A los jóvenes de hoy, que no la vivieron, porque eran muy niños o no habían nacido, hay que decirles que la invasión no fue algo malo que le pasó hace tiempo a gente vieja. La invasión de 1989 es algo que les incumbe porque ha determinado al país que les toca vivir. Sí, los jóvenes de hoy son también víctimas de la invasión.
La cruenta invasión del 20 de Diciembre de 1989, con su secuela de centenares o miles de muertos, sus dos mil heridos, sus 20 mil refugiados de guerra, su destrucción de El Chorrillo y sus miles de millones en pérdidas materiales, no fue realizada por Estados Unidos "para sacar al dictador", como falsamente se dice a la juventud.
El dictador, Manuel Noriega fue por muchos años aliado de los norteamericanos. Incluso, un par de meses antes, el 3 de octubre, el coronel Moisés Giroldi lo detuvo y se los ofreció a los gringos, y no lo quisieron. Estados Unidos, la principal potencia militar del mundo, no invadió Panamá para "llevarse a un hombre". Los objetivos eran otros y todavía se están cumpliendo, el país sigue sufriendo las consecuencias 28 años después.
Los objetivos reales eran tres: imponernos un modelo económico neoliberal; imponernos un régimen político oligárquico y corrupto, con careta "democrática", pero leal al imperio; y asegurar el control de la reversión del canal en manos "confiables" de la oligarquía, así como nuevos acuerdos de seguridad que suplieran a los anteriores sitios de defensa.
Los dos primeros objetivos están hermanados, pues ambos, dieron el origen a la crisis del régimen militar a partir de 1984. Ese año, un acuerdo entre la cúpula militar norieguista y la embajada de Estados Unidos, decidió imponer mediante el fraude electoral a Nicolás A. Barletta en la presidencia, con el objetivo de que aplicara un drástico plan neoliberal.
El gobierno de Barletta-Noriega-Embajada yanqui, no le importó el estigma del fraude y procedió, con un paquete de ley con privatizaciones, reformas laborales, alza de impuestos, congelación de salarios, etc. La gente se echó a la calle, se lanzó una ola de huelgas de empleados públicos, educadores, médicos, estudiantes y obreros.
Barletta tuvo que suspender su ley, pero intentó aplicarla indirectamente. Pero todos sabían que no había democracia, pese a las elecciones, y que el gobierno intentaba hacer pagar a los más pobres la crisis económica. En ese conflicto se pasaron cinco años de crisis.
Hasta que, en algún momento de 1989, ante un segundo y más descarado fraude, el gobierno de George Bush decidió que debía invadirnos para imponernos el modelo político y económico que les convenía.
Sobre la pila de cadáveres, los políticos y partidos que ustedes conocen, con la mediación de los generales norteamericanos, montaron un régimen dizque democrático, mientras se enriquecen a costa del estado. Al pueblo le han aplicado lo que no pudieron en los años 80: reformas al Código de Trabajo, privatizaciones, destrucción de los servicios públicos, la educación y salud, hasta llegar al país caótico e inoperante que ustedes conocen.
Jóvenes del siglo XXI, si ustedes repudian la corrupción política generalizada de nuestras instituciones, sepan que se debe a la invasión norteamericana de 1989; si a ustedes les parecen caros y malos los servicios de luz, telefonía y recolección de basura, se lo deben a la invasión; si no encuentran empleos con buenos salarios y estables, se debe a la invasión; si les parece mal que el canal y sus áreas revertidas se manejen a beneficio de una minoría, se debe a la invasión.
Cuadro de Jaime Ricardo, pintor y militante antiimperialista panameño