Cuando los desquiciados sionistas estadounidenses de autoproclaman "excepcionales" lo que quieren decir es que ellos están al margen de cualquier elemental respeto a las leyes, los acuerdos internacionales, el respeto a la convivencia civilizada, la posibilidad de la paz.
No se trata de cualidad alguna y mucho de capacidad singular alguna. Simplemente, se sienten una excepción respecto del "resto".
Les "vale verga" cualquier ordenamiento jurídico, cualquier soberanía, cualquier frontera, cualquier límite a su locura.
Asesinar impunemente a un comandante iraní en territorio irakí, evidencia lo que acabo de decir. Pueden hacer lo que quieran, donde quieran cuando quieran y contra quien se les antoje.
Cada loco sionista estadounidense está auto-convencido de la certeza de su "excepcionalidad" establecida por "mandato divino". Al elegir a su pueblo, Dios los "exceptuó" de todo orden, de todo mandato, de todo respeto que no provenga de su palabra. El problema es que al no existir Dios, tampoco existe su palabra. Menos, "excepcionalidad" alguna. Sólo doctrina, sólo mito.
No se confunda. La "excepcionalidad" de los estadounidenses nada tiene que ver con cualidad alguna superior. Se consideran tales porque para ellos no existe ordenamiento social, político y legal que no sea el que pretenden imponer al mundo por el terror, los genocidios, los magnicidios.
Así lo quieren Dios, del que dicen es un ser excepcional; Jesús, su hijo excepcional, y el Espíritu Santo, la otra excepcionalidad. Excepcionales, porque nada ni nadie los pueden explicar y menos juzgar. Sólo aceptar.
Trump no es más que un loco excepcional para este tiempo. Un excepcional que, paradójicamente, enfrenta un juicio político; pero del que ahora, gracias a su magnicidio (Mossad.CIA), será "exceptuado".