1994, causando cerca de 85 muertos y más de 300 heridos.

Otro momento terrible fue el derribo, en Nueva York, de las llamadas Torres Gemelas, en 2001. Dejó al menos cerca de 3000 muertos y miles de heridos. El atentado fue atribuido a Al Qaida y su líder, Osama Bin Laden.

Boko Haram, el terrorífico ejército de terroristas es otro antecedente. Esta organización busca implantar un estado islámico en Nigeria, y desde mediados de los años ‘90s., ha asesinado a más de 250 mil personas, incluyendo niños y ancianos.

En Afganistán, los grupos del talibán implantaron inicialmente un Estado islámico ortodoxo, y en la actualidad siguen intentando controlar ese país, así como regiones geográficas cercanas.

La Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) aliada de la OTAN, así como los servicios secretos, de inteligencia y contrainteligencia, han estado por años advirtiendo a los gobiernos europeos, de Japón, EE.UU., y de otras regiones, sobre estas y otras organizaciones, que, curiosamente, tienen todas un eje común: profesan la religión islámica y sus líderes más connotados, son de origen o descendencia árabe.

Lo ocurrido en París, donde se registraron 7 atentados con el resultado de 123 muertos y decenas de heridos, los anuncios del presidente francés, y posteriormente las declaraciones del secretario general de la ONU, indican que formalmente se declara la III Guerra Mundial.

Pero extrañamente esta es una confrontación bélica no tradicional. Y esto porque, además de sus antecedentes, no existe, formalmente hasta ahora, un país legalmente reconocido a quien declararle dicha guerra. El mal llamado Estado islámico, Califato, Daesh, ISIS o cualquier otro nombre, no está situado en parte geográfica que pueda ser visto como una entidad nacional como tal.

Además, no existe ejército formalmente estructurado tradicionalmente. Los combatientes son demasiado invisibles como para poder identificarlos, con uniforme y demás parafernalias.

Por otra parte, los recursos que administran estas fuerzas terroristas provienen, en gran medida, de países donde el reino de Arabia Saudí encabeza la lista, y después, los demás fondos, descansan en las bóvedas de bancos en países europeos, norteamericanos, canadienses y asiáticos.

Pero lo que llama la atención es que el armamento usado por estos grupos terroristas, conocidos hasta ahora, son las redes sociales. Se comenta que sus dirigentes han enrolado en sus filas a una cantidad significativa de especialistas en sistemas informáticos. Estrategia esta que ha sido ventajosa en el inicio de este terrible drama humano.

Curiosamente los grupos “madre” fueron creados por países desarrollados, básicamente EE.UU., y la antigua URSS, en sus días cuando intentaban apoderarse de vastas regiones del mundo.

Todas, absolutamente todas las organizaciones denominadas, por así decirlo, como terroristas, mantienen, desde hace más de 40 años, sistemas de relaciones que se han facilitado, para saber sobrevivir, camuflarse, y adaptarse a los nuevos tiempos.

Otra de las características de esta guerra, además de las indicadas, es que no cuenta con un sitio específico, geográficamente establecido. Su lugar es el Mundo. Si bien en estos momentos se identifican zonas de Siria-Irak desde donde se establecen campamentos de estas organizaciones, paulatinamente se verá que abrirán otras zonas de guerra.

Igualmente, las organizaciones en conflicto han desarrolla esta guerra como una confrontación bélica asimétrica. Por lo tanto, su forma de ataque es desde células independientes y autosuficientes.

En el caso de Latinoamérica, esta guerra no será ajena. Quizá en los primeros tiempos se identifique en regiones europeas, paulatinamente se irá desplazando a otros sitios. Y en ello, pareciera que el giro que dio hace algunos meses el Estado cubano, parece ahora entendible, dada la gravedad de los acontecimientos. Esta guerra encuentra a Cuba más cercana a los aliados occidentales que defendiendo el terrorismo, el fanatismo, y en definitiva, la religión islámica.

En esa misma situación, últimamente se han movido Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Colombia, Perú, México, e incluso Ecuador y Bolivia. No así Venezuela, donde existen lazos muy dudosos con estas y otras organizaciones para-militares.

No se olvide que, y esto ha sido conocido y registrado en los medios de comunicación sociales, desde hace años, se menciona la presencia de miembros de organizaciones terroristas, de Al Qaida, Hezbolá, así como campos de entrenamiento del FBLN, en el Alto Apure, e incluso, el adoctrinamiento en la fe islámica, de miembros de la étnia goajira, en el occidente venezolano.

Así que este delicado panorama bélico que se hace realidad encuentra a nuestro país, peligrosamente sesgado hacia esa mancha verde islámica que adelanta su cruzada, con presencia venezolana en escenarios internacionales y con respaldo, solapado, de la jerarquía y el poder del mismo Estado.



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Juan Guerrero


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