La derecha no espera "el momento político", lo crea, usando cualquier tipo de artimañas jurídicas, económicas, conmociones sociales, vías parlamentarias, acaparamiento de productos, guerras psicológicas, donde las batallas se dan en las mentes de los ciudadanos. Algún tiempo atrás planteamos esto analizando el caso de Honduras y el Presidente Zelaya. Ver: http://www.aporrea.org/internacionales/a81789.html.
De tal manera que lo que acaba de pasar en Brasil (y continuará ocurriendo) con la Presidenta Dilma Roussef en la cámara de diputados del Congreso, es una guerra avisada en la que a los gobiernos "progresistas", populares o socialistas los matan por descuidados, o por carecer de estrategias adecuadas para resistir, contraatacar y tomar de nuevo la vanguardia de los procesos sociales que beneficien al pueblo.
Ya ha pasado en otros momentos en nuestra historia remota (años 50 y 60) y en la historia reciente (del año 2000 para acá) cuando las oligarquías nacionales de varias naciones aliadas al imperio norteamericano han generado campañas multifactoriales que manipulan a los sectores más recalcitrantes de las denominadas "clases medias" y del propio pueblo al que explotan, para derrocar gobierno populares como los de Brasil, Uruguay, Nicaragua, Chile, Honduras, Paraguay, Venezuela (11 de abril 2002).
La burguesía tiene muy claros sus objetivos: mantener la dominación, el poder real como sea. Así lo expresamos también anteriormente. Ver: http://www.aporrea.org/actualidad/a215648.html. "La lucha de clases no es un juego de virtualidades, de eso que llaman el mundo 2.0 (que es importante, pero no vital), sino en las realidades económicas, políticas, sociales, culturales, mediáticas y psicológicas. Es lo que se evidencia con lo que conversan como si fuese algo natural (que lo es para ellos) Mendoza y Hausmann. Ya lo decía Clausewitz en su concepción de la guerra: "Al hablar de destrucción de fuerzas enemigas hemos de observar que nada nos obliga a limitar este concepto simplemente a las fuerzas físicas, sino que por el contrario, deben comprenderse en ellas, necesariamente, las morales". Usando el poderío económico que detentan impone su ideología para que los dominados proyecten en los líderes populares lo que no son, sino que los colocan como los dominadores achacándoles características de autócratas, dictadores terroristas y ahora, de corruptos. En el texto de Ibar varas: "Los riesgos de la ideología" se plantea lo siguiente: "Un filósofo contemporáneo recomienda que la investigación sociológica esté inspirada por una "mirada irónica, que desvele, desenmascare e ilumine lo oculto" (Bourdieu. 2003). Todo parece indicar que la ideología oculta, cubre de velos y enmascara la realidad y hacen falta nuevas iniciativas, audacia intelectual y cierta dosis de irreverencia (como el recurso socrático de la ironía) para estudiar qué hay en el decurso histórico que nos ilumine para alcanzar la máxima claridad sobre el asunto que nos preocupa".
Cuando observamos multitudes en Argentina, Paraguay, Venezuela o Brasil aclamando a los representantes de la clase dominante, algunos pueden mostrar estupor ante ese avance de la derecha. La explicación sigue estando en el dominio económico e ideológico que esta clase social ejerce sobre la sociedad y sólo en algunos procesos sociales como el cubano, el nicaragüense, o el venezolano durante Chávez, ha podido superarlo basado en la formación popular y en lograr acoplar la fuerza armada consciente junto al pueblo consciente.
Sólo el pueblo movilizado de Brasil logrará detener este avance de la derecha, basado ahora en el control parlamentario, de eso que se llama (marxistamente hablando) el parlamento burgués y la democracia representativa que se pone al servicio de la clase dominante.
¿Pasará lo mismo en Venezuela? El pueblo lo decidirá. Acá los representantes de la burguesía han determinado que pueden usar cualquier salida contra el gobierno bolivariano: salidas violentas, explosiones sociales, renuncia obligada del presidente, recortes de período de gobierno o referéndum revocatorio aprovechando el descontento popular creado por la escasez, el desabastecimiento y los errores propios del gobierno venezolano. Así que tanto la dirigencia revolucionaria, el pueblo bolivariano, la fuerza armada consciente y todos los sectores que defienden los avances del chavismo en Venezuela, deben poner todo de sí mismos para que esto no ocurra en nuestra patria. ¡¡Vacilar es perder!!