La frontera rusa se cierra de nuevo ante la entrada de alimentos provenientes de occidente para proceder a su destrucción, ante la presencia de elementos contaminantes, (transgénicos), otros, como frutas y quesos que es imposible encontrar en las tiendas y abastos de cada provincia por lo alto de sus costos y las deficiencias sanitarias en la elaboración de los mismos, mientras la población civil eleva sus quejas, abriendo grietas en la comunicación dirigencial de la base progresista.
Moscú, viene vetando, de una manera progresiva los productos procedentes de colonias norteamericanas y, solo se espera un punto de acuerdo con la UE, (Unión Europea). Además de lo anteriormente mencionado, tenemos Lácteos, hortalizas y aceites vegetales. Aunque, esta medida de embargo, tiene su punto de origen desde el 15 de agosto de 2016.
La agencia central rusa define que Letonia, Polonia, Belgorod, Turquía y Bruselas como los Estados enlaces para hacer pasar estos alimentos al otro lado de la frontera, no olvidemos los melocotones y nectarinas.
En Venezuela, los colonos de La Colonia Tovar y altos de Mérida, cambiaron el cultivo de verduras y melocotones por fresas, pensando en el mercado europeo, productos que prácticamente han quedado varados en el mercado interno y exportador por las sospechas sanitarias y alto valor de su pesaje por libras o kilogramos.
Los rusos, pese a sus enormes recursos naturales, importan más de la mitad de la comida que consumen. Por eso muchos ciudadanos no pueden entender que se destruya comida a esa escala en un país donde la fruta es un lujo para algunos. El Partido Comunista ruso, que aprovecha la vertiente social de la acción de gobierno para resolver su cupo de críticas al régimen, ha torcido el gesto. Su líder, Guennadi Ziuganov, habla de "medida extrema". También hay una petición firmada por más de 250.000 personas en la web Change.org pidiendo que la comida se reparta entre veteranos, minusválidos y necesitados en general. Y no vaya a los túneles y trincheras
El ministro ruso de Agricultura, no acepta la idea de repartir los alimentos incautados: "La práctica mundial consiste en destruir los productos de contrabando. No podemos tolerar que alimentos de dudosa calidad se envíen a nuestras tiendas o a las redes de distribución, pues pondríamos bajo riesgo la salud de la gente", ha dicho el ministro al conglomerado soviético.
Durante las últimas semanas hemos presenciado un intercambio de sanciones comerciales mutuas entre Rusia y la UE y Estados Unidos. Las sanciones occidentales hacia Moscú comenzaron de forma tímida allá por el mes de marzo, en los albures del Maidán y con la anexión de Crimea a la Federación Rusa y sin otros objetivos concretos que los deamedrentar a Putin en su estrategia en Ucrania y su acción hacía Siria. La ineficacia de estas medidas ha quedado patente dado los derroteros por los que ha transcurrido el conflicto, en el que Rusia ha continuado apoyando a los rebeldes prorrusos, si bien desde posiciones discretas.
Estados Unidos de Norteamérica y la Unión Europea, vienen atacando la industria militar, energética y al sistema financiero ruso, con medidas potentes que limitan su acceso a occidente y que puede provocar un leve estancamiento de su economía
La ausencia de tecnología enfocada a la explotación energética, así como el bloqueo comercial de la producción de empresas como las de las firmas energéticas Rosneft y OAO Novatek, puede llevar al estancamiento de su producción y, por ende, de ingresos. Estos fueron los ases que tanto Estados Unidos el 16 de julio de 2017, como la Unión Europea el 31 de ese mes, pusieron sobre la mesa.
El mundo financiero, hace un nuevo giro político y el subsecretario de Estado adjunto para asuntos del hemisferio occidental de Estados Unidos, Michael Fitzpatrick, se refirió en una oportunidad a las medidas económicas impuestas por su país contra Venezuela y señaló que el Gobierno estadounidense revertiría "esas sanciones financieras cuando el Gobierno (venezolano) o los funcionarios cambien su rumbo".
Lo que indica, muy claramente la globalización de la economía y sus sanciones a quienes buscan violentar sus cauces de crecimiento.
Algunos dirigentes políticos latinos y de España, como Pablo Iglesias, difunden sus ideas, argumentadas en el clasicismo y las cuales traen confusión política y desean darse una apariencia de añejos entre imágenes de viejos dirigentes comunistas y playboys, a la larga esta simbología repercute en la administración financiera internacional controlada por los bancos.
Así que la confrontación USA- Rusia sigue larvada, ante un gobierno de La Habana muy silencioso que no quiere recibir aristas de mala vibra, porque los nuevos Estados progresistas no quieren evolucionar y desean una postura mesiánica, como la del Medio Oriente
Tras la caída de la Unión Soviética en 1991, Rusia vivió un largo periodo de inestabilidad política e incertidumbre, que amplió de manera dramática la brecha entre las personas ricas y pobres. De acuerdo con estadísticas oficiales rusas, más de 20,6 millones de personas ganan por debajo del nivel mínimo de subsistencia y luchan cada día por cubrir sus necesidades básicas. Muchos no pueden todavía acceder a servicios sociales básicos, como la atención sanitaria. Aún queda mucho por hacer para transformar el país. Al mismo tiempo, Rusia es la décima economía mundial – y se espera que aún crezca más. Como potencial mundial y miembro del G8 y G20, Rusia tiene un importante papel que jugar a nivel mundial en relación a justicia económica, cambio climático y financiación internacional para el desarrollo.
La posguerra europea, nos ha enseñado y amaestrado para sobrevivir, sobre todo, en Suramérica donde se integraron muchos colonos. Los alimentos en producción siempre se han respetado, y más las comidas procesadas, heredándose de generación en generación. Pero, las grandes plantas, no solo desean industrializar la comida, sino, su administración ya cuenta con financistas que le colocan precios, como es La Polar, en Venezuela que recibe dólares del gobierno bolivariano de Venezuela y abusa de los índices alimenticios y el valor de cada producto procesado.
Rusia, cuya historia del siglo XX, podría trazarse a base de hambrunas, desde la de Ucrania, pasando por el cerco de Leningrado, hasta las variadas tormentas alimenticias de Boris Yeltsin, nos demuestra que el alimento ruso es sagrado y no va a recibir influencias mercantiles transgénicos, menos los provenientes de México.
En la actualidad, los que más sufren el hambre en Rusia son los niños en los orfanatos, además de los ancianos. Durante recientes visitas a las capitales rusas muchos dirigentes occidentales progresistas han visto con inquietud a los abuelos que, para ganarse unas monedas, ofrecen en la calle ramilletes de flores marchitos recogidos en el campo. Pero, Vladimir Putin ha venido castigando severamente a los promotores de tal adversidad con cárcel permanente, porque el alimento es sagrado.
En Venezuela, sucede lo contrario, siendo un país socialista, el gobierno favorece el mercantilismo, bachaquerismo y apoya un ala del ejército que controla los mercados mayoristas y revenden comidas a altos precios.
Los rusos, no desean el pase de comida contaminada a su territorio, menos transgénica y mexicana, no desean enfermar a la población, porque, a la larga resulta más penoso, sobre todo el proveniente de la carne de cerdo y el maíz.
Rusia, al igual que Venezuela esta infiltrada por occidente y hay un historial de hombres y mujeres que han jugado con el destino de los pueblos y deben ser juzgados y encarcelados.