El viaje que llevó a Obama primero a Cuba y luego a Argentina, ha evidenciado el apego de los pueblos latino-caribeños a la lucha por la independencia, la justicia social y por su unidad. En el caso de Cuba y, si no fuera por otra razón, porque desencadenó un debate en los medios de comunicación y las redes sociales en el que intervinieron personalidades notables de la intelectualidad isleña que, además de desmontar la coreografía y escenografía de la visita y sus prolegómenos, propuso ideas valiosas para la actualización del proyecto socialista cubano en las nuevas condiciones de diálogo y relaciones diplomáticas a la vez que intensa guerra cultural con Washington. Su colofón fue el rotundo "no necesitamos que el imperio nos regale nada" con que Fidel concluyó su artículo titulado El hermano Obama.
Sería deseable que este debate continuara y sumara más voces, tan sano como demuestra ser para el vigor del socialismo cubano.
Cuando digo actualización no estoy pensando únicamente en el cambio de modelo económico en marcha, por importante que sea, sino en la reinvención -o perfeccionamiento- del proyecto nacional cubano en todos los aspectos, especialmente en lo político, cultural y social. Particularmente, en la enorme gravitación que en su concepción están llamadas a ejercer las sustancias proteicas de ética, justicia social, independencia nacional, pensamiento propio, igualdad y democracia participativa emanadas de la cultura e historia nacionales, que en gran medida explican por qué en Cuba se produjo la primera revolución socialista en nuestra América, precisamente lo que el inquilino de la Casa Blanca está empeñado en que los cubanos olviden para mirar "hacia el futuro".
Un futuro que, a juzgar por sus "sugerencias", torcería la esencia antimperialista, la profunda radicalidad social y solidaridad con el prójimo características de la Revolución Cubana para hacerla girar 180 grados hacia su disolución en el depredador sistema mundial dominante. Las sugerencias de Obama en su discurso del Gran Teatro Alicia Alonso de La Habana implican que Cuba sucumba al capitalismo parasitario y especulativo, fundado en el individualismo feroz y el sálvese el que pueda, generador de desigualdad social, desempleo y pobreza inauditos hasta en el propio corazón del imperio, así como de intervencionismo, violencia incontrolable y grave desgarramiento del tejido social en los países subordinados donde impone su macabra guerra "contra las drogas".
Un capitalismo que con el TPP, la Alianza del Pacífico y la resurrección de los tratados de libre comercio fomenta, como se evidenció en los discursos de Obama y Macri en Argentina, la división y reconquista de América Latina y el Caribe mientras continúa sus aventuras militares que han destruido naciones enteras en Medio Oriente y África.
El debate en Cuba ha puesto de manifiesto la trascendencia que en el diseño de la sociedad deseada por la mayoría tiene la preservación y fortalecimiento de la independencia y la libertad plenas respecto al imperialismo de Estados Unidos, en la medida en que fue este el que convirtió a Cuba, a la vez que era colonia de España, en su neocolonia, ya en la segunda mitad del siglo XIX, luego en un protectorado con la intervención militar de 1898 y el que ha recurrido a medios significativamente crueles, inmorales y genocidas a partir del triunfo revolucionario de 1959 para frustrar el sueño emancipador martiano que ha alimentado y sigue alimentando la mente y el corazón de gran parte de los cubanos.
La estancia en Argentina del presidente de Estados Unidos transcurrió paralela a una movilización popular nacional, que aunque omitida olímpicamente por Clarín y demás medios que antes hicieron llover calumnias y mentiras sobre los gobiernos kirhneristas, fue una de las más grandes y diversas por su composición social y de edades que se recuerde en muchos años. Lo más significativo fue el enérgico repudio a las políticas neoliberales de Macri que su visitante no paró de elogiar. Las fotos y videos muestran el rechazo al apoyo yanqui a la dictadura cívico-militar y sus crímenes de lesa humanidad e incluso a la misma presencia de Obama, mentadas de madre por medio, en el 40 aniversario del golpe de Estado que instauró aquella.
Si Obama vino a impulsar la contrarrevolución continental que Washington intenta montar desde el derrotado golpe de Estado contra Chávez(2002), lo que enseña este viaje es que tiene la caballada muy flaca.