El presidente Santos fue a Londres a recibir un premio que no le toca. La paz en Colombia, o al menos, el avance que ha habido no es obra de Santos, es obra de Venezuela, que ha aguantado 60 años, recibiendo sin discriminación alguna millones de desplazados colombianos.
No voy a referirme a las ingentes gestiones del gobierno de Hugo Chávez para encaminar a Colombia por la senda de un dialogo sincero por la paz, prefiero irme al pasado, total hay 60 años de historia para recoger hechos. Recuerdo claramente cuando el presidente Luis Herrera Campis creo un registro de extranjeros en Venezuela. Un registro para intentar resolver el soberano problema de inmigración, que por las trochas, es decir a pie, venía desde Colombia. Miles de barrios populares, humildes, en Venezuela fueron creados por colombianos. Y aunque Luis Herrera dijo el día que anuncio aquel registro de extranjeros que Maracay y Valencia eran las palabras mágicas en Colombia, hay barrios de colombianos hasta en Margarita.
El premio Noble de la Paz, Juan Manuel Santos, fue el ministro de la defensa de Uribe que invadió a Ecuador para asesinar a Raúl Reyes, para recordar solamente un episodio, que podríamos juntar con innumerables masacres más, y que a diario suceden, pues todavía suceden en las zonas más deprimidas de Colombia. Así que ese nuevo premio por diplomático debe haber sido acordado en un helicóptero Pave Hawk artillado, de esos que acostumbra a usar la OTAN.
Pero dejemos hasta allí lo de los premios, y vamos a lo de las pesadillas.
Dijo Santos que Venezuela era su peor pesadilla, y lo creo. Las pesadillas son causadas por indigestión o por un problema de pena moral. Es más, cuando una persona dice tener "su peor pesadilla" es claro que no tiene una pesadilla, sino varias. Por lo tanto el remordimiento de conciencia del presidente Santos debe ser mayúsculo, y no creo que sea por andar recibiendo premios internacionales como quien "gana indulgencias con escapulario ajeno" sino porque debe estar que revienta de pena (es una forma de decir que sabe que hizo o hace daño, pues pena no tiene el sinvergüenza). Santos se sabe arrastrado servil a los designios de sus amos gringos.
El hambre en Venezuela, hambre de muchos venezolanos y de muchos de los 5 millones de colombianos que aquí viven, es, en muy buena medida, culpa de Santos. Él no ha tenido las bolas de revocar ese régimen cambiario que en Cúcuta desvaloriza la moneda venezolana sin ningún pudor. Él no hace nada para evitar el contrabando de extracción de aquí para allá, cosa que él debería ver como un contrabando ilegal que ingresa mercancías a su país sin ningún impuesto aduanero y que él debería combatir para proteger a sus productores, ni siquiera debe hacerlo por Venezuela, sino porque él es el presidente de Colombia, y debe proteger a sus empresarios. No lo hace, porque el subsidio que el Estado venezolano aplica para los venezolanos y los 5 millones de colombianos que aquí viven le está resolviendo el drama social allá.
Él tiene pesadillas porque se sabe arrodillado al narcotráfico, y si no obedece lo joden, él tiene pesadillas porque sabe que los gringos están usando el territorio colombiano para producir cocaína, "producto" que de vez en cuando pasan algunas toneladas "visibles" por Venezuela, para acusarnos de narco-estado, mientras miles de toneladas "invisibles" fluyen desde sus propias costas hacia los EEUU.
Estoy segurísimo que en las pesadillas de Santos no aparece Freddy Krueger, pues en cada pared del palacio de Nariño, y en cualquier oficina de Colombia aparece el retrato de un venezolano llamado Simón Bolívar, cuyos ojos negros, fulgurantes ojos negros, deben quemar el alma a Santos. Todos los días tiene que verle los ojos al padre Libertador, así que Santos tiene pesadillas porque sabe que todo el mundo lo sabe, él ha convertido a Colombia en la Cain de América.