¿Qué tiene Miami que tanto malandraje huye para allá? Vaticano de la corrupción. No me gustan los juicios globales sobre etnias, países y ciudades porque la humanidad ha acumulado demasiadas tragedias que comienzan por ahí. Pero es que sobre Miami gravitan el clima propicio para ciertas propensiones digamos que morales.
Por un clima muy malo se congrega allí lo peorcito y más violento de Cuba, Venezuela y otros lugares. Allí han anidado terrorismo, bombas, corrupción, truhanería, bellaquería, picardía, latrocinio, marrullería, tramposería y malas palabras. Obviamente toda generalización es peligrosa, sobre todo si no se hace bajo el rigor de la ciencia. No tengo motivos para pensar que en esa ciudad no hay gente benévola, como desde Alaska hasta Tombuctú, pasando por Tangamandapio y Paranguaricutirimícuaro. Ser humanos los recomienda poco, por algo Ambrose Bierce El Amargo diagnosticó en su Diccionario del Diablo:
Hombre, s. Animal tan sumergido en la extática contemplación de lo que cree ser, que olvida lo que indudablemente debería ser. Su principal ocupación es el exterminio de otros animales y de su propia especie que, a pesar de eso, se multiplica con tanta rapidez que ha infestado todo el mundo habitable, además del Canadá.
Algunos grupos humanos son marcados como iconos de ciertos rasgos: avaros, tontos, envidiosos y otras características, raras veces positivas, nunca verdad.
A menudo un grupo energúmeno hace tanta bulla en un sentido que termina copando la imagen general. Así, Miami garantiza para mucha gente impresentable la idea de que nadie le va a reprochar su ignorancia y su indecencia, porque ese es su icono: ciudad jaranera, iletrada, indecorosa y sin amor. Y se vuelve círculo vicioso porque esa imagen de Miami Vice atrae más impresentables, lo que arma una masa crítica de personas así. Por eso para cierta muchedumbre Miami es el sitio para estar, vivir, conspirar, jaranear, derrochar lo mal habido, como en aquel documental Mayami nuestro. Era el reino indisputado de los Tabaratodamedós de la época de la Champaña Admirable del Primer Carlos Andrés Pérez.