La revolución de Lieja (1789-1794) Deuda e impuestos entre las causas de la Revolución

 

Lieja en 1770, mapa realizado por el cartógrafo Ferraris

Tras los pasos de la Revolución francesa que había estallado el 14 de julio de 1789, la revolución en Lieja comenzó el 18 de agosto de 1789. El pueblo de París había tomado la bastilla el 14 de julio y el pueblo de Lieja tomó el Ayuntamiento y la Ciudadela el 18 de agosto. En los dos casos el pueblo estaba exhausto ya que la situación económica era dramática. El pan había alcanzado un precio insoportable. El pueblo se rebeló contra un régimen que hacía pagar la factura de su incuria y de sus fastos mediante los impuestos y las tasas, que hacían disminuir los escasos ingresos de las clases populares hasta el punto de que cada vez era más difícil alimentarse.

 

 

 

Sommaire

 

 

 

Principado de Lieja y Países Bajos austríacos en la víspera de la Revolución de 1789

Tanto en el Reino de Francia como en el Principado de Lieja, pequeño Estado independiente situado en la parte más occidental del Sacro Imperio Romano Germánico, del cual hacia parte, el antiguo régimen absolutista estaba en crisis. La deuda acumulada por el soberano, ya fuera el Rey de Francia o el Príncipe-obispo de Lieja, gravaba el presupuesto del Estado. Sin embargo, el clero y la aristocracia, que apoyaban a ese régimen, no pagaban ningún impuesto. Peor aún: el clero, que era el mayor terrateniente, hacía pagar el diezmo a los campesinos que vivían en sus tierras. La aristocracia también obligaba a sus súbditos el aporte de tributos. Las clases populares de la ciudad y del campo, así como la burguesía, exigían que la carga de las diferentes contribuciones financieras que debían pagar fuera repartida de otra manera y que el clero y la aristocracia tuvieran que también pagar impuestos. Existía un rechazo al tipo de gastos que realizaba el poder monárquico absoluto. Tanto en las clases populares como en la burguesía, existía la voluntad de conseguir la democracia política mediante la acción. Se trataba también de acabar con la arbitrariedad y las múltiples formas de injusticia.

Los comienzos de la Revolución de Lieja

En agosto de 1789, el Antiguo Régimen se derrumba en el principado de Lieja. El 28 de agosto, el Ayuntamiento de Lieja fue invadido por una masa de proletarios y semiproletarios conducidos por burgueses radicales como Fabry, jurista, Gossuin, patrón armero y algunos nobles, como el barón de Chestret, representante de la pequeña y mediana nobleza. La muchedumbre destituyó a los burgomaestres y a sus consejeros que estaban a las órdenes del príncipe-obispo conservador, y designó en su lugar a Fabry y a Chestret.

Busto de Jacques-Joseph Fabry en el Ayuntamiento de Lieja

Simultáneamente, un grupo de insurgentes armados neutralizó y luego licenció, sin el más mínimo derramamiento de sangre, a la guarnición militar situada en la Ciudadela. Poco después, Chestret, empujado por las masas, fue a buscar al príncipe-obispo a su castillo de Seraing, a unos 6 km de Lieja. Por la tarde, este último fue llevado al Ayuntamiento, donde tuvo que firmar el acta de reconocimiento de las nuevas autoridades comunales. En los días siguientes, el entusiasmo revolucionario se extendió a las otras 22 ciudades del principado, en las que se reemplazaron los principales magistrados del Antiguo Régimen. [1]

En la vía del desarrollo capitalista

Seiscientos mil habitantes tenía en ese momento el principado, y su capital cerca de sesenta mil, o sea, como Amberes y Gante juntas y un poco menos que Bruselas. Disponía de una industria manufacturera más desarrollada que la de los Países Bajos austríacos, cuya capital era Bruselas, llamados también Provincias Bélgica. El principado de Lieja constituía la región económicamente más avanzada en la vía del capitalismo manufacturero en el continente europeo. [2]
El principado de Lieja constituía la región más avanzada en la vía del capitalismo manufacturero en el continente europeo
Una quinta parte de la población era urbana, pero una parte mucho más importante de los habitantes del principado estaba, de cerca o de lejos, implicada con el desarrollo industrial y las relaciones capitalistas de producción. En efecto, en las regiones próximas a las ciudades, algunos burgueses habían implantado pequeñas manufacturas o contrataban a trabajadores rurales para un trabajo a domicilio. Eso permitía a esos burgueses eludir las corporaciones de artesanos. Alrededor de ciudades como Lieja, Verviers, Huy, Dinant, Châtelet y en la región de Couvin se multiplicaban los pequeños hornos, talleres de forja, fábricas de clavos y yacimientos de hulla, mientras que las fábricas de tejidos estaban instaladas en Verviers, en el país de Franchimont y en Thuin. Algunos autores designan a esos trabajadores con el término de «obreros-campesinos», ya que, en el seno de las familias rurales de esas regiones se yuxtaponían las actividades agrícolas y semi industriales. No obstante, en la mayoría de los casos, la actividad asalariada solo constituía un elemento de trabajo y de ingreso para esa clase semi proletarizada. No se trataba todavía de un verdadero proletariado asalariado.
Por otra parte, la burguesía enriquecida se había lanzado a un movimiento de acaparamiento de tierras comunales (los bienes comunales) del que se habían beneficiado siempre las comunidades rurales que habían conservado sus tradiciones colectivas: corte gratuito de la madera de los bosques, derecho de pastar para el ganado, derecho de cultivar los calveros, etc. La ciudad más evolucionada de la Europa continental con respecto a la generalización de las relaciones capitalistas de producción era Verviers.

Vista de Verviers por Joseph Fusell

Con la fuerza de sus diez mil habitantes, de reciente desarrollo gracias a su industria lanera, Verviers no contaba con importantes corporaciones de artesanos. Los burgueses, gracias a eso, pudieron desarrollar sin trabas sus manufacturas capitalistas. Saltándose la etapa de las corporaciones, los obreros de Verviers fueron pioneros al crear la primera caja mutual en 1729 y el primer sindicato obrero en 1759. Y llevaron a cabo huelgas.

En todos los rincones del principado, el alto clero y las órdenes religiosas, al costado de la nobleza de sangre, en declive, conservaban sin embargo un poder económico muy importante gracias a los vastos dominios agrícolas que explotaban para ellos un gran número de familias campesinas. Pero el rol económico de este alto clero y de las órdenes religiosas era mayormente parasitario, puesto que los enormes ingresos que obtenían de los campesinos no eran reinvertidos que muy parcialmente y en la agricultura.

El régimen político de Lieja estaba muy retrasado con respecto al desarrollo económico de la región. El monarca de Lieja era generalmente un noble extranjero salido ya sea de la nobleza del Sacro Imperio Romano Germánico o de la nobleza «francesa». Era elegido por el alto clero, y luego era nombrado obispo por el papa y príncipe por el emperador germánico. En principio, el príncipe-obispo debía dirigir el principado de acuerdo con los tres estados constituidos [3] El primer estado estaba constituido por el alto clero, el segundo estado por la nobleza (15 familias) que se suponía que representaba al campo en su totalidad, y el tercer estado correspondía a la burguesía y a los artesanos organizados por oficios (corporaciones).

En la práctica, el príncipe-obispo y el alto clero concentraban en sus manos el poder político.

En la práctica, el príncipe-obispo y el alto clero concentraban en sus manos el poder político. Efectivamente, un siglo antes, en 1684, [4]el príncipe-obispo de la época había suprimido el modo de elección democrático del tercer estado. Ese modo de elección por sufragio universal para los hombres se había ganado por una lucha intensa en el siglo catorce llevada a cabo por la burguesía y las corporaciones de artesanos, con enfrentamientos, a veces muy violentos con el príncipe-obispo, el alto clero y la nobleza. Desde 1684, el tercer estado que representaba las veintitrés «bonnes villes» (las ciudades más importantes del principado de Lieja, que podían erigir una muralla y un pórtico (perron), NdeT) fue elegido solamente por quinientos sesenta y siete electores. Constituido por los burgomaestres de todas esas ciudades, el tercer estado pasó casi completamente al servicio del príncipe-obispo y del primer estado. De cualquier manera, el tercer estado había perdido una parte del poder que tenía desde el siglo XIV al siglo XVII.

Crisis del régimen político

Los de arriba estaban en crisis puesto que no podían seguir gobernando como antes

La burguesía revolucionaria de Lieja se oponía violentamente a ese régimen político. Le reprochaba su carácter no representativo y parasitario, poniendo particular énfasis en el hecho de que el alto clero y la nobleza estuvieran exentos de pagar impuestos. En 1787, Fabry, uno de sus dirigentes, proponía la supresión de los impuestos indirectos, que pesaban sobre la burguesía y los pobres (artesanos, campesinos, etc.). Fabry proponía la instauración de un impuesto único sobre la fortuna de bienes inmuebles, y al mismo tiempo, denunciaba la mala gestión de la ciudad que se traducía en el hecho de que ¡un cuarto de la recaudación servía para pagar la deuda! Además, los burgueses revolucionarios protestaban contra la sumisión del tercer estado al príncipe-obispo.
En su programa político, proponían establecer una monarquía constitucional. Eso es lo que se colige de un texto de J. N. de Bassenge, uno de esos burgueses revolucionarios:

Pierre-Nicolas Bassenge (Connaître la Wallonie, connaîtrelawallonie.wallonie.be – Conocer la Valonia)

« ¡Pueblo de Lieja, sois un pueblo libre! Un pueblo es libre cuando solamente obedece las leyes que se da a sí mismo, por el consentimiento de todos los individuos que lo componen o por aquellos representantes nombrados y autorizados por el pueblo, por lo tanto, el pueblo solamente es libre cuando la soberanía, el poder legislativo, reside en la nación entera. El más alto funcionario de la nación, su jefe no su dueño, es el órgano de la voluntad nacional. Miembro de la soberanía cuando se trata de hacer la ley, es su único delegado para hacerla ejecutar. La hace promulgar una vez que todos hayan consentido; pero es solamente el órgano y no el intérprete, solo puede publicarla pero no cambiarla; e incluso solo puede hacerla ejecutar bajo normas prescritas». (J.N. de Bassenge, Lettres á l’abbé de Paix, citado por René Van Santbergen, «1789 au pays de Liége ou l’heureuse révolution». En Cahiers du Clio nº 14, 1968, p.56).
Por su parte, el estado noble, a pesar de ser privilegiado al estar exonerado de pagar impuestos, entró también en oposición con el príncipe-obispo y el alto clero, puesto que estaba prácticamente excluido del poder. Los burgueses revolucionarios comenzaron entonces una negociación con el estado noble para combatir al príncipe-obispo, al alto clero y ¡al tercer estado también! En resumen, los de arriba estaban en crisis ya que no podían gobernar como antes.

Descontento de las clases populares

Las comunidades campesinas emprendieron una acción judicial contra el clero ya que éste no cumplía con sus deberes (mantenimiento de iglesias, de sus escuelas…) a pesar de cobrar el diezmo.

El principado tuvo un fuerte progreso demográfico. Entre 1700 y 1785, la población aumento en cerca del 60 %. La existencia de una numerosa juventud constituiría un factor revolucionario determinante.

En vísperas de la revolución, la crisis económica golpeaba duramente a los trabajadores de ciudades y campos. El precio del pan se disparó y hubo un desempleo importante en las ciudades. En Verviers, en la que un cuarto de la población era indigente, la situación rayaba la catástrofe. En los campos, las comunidades campesinas emprendieron una acción judicial contra el clero por no cumplir con sus deberes (mantenimiento de las iglesias, de sus escuelas, de los cementerios…) a pesar de cobrar el diezmo. Los campesinos también presentaron recursos contra la nobleza, que exigía el mantenimiento de la servidumbre, y en contra de la burguesía que se apropiaba de los bienes comunales. Todo el pueblo se había sublevado por el hecho de que los pudientes exportaban el trigo agravando así la escasez de alimentos en el principado. En 1787-1789, se exportaron tres cuartas partes de la cosecha de trigo.

Pierre-Nicolas de Bassenge- Connaître la Wallonie (Conocer Valonia)

Finalmente, los acontecimientos revolucionarios franceses persuadieron a la burguesía a lanzar un movimiento popular para obligar al príncipe-obispo a realizar profundas reformas. Esos acontecimientos sirvieron sin duda como detonador, pero es evidente que todos los elementos para una explosión social ya estaban presentes en el principado de Lieja. Las proclamas revolucionarias ya circulaban en el segundo trimestre del año 1789.

1. La esclavitud, desde ahora, con ardor pisotearás.

2. Ningún impuesto, si no tienes representante pagarás.

3. De esos impuestos, la causa y el empleo claramente conocerás.

4. Nunca más, para engordar a los vagos pagarás.

5. Leyes buenas pero simples, sin disfraz, forjarás.

6. Del clero todo miembro inútil osadamente suprimirás.

7. Y de sus manos los bienes superfluos en el campo tomarás.

8. De déspotas la tierra irrevocablemente purgarás.

9. A los leguleyos, radicalmente sus uñas cortarás.

10. A los recaudadores radicalmente de baja los darás.

11. Tu estima por las virtudes y no por la plata guardarás.

12. A las dignidades gente de bien cuidadosamente colocarás.

13. Y sin gracia a cualquier perverso indistintamente castigarás.

14. Y haciendo eso cualquier abuso absolutamente destruirás.

15. Y de la esclavitud feliz y libre seguramente te volverás. Y así sea.
(Citado por R. Van Santbergen, Ibid., p.59)

El desarrollo del proceso revolucionario

El 13 de agosto de 1789, inquieto por el aumento de la tensión e instruido por la experiencia francesa, el príncipe-obispo anunció una convocatoria de los tres estados para el 30 de agosto. Contaba con proponer al clero y a la nobleza el abandono de sus privilegios en materia de impuestos. Igual que Luis xvi algunos meses antes, creyó que podía desactivar la bomba social.

Caesar_Von_Hoensbroech-Wikipedia

«Es aterrador que la administración, después de veinticinco años de paz y de tranquilidad, haya dejado crecer nuestra deuda nacional en varios millones.»

La burguesía y sus aliados nobles decidieron acelerar el proceso y pegaron en los muros de la ciudad el siguiente texto: «Pidiendo que el clero contribuya a las cargas públicas, no aliviamos a la clase pobre que tendrá que pagar tantos impuestos como antes (…). Es aterrador que la administración, después de veinticinco años de paz y tranquilidad haya dejado crecer la deuda en varios millones (…) Es a la fuente donde hay que ir (…) Se trata de la constitución nacional, todas nuestras preocupaciones deben conducir a dar a la nación una representación justa y legal. Ya es hora que nuestro fantasma de tercer estado deje lugar a esa representación nacional: ya es hora que el Estado inconstitucional y opresivo de 1684 sea destruido (…) Sobre todo, es necesaria una disposición (…) Querríamos (…) que eclesiásticos y seglares, nobles y burgueses se reúnan, que formen una sola familia, que haya para todos una única caja pública y que todos contribuyan en proporción a sus bienes y facultades. A este efecto, sería necesaria una reunión general (…) El momento de esta reunión no ha sido nunca tan próximo, el progreso de las Luces, el ejemplo de Francia lo llaman; y nuestras discusiones tan largas, tan penosas para todos, parece que lo anticipan. Esperemos ese bello día.» (Citado por R. Van Santbergen, Ibid., p. 60.)

Se trata de la constitución nacional, todas nuestras preocupaciones deben conducir a dar a la nación una representación justa y legal.

La auditoría ciudadana de los gastos públicos, de la deuda y de la política fiscal en el núcleo de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano

En la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano aprobada en París en agosto de 1789, tres artículos de los diecisiete están dedicados claramente a una auditoría ciudadana de los gastos públicos, de la deuda pública y sobre la necesidad de una justicia fiscal. El artículo 13 afirma que todos los ciudadanos, en función de sus medios, deben contribuir a la financiación de los gastos públicos. El artículo 14 indica que los ciudadanos, de manera directa o por medio de sus representantes, deben poder decidir («consentir libremente») sobre la financiación de los gastos públicos y de su empleo, y para poder hacer eso, deben poder auditar las cuentas públicas («seguimiento de su empleo»). El artículo 15 precisa « La sociedad tiene el derecho de pedir cuentas a cualquier agente público de su administración.»

«Artículo 13.-

Para el mantenimiento de la fuerza pública y para los gastos de administración, resulta indispensable una contribución común; ésta debe repartirse equitativamente entre los ciudadanos, proporcionalmente a su capacidad.

Artículo 14.-

Los ciudadanos tienen el derecho de comprobar, por sí mismos o a través de sus representantes, la necesidad de la contribución pública, de aceptarla libremente, de vigilar su empleo y de determinar su prorrata, su base, su recaudación y su duración.

Artículo 15.-

La sociedad tiene derecho a pedir cuentas de su gestión a todo agente público.»

Fuente: https://dhpedia.wikis.cc/wiki/Declaraci%C3%B3n_de_los_Derechos_del_hombre_y_del_ciudadano

La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano aprobada en la región de Lieja, en el congreso de Polleur en septiembre de 1789, afirma en términos similares los mismos derechos de los ciudadanos y en un lenguaje más claro que el de París:

Los artículos 13, 14 y 15:

• «Para el mantenimiento de una fuerza pública y de los gastos de la administración una contribución común es indispensable, y el reparto debe ser rigurosamente proporcional entre todos los ciudadanos de acuerdo a sus capacidades.

• Cada ciudadano tiene el derecho, por sí mismos o por sus representantes, de constatar la necesidad de la contribución pública, de la continuar libremente, de hacer un seguimiento de su empleo y de determinar la cualidad, la base impositiva, el movimiento y los plazos.

• La sociedad tiene el derecho de pedir cuentas a cualquier agente público de su administración.»]


Se debe subrayar una limitación fundamental del carácter democrático de estas dos declaraciones: las mujeres son excluidas del ejercicio de los derechos de los ciudadanos. (Véase el segundo recuadro).

Como lo hemos visto, el 18 de agosto de 1789 se dio un golpe decisivo al poder del príncipe-obispo. Sometiéndose a las exigencias prioritarias de los revolucionarios, parecía que el príncipe-obispo trataba de buscar un compromiso. Los dos nuevos burgomaestres de Lieja, Fabry y Chestret estaban dispuestos a ello, pero el 25 de agosto de 1789, bajo la presión popular, las nuevas autoridades tuvieron que suprimir todos los impuestos. El 27 de agosto, el príncipe-obispo decidió entonces dejar el país y se refugió en Tréveris, en el Sacro Imperio Romano Germánico, aunque, al poco tiempo, hizo un llamamiento para recuperar sus derechos.

Las masas se radicalizaron rápidamente, a pesar de que Fabry, que se volvió mucho menos radical después de la toma del poder, escribía el 5 de septiembre de 1789: «No sería imposible que las cosas se enredasen aún más aquí y que una segunda revolución más consecuente que la primera conduzca a otro orden de las cosas.»

La actitud negativa del príncipe-obispo bloqueó las posibilidades de transición fría como la deseaban los nuevos burgomaestres. Por consiguiente, estos fueron obligados a llevar a cabo una ruptura revolucionaria, en parte a pesar de ellos, y además temiendo al pueblo. Fabry escribió en 1791 a su amigo Lonhienne: «Tienen razón los que dicen que nuestra revolución fue demasiado precipitada. Yo no la quería en el momento en que la hicieron. Se lo había dicho un año antes a Mirabeau, que tenía la misma opinión, y que no se esperaba en ese momento la Revolución francesa. El ejemplo de los franceses calentó nuestras cabezas. Nos apresuramos el 18 de agosto de 1789, y fui arrastrado por un torrente. » (Citado por M. Bologne, la Révolution de 1789 en Wallonie, Editions Biblio, Lieja, 1939, p. 19). En efecto, Fabry y Chestret buscaron constantemente una conciliación, en principio con el príncipe-obispo, luego con el rey de Prusia, con éxito con éste último hasta abril de 1790. Su objetivo continuaba siendo establecer una monarquía constitucional apoyada en una asamblea de los tres estados. Solo queda decir que, empujados por las masas y por algunos dirigentes plebeyos, como el coronel Ransonnet, cumplieron una misión revolucionaria.

La revolución ganó el campo

¡La reivindicación de una escuela gratuita para los pobres aparecía regularmente!

En la rica zona rural de Hesbaye, donde las actividades semi industriales eran escasas, las comunidades de los pueblos se reunían en asambleas generales y escribían sus reivindicaciones, en las que la diana era el clero. Y un hecho muy interesante: ¡la reivindicación de una escuela para los pobres aparecía regularmente! En otras regiones agrícolas, se desarrollaban también las luchas campesinas y a veces eran violentas. Muy pronto, el campo revolucionario exigió estar representado en la dirección del principado. Y conseguirán satisfacción en junio de 1790, llevándose a cabo elecciones poco después. Participaron, en la primera vuelta, todos los jefes de familia hombres o, ¡excepcionalmente mujeres!

La marcha de mujeres del 5 al 6 de octubre de 1789 para conducir a la fuerza al rey a París.

Las mujeres están ausentes de la narración dominante de la revolución liejense y vieron como se rechazaban sus derechos cívicos y políticos.

En los diferentes libros dedicados a la revolución en Lieja, los autores no mencionan nunca o casi nunca el papel que tuvieron las mujeres. Sin embargo, como en toda revolución o en todas las luchas de emancipación, siempre tuvieron un papel determinante.

En un libre de referencia dedicado a la revolución, el de Adolphe Borgnet publicado en 1865, no se encuentra ninguna mujer en una lista de 563 personalidades que, según este autor, habían tenido un rol directo o indirecto en la revolución liejense.

No se menciona a la liejense Anne-Joséphe Théroigne aunque tuvo un papel destacado en el proceso revolucionario de París y también participó en 1790-1791 en la revolución de Lieja. Los miles de mujeres anónimas que, desde los momentos clave, permitieron una aceleración o una radicalización de la movilización son ausentes de la narración. En París, una gran mayoría de dirigentes jacobinos, sin embargo considerados radicales o revolucionarios, se opusieron a las mujeres que querían participar activamente en las tomas de decisión. Y es así como, a instigación de los jacobinos, fue prohibida la Sociedad de Republicanas revolucionarias, y disuelta en noviembre de 1793. Jean Pierre-André Amar, uno de los miembros de la dirección de los jacobinos había declarado: «Las mujeres son poco capaces de concepciones altas y meditaciones serias… Una mujer no debe salir de la familia para inmiscuirse en los asuntos del gobierno… Todavía nosotros balbuceamos la palabra libertad, y con mayor razón las mujeres, cuya educación moral es casi nula, comprenden menos los principios… No es posible que las mujeres ejerzan los derechos políticos.» (Citado por Daniel Guérin, en La lutte des classes sous la premiére république, tomo 1, p. 248) Frente a este tipo de argumentos, Claire Lacombe, una de las fundadoras y coordinadoras de la Sociedad de las Republicanas revolucionarias había declarado: «Nuestros derechos son los del pueblo y, si se nos oprime, sabremos oponer la resistencia a la opresión.» (Citada por Daniel Guérin, ibid., p. 246)

El marquesado de Franchimont en la vanguardia

En esa parte del principado, situada a cerca de veinte kilómetros de la capital, y que comprendía ciudades industriales (Theux y Verviers) y zonas más rurales (Jalhay), se manifestó, antes que en la capital, una verdadera efervescencia revolucionaria que comenzó el 6 de agosto de 1789. En esa región, la más avanzada en la vía capitalista, las contradicciones capital-trabajo, burguesía-obreros y campesinos estaba ya fuertemente exacerbada. Y por ello solo se encontraba, excepcionalmente, uno o dos capitalistas de Verviers en el movimiento revolucionario. Pierre Lebrun lo mostró en el estudio cautivante que dedicó a la industria de Verviers del siglo XVIII. En el pasaje siguiente Lebrun polemiza con Henri Pirenne, historiador que escribió una voluminosa historia de Bélgica: «Con respecto a la burguesía de Verviers, esta no puede ser "enemiga de privilegios o de viejas tradiciones sociales" por la excelente razón que ni unos ni otras ya no existían en 1789, sino a favor de la libertad patronal, amarrando la clase obrera. También, sería precisamente esa clase –de alguna manera, el cuarto estado– la que se sublevó, teniendo como líderes, como en todas las revoluciones, a personas descontentas provenientes de clases más altas. No hay en Verviers una "burguesía nueva, cultivada, activa, trabajadora y optimista y que confiara en el progreso, que proviniendo del pueblo, se creía también pueblo y que se figuraba que al liberarse, liberaba a la humanidad".» Esta visión seductora de H. Pirenne no presenta a nuestros ojos ninguna realidad. Los fabricantes de Verviers estaban lejos de «creerse el pueblo mismo» y no tenían ningún deseo de liberar al pueblo, ni de ganar para sí mismos una libertad que ya poseían totalmente. Más bien, despreciaban a los obreros y se burlaban de sus veleidades de revuelta. Pero H. Pirenne tiene razón cuando escribe «no fue el tercer estado, fue el cuarto que derrocó al poder, aportando a la revolución sus fuerzas que solamente habían ensayado en los disturbios.» [5]

El artículo 17 de la Declaración francesa, proclamando especialmente que «la propiedad es un derecho inviolable y sagrado», fue simple y llanamente suprimido.

Desde el 16 de septiembre de 1789, la asamblea del marquesado de Franchimont aprobó una Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano más radical que la aprobada en Francia algún tiempo antes. Es así que el artículo 17 de la Declaración francesa, que proclamaba especialmente que «la propiedad es un derecho inviolable y sagrado» fue simple y llanamente suprimido. En el artículo 3, en donde se declaraba que «toda la soberanía reside esencialmente en la nación», la asamblea de Franchimont reemplazó "nación" por «pueblo». También esa asamblea reemplazó el artículo 10, que estipulaba que «nadie puede ser importunado por sus opiniones, incluidas las religiosas, siempre y cuando sus manifestaciones no turben el orden público establecido por la ley», por: «Cualquier ciudadano es libre en sus pensamientos y opiniones».

Texto aprobado el 16 de septiembre de 1789 en el congreso de Polleur:

1.- Todos los hombres nacen y permanecen libres e iguales en sus derechos. Las distinciones sociales solo pueden estar fundadas en la utilidad común.

2.- El objetivo de cualquier asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescindibles del hombre, esos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad, y la resistencia a la opresión.

3.- Toda la soberanía reside esencialmente en el pueblo: ningún cuerpo, ningún individuo, no puede ejercer una autoridad si esta no emana expresamente.

4.- La libertad consiste en poder hacer todo lo que no moleste a otros; así que el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no tiene límites excepto aquellos que garantizan a otros miembros de la sociedad el goce de los mismos derechos: esos límites solo pueden ser determinados por la ley.

5.- La ley solo puede prohibir las acciones perjudiciales para la sociedad; todo lo que no está prohibido por la ley, no puede impedirse; nadie puede ser obligado a hacer algo que la ley no ordena.

6.- La ley es la expresión de la voluntad general, que no debe nunca alejarse de las reglas eternas de la verdad y de la justicia: todos los ciudadanos tienen el derecho de concurrir a su formación, personalmente o por sus representantes: debe ser la misma para todos, ya sea que proteja o que castigue: todos los ciudadanos son iguales a sus ojos, son igualmente admisibles a todas las dignidades, plazas o empleos públicos, según su capacidad y sin otras distinciones que las de sus virtudes y de sus talentos.

7.- Ningún hombre puede ser acusado, arrestado o detenido si no es en los casos determinados por la ley y según las formas que la ley prescribe; aquellos que solicitan, despachan, ejecutan o hacen ejecutar órdenes arbitrarias deben ser castigados; pero cualquier ciudadano llamado, o cogido en virtud de la ley, debe obedecer al instante, y será culpable si se resiste.

8.-La ley debe admitir solamente penas estrictamente y evidentemente necesarias; y nadie puede ser castigado si no es en virtud de una ley establecida o promulgada anteriormente al delito, y legalmente aplicada.

9.- Todos los hombres deben ser presuntos inocentes hasta que no hayan sido declarados culpables, si se juzga que es indispensable arrestarlo, cualquier rigor que no sea necesario para arrestar a esa persona, debe ser severamente reprimido por la ley.

10.- Todos los ciudadanos son libres en sus pensamientos y opiniones.

11.- La libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones es uno de los derechos más preciado del hombre; cualquier ciudadano puede, por lo tanto, hablar, escribir, imprimir libremente, salvo que tenga que responder por un abuso de esa libertad en los casos determinados por la ley.

12.- Si la garantía de los derechos del hombre y del ciudadano necesita de una fuerza pública, esta fuerza se la instituye para ventaja de todos y no para la utilidad particular de aquellos a los que se la ha confiado.

13.- Para el mantenimiento de esta fuerza pública y de los gastos de la administración es indispensable una contribución comunal, y el reparto debe ser rigurosamente proporcional entre todos los ciudadanos en razón de sus capacidades.

14.- Todos los ciudadanos tienen derecho, por sí mismos o por los representantes, de constatar la necesidad de la contribución pública, de continuarla libremente, de hacer un seguimiento de su empleo y de determinar su cualidad, la base imponible, el movimiento y los plazos.

15.- La sociedad tiene el derecho de pedir a cualquier agente público una rendición de cuentas.

16.- Cualquier sociedad en la que la garantía de los derechos no es segura, ni la separación de poderes determinada, no tiene constitución.

Fuente: http://www.senlime.be/si/
A lo largo del proceso revolucionario, el marquesado de Franchimont no dejó de hacer presión sobre el resto de los revolucionarios del principado y, cuando la intervención del Sacro Imperio, de enero de 1791, puso fin a la revolución liejense y obligó a muchos de los dirigentes revolucionarios de Lieja a refugiarse en Francia, varios de ellos se unieron a los Enragés en París.

Posición geopolítica estratégica de la revolución liejense

La revolución de Lieja ocupó una posición geopolítica estratégica en los procesos revolucionarios en Francia. Los dirigentes revolucionarios liejenses constantemente pidieron, entre 1789 y 1795, el apoyo de la Francia revolucionaria para hacer frente a las potencias monárquicas que la amenazaban militarmente, principalmente Austria, Prusia y el Círculo de Westfalia.

Como bien muestran los mapas geográficos, el principado de Lieja formaba parte del Sacro Imperio Romano Germánico y se situaba, aproximadamente en el límite entre Francia y el Imperio. Por consiguiente, la revolución que allí se desarrolló entre 1789 y 1795 representaba un interés estratégico para las potencias europeas, principalmente para Prusia, Austria (estas dos potencias formaban parte del Sacro Imperio Romano Germánico) y Francia. En ese momento, había una oposición radical entre la Francia revolucionaria y republicana y los regímenes monárquicos de Prusia y Austria adheridos al mantenimiento del Antiguo Régimen. Prusia y Austria querían impedir a cualquier precio la extensión /contagio de la revolución a sus territorios y para ello, querían acabar con el proceso revolucionario francés, y luchaban por el retorno del Antiguo Régimen y de la monarquía en Francia.

También había, a pesar de las apariencias, contradicciones y luchas de influencias entre Austria y Prusia. En efecto, como Austria poseía los Países Bajos meridionales (antiguamente bajo dominación española) cuyas ciudades principales eran Bruselas, Amberes, Gante, Tournai, Brujas… y tenían muchas fronteras comunes con el principado de Lieja, el rey de Prusia adoptó una actitud de contemporización en el conflicto entre los revolucionarios liejenses por una parte, y por la otra, un conjunto que comprendía Austria, el Príncipe-obispo Hoensbroek, derrocado en Lieja y refugiado en Tréveris a partir de 1789, el Círculo de Westfalia del que formaba parte el principado de Lieja, al lado de otros pequeños Estados como el principado de Münster, los ducados de Juliers y de Cléves y las ciudades imperiales de Colonia, Aquisgrán y Dortmund. Efectivamente, el rey tenía interés en impedir que Austria aplastara simple y llanamente la revolución liejense, puesto que eso hubiera reforzado a ese país frente a Prusia en el seno del Sacro Imperio Romano Germánico. Se puede ver en la cronología que hay en este mismo estudio, que el rey de Prusia intentó ejercer de mediador entre Austria y los revolucionarios liejenses que, además, habían enviado varias veces delegados a Berlín.

Los principales dirigentes revolucionarios de Lieja se refugiaron en París donde residieron durante los dos períodos de ocupación austríaca (de enero de 1791 a noviembre de 1792, y de marzo de 1793 a julio de 1794). En París, varios dirigentes revolucionarios de Lieja fueron invitados a hablar ante el poder legislativo. Durante el segundo exilio en París entre 1793 y 1794, se mantuvieron contactos estrechos entre Robespierre y varios dirigentes revolucionarios de Lieja, en el momento en que Robespierre tenía un papel determinante en la dirección de la República. Danton pasó un tiempo en Lieja en 1792. Este último era favorable a la anexión del principado de Lieja y de los Países Bajos austríacos, cuya capital era Bruselas, a Francia. De ese modo se desarrollaba la teoría de fronteras naturales de Francia que iban hacia el noreste hasta el Rin. Señalemos que Jean-Pierre Ransonnet, un militar revolucionario liejense que había participado, diez años antes, en la revolución norteamericana, tenía una visión política mucho más interesante: Ransonnet estaba persuadido que era posible convencer a los pueblos de la región del Rin de comenzar ellos mismos un proceso revolucionario para liberarse del Antiguo Régimen. Este militar pensaba que se podía exportar la revolución al interior del Sacro Imperio: «Es cierto que si yo tuviera mucha gente para llevar más allá del Mosa nuestro Evangelio a los pueblos palatinos, obligaría al enemigo a realizar diversión, a salir de nuestro país para poder defender el suyo. Pero llegarían demasiado tarde, porque los habitantes de las regiones ribereñas del Rin habiendo una vez saboreado por primera vez la libertad, extenderían ese bien con más ahínco.»

Entre 1790 y 1794, se libraron batallas importantes entre la Francia republicana, el ejército revolucionario de Lieja en un campo y en el otro Austria y Prusia. Se combatió en el territorio del principado de Lieja, o en su proximidad, por ejemplo en Maastricht, situado a 35 km al norte de Lieja, a fines de febrero y comienzos de marzo de 1793.

Creación de un ejército revolucionario
La inminencia de la intervención de las tropas del imperio, en mayo de 1790, llevó a los revolucionarios a crear, desde cero, un ejército. En algunas semanas, varias decenas de miles de semi proletarios, proletarios y campesinos se enrolaron voluntariamente. Se paliaba la falta de armas con horcas, picos, cuchillos…

En julio y en agosto de 1790, este ejército saldrá victorioso de los combates contra los austríacos.

El coronel Ransonnet, uno de los jefes revolucionarios más radicales (había participado en América del Norte en la revolución de 1776) escribía: «La tropa es valiente, bien animada; pero no hay subordinación ni obediencia (…) Los aristócratas deben tener miedo a su retorno ya que los conocen mejor que yo; no creo que los estados hagan con ellos los que los de Brabante con los brabanzones. (…) Adoran a Fabry, Donceel, Lesoinne, Cologne y los del Consejo que son demócratas, pero ellos suponen que nadan entre dos aguas, por lo que proponen recordarse a su retorno. (…) Pienso que tienen razón. No quiero nada para mí, pero si se hacen prebendas, injusticias a esos valientes, solo necesitarán forzarme a comandarlos y (yo) les probaré que la revolución ha sido realizada por el pueblo y para el pueblo.»

Pensaba en términos de exportación de la revolución al interior del Sacro Imperio.

La experiencia armada de las masas se tradujo en varios momentos, en las ciudades, en enfrentamientos entre los antiguos guardias de la burguesía adinerada (patricia) y las milicias patrióticas constituidas casi espontáneamente. Las causas de esos choques giraban, con mayor frecuencia, alrededor del cuestionamiento de la propiedad. Aquí hay un ejemplo: «Henrard, cura de Saint-Martin-en-Isle, vio, el 5 de octubre de 1789, a su casa rodeada por una guardia de la milicia burguesa. Esa milicia estaba solo compuesta por gente pobre y comandada por capitanes de su elección.

La guardia patricia, por el contrario, solo la formaban jóvenes de la alta burguesía y usaban un brillante uniforme (…) En la noche del 5 al 6 de octubre, una patrulla de la guardia patricia, al ver la casa del cura de Saint-Martin rodeada por soldados de la milicia burguesa, (…) tan pronto como esos soldados fueron desarmados, los condujeron a la gran guardia. La milicia burguesa, o más bien el populacho, se sintió insultada. Al día siguiente, después del almuerzo, la gente humilde de las parroquias de San Martín, San Cristóbal y San Gil se reunió, tomó las armas y se dirigieron al Ayuntamiento para pedir al magistrado la supresión de la guardia patricia y el reparto de los capitanes legados por Louis de Berghes.» J [6]

Estas conquistas revolucionarias, este comienzo de proceso de revolución permanente si evidente en la experiencia del marquesado de Franchimomt, muestran hasta qué punto la revolución burguesa estaba madura y comenzaba a verse acompañada por la revolución proletaria.

Relanzamiento de la dinámica revolucionaria

El Principado de Lieja, Estado independiente dentro del Sacro Imperio Romano Germánico en las vísperas de las revoluciones de 1789

El 12 de enero de 1791, el ejército austríaco restauraba el Antiguo Régimen en el principado de Lieja. Los dirigentes revolucionarios liejenses sufrieron represalias y se exiliaron en París. [7] El 28 de noviembre de 1792, los soldados del ejército revolucionario francés, a la cabeza del cual se encontraba el franchimontés de Fyon Jean-Joseph de Fyon, [8] entraron como liberadores en una ciudad de Lieja de nuevo en ebullición.

En efecto, al comienzo de noviembre de 1792, el residente francés Jolivet había informado: «la efervescencia en el pueblo aumenta cada día hasta el punto de que, a pesar de la policía y de las tropas, se escucha gritar todos los días en las calles: ¡Viva los franceses! Y que todo el mundo espera el momento de verlos llegar.» Y Metternich, después de haber atravesado la ciudad, escribía desde Coblenza que «los franceses encontrarían en Lieja una acogida que podría muy bien superar sus esperanzas» (Citados por Bayer-Lothe. Aspectos de la ocupación francesa en el principado de Lieja, 1792-1795, Bruselas, 1968, p.69). Es así que, desde antes de la llegada de los franceses, el pueblo se dirigió al Ayuntamiento para reclamar ahí las llaves maestras, y poder así liberar a los detenidos políticos de la prisión central.

Instauración de una Convención nacional liejense elegida por sufragio universal
La entusiasta acogida con que se recibió a los soldados de la República fue seguida de un nuevo auge de la dinámica revolucionaria de los años 1789-1790. Esta se radicaliza por la instauración en el principado de municipalidades revolucionarias elegidas por sufragio universal. En Lieja, los jóvenes votaron desde los 18 años; los extranjeros residentes en la ciudad desde hacía 5 años fueron asimilados; se suprimió la necesidad de pagar una cierta suma de dinero para ser elector (instaurada en 1790, durante la primera fase de la revolución); y se emprende la constitución de una Convención nacional liejense elegida por sufragio universal.

En Lieja, los jóvenes votaron desde los dieciocho años; los extranjeros residentes en la ciudad desde hacía cinco años fueron asimilados

Al mismo tiempo, el campo revolucionario se dividió en moderados y radicales. Esa polarización se fue profundizando y se manifestó en la oposición entre el antiguo club revolucionario convertido en sociedad de los amigos de la libertad y de la igualdad (fundado en 1790 a partir de una sociedad existente desde 1787) de tendencia moderada y la sociedad de sans-culottes, creada el 4 de diciembre de 1792. El general Dumouriez se refería con desprecio a esta sociedad cuyos miembros «estaban perfectamente a la altura de la revolución: solo querían la igualdad absoluta y el saqueo». (Bayer-Lothe, Ibid., p.73) Por su parte, un dirigente de los moderados, Bassenge, alertó a sus amigos en contra de esa sociedad popular que, «agitando al pueblo en lugar de instruirle» representaba «un peligro de anarquía». «La sociedad de los sans-culottes se autoconstituyó en fuerza de policía, luego en cuerpo armado que eligió a sus oficiales. Además, reclamó la instauración de un tribunal revolucionario y el establecimiento de una guillotina y un templo de la libertad.» (Bayer-Lothe, Ibid., p. 74). Dumouriez, futuro traidor, y Bassenge tenían razón en sentirse afectados ya que los sans-culottes liejenses exigían el armamento de las municipalidades y la fabricación de armas para ese fin… De todas maneras, Lieja ya poseía una fuerte industria del armamento.

Referéndum para la unión con Francia

Los sans-culottes de Lieja y los franchimontesos deseaban firmemente la unión con Francia como garantía de la profundización de la revolución. Ciertamente ayudados por los franceses, los sans-culottes obtuvieron de los moderados la coorganización de un referéndum popular (el primero y último de la historia de Lieja)

La sociedad de sans-culottes fue creada en Lieja el 4 de diciembre de 1792

Iniciado en la ciudad de Lieja, el 20 de enero de 1793, el escrutinio siguió durante varias semanas en todas las localidades del antiguo principado. Las actas de las asambleas atestiguan que los franceses no asistieron a las asambleas del referéndum. En Lieja, se contaron nueve mil setecientos votantes, con solo cuarenta votos negativos, mientras que en las elecciones de la primera municipalidad revolucionaria, que tuvieron lugar en la primavera de 1790 se habían reunido solamente mil ochenta y un ciudadanos. [9]

El tipo de escrutinio variaba de una asamblea a otra. Algunas asambleas procedieron con voto secreto, pero la mayoría prefirieron el voto por aclamación, por sombrero levantado o por llamado nominal: «En varias secciones, el presidente ofreció a los electores la elección de la forma de voto que preferían. Fue así que se vio la sección de Bassenge rechazar el voto secreto.» (Bayer-Lothe, Ibid., p. 79)

El 21 de febrero de 1793, se contaron veintiún mil quinientos diecinueve sufragios, de los cuales noventa y dos votos negativos (las elecciones todavía no se habían llevado a cabo en todo el territorio). Se tuvo que esperar hasta el 3 de mayo de 1793 para que la Convención francesa pronunciara la unión con Francia, en el momento en que el país de Lieja estaba completamente evacuado por los ejércitos franceses. Dos días más tarde, los ejércitos austríacos volvían a tener la posesión del principado.

Segunda ocupación francesa

El 9 termidor (27 de julio de 1794), el mismo día en que la contrarrevolución política triunfaba en París, en que Robespierre y Sant-Just fueron arrestados en la Convención y ejecutados al día siguiente, las tropas francesas liberaron de nuevo a los liejenses.

Los soldados franceses se beneficiaron otra vez del apoyo activo de los habitantes. [10] El pueblo los guió a través de la ciudad aún parcialmente ocupada por los austríacos y los ayudaron a tomar la Ciudadela. La contrarrevolución era todavía muy reciente en París para tener consecuencias para los representantes franceses en Lieja. En los días que siguieron, sostuvieron a los elementos más radicales al permitir que entraran en la ciudad antes que los moderados. Dos días después de la llegada de los franceses, se constituyó un comité de urgencia, dirigido por los sans-culottes de Lieja, que recaudó un impuesto a los «ricos». Pero, un mes más tarde, ese comité fue suprimido por los ejércitos de ocupación para ser reemplazado por la municipalidad, controlada por los moderados, y, signo de los tiempos, con un poder muy limitado. El principado de Lieja, así como los Países Bajos austríacos fueron considerados por los franceses territorio conquistado y los exprimieron a gusto. El 1 de octubre de 1795, Lieja fue simple y llanamente anexada por Francia.

Lieja en el Círculo de Westfalia, en 1714

El venezolano Francisco de Miranda, ejemplo de internacionalismo

Nacido en Caracas en 1750 y fallecido en Cádiz (España) en 1816, Francisco de Miranda participó activamente en acontecimientos decisivos para la Revolución francesa y pasó por Lieja cuando comandaba, como general, una parte del ejército revolucionario de la República francesa, dirigiendo la lucha contra las tropas austríacas.

Francisco de Miranda es una figura histórica interesante puesto que tuvo un rol fundamental en la historia de su país y un rol significativo en América del Norte y en Europa. Comenzó sirviendo en el ejército español cuando Venezuela solo era una «provincia» del Imperio español. Participó en operaciones militares en África del Norte (Marruecos y Argelia) por cuenta de España. Fue durante su período español que se puso a leer enormemente y comenzó a constituirse una impresionante biblioteca.

Todavía como oficial español, participó de una manera indirecta en la guerra de independencia norteamericana, batiéndose contra los británicos en Florida entre marzo y mayo de 1781. Miranda abandonó el ejército español y volvió en Estados Unidos en donde residió en 1783-1784. Dialogó con George Washington, Thomas Jefferson, Thomas Paine y Alexander Hamilton y pasó un tiempo considerable en las principales bibliotecas de la costa Este (Newton y Princeton).

Entre fines de diciembre de 1784 y 1791, Miranda visitó una gran parte de Europa y residió en diversos países como Gran Bretaña y Rusia. Visitó los Países Bajos austríacos, Francia, Prusia, Italia, Grecia (cuando todavía era una provincia otomana), Hungría, Polonia… También visitó Turquía y Constantinopla. En Rusia, la emperatriz Catalina de Rusia, déspota ilustrada, le autorizó a llevar el uniforme de oficial ruso. Comenzó claramente a tener planes para liberar Venezuela y América del Sur de la influencia del Imperio español y habló con las autoridades británicas que no le dieron el soporte que esperaba.

Hay que señalar que desde esa época, Miranda hablaba y escribía corrientemente en español, inglés y francés. También conocía el griego y el latín antiguos.

Debido a la falta de apoyo de los británicos, se incorporó a la Francia revolucionaria y ofreció sus servicios como militar a los dirigentes revolucionarios. Se le propuso partir en campaña al mar Caribe, pero lo rechazó ya que comprendió que Francia quería utilizarlo para sus propios intereses de potencia colonial en su lucha contra las otras potencias coloniales europeas, principalmente España y Gran Bretaña. Miranda propuso sus servicios para el ejército del Norte, en el que es nombrado general bajo las órdenes de Dumouriez. Participó en varias batallas militares: Argonne, Wargemoulin, Amberes, Lieja-Maastricht, Tongres y Valmy.

A causa de la derrota de Maastricht el 3 de marzo de 1793, fue acusado de negligencia por el general Dumouriez y encarcelado en París, de donde fue finalmente liberado en julio de 1793. En 1804, después de estar un tiempo de nuevo en la capital británica, partió para Estados Unidos donde mantuvo contactos en la Casa Blanca con el presidente Thomas Jefferson. Después de residir en Estados Unidos durante un año, inició la guerra de independencia de América del Sur contra el Imperio español, y se convirtió en abril de 1812, después de numerosas peripecias, en jefe supremo de los Estados de Venezuela en estrecha colaboración con Simón Bolívar. Su historia se termina de manera dramática porque entró en conflicto con Bolívar y fue hecho prisionero por los españoles. Terminó su vida en una cárcel de Cádiz, donde murió en 1816, después de haber redactado sus memorias.

Yo encontré interesante mencionar brevemente la biografía de Miranda ya que es importante conocer hasta qué punto algunos protagonistas del proceso revolucionario como Miranda o Ransonnet habían adquirido un gran conocimiento de las relaciones internacionales, de las ideas que circulaban en Occidente en esa época. Hay que subrayar que Miranda es escasamente mencionado en la mayoría de las obras sobre la revolución de Lieja.

Cronología de la Revolución liejense en paralelo con la Revolución francesa/rouge]

14 de julio de 1789

El pueblo de París tomó la Bastilla

18 de agosto de 1789

Revolución en Lieja. El pueblo se reunió en la plaza del mercado frente al Ayuntamiento. Mientras que el armero Gossuin (1746-1808) a la cabeza de sus obreros tomaba el ayuntamiento, Jean-Pierre Ransonnet (1744-1796) tomó la Ciudadela. Cayó la antigua administración. Jacques-Joseph de Fabry (1722-1798) y Jean-Remy de Chestret (1739-1809) fueron elegidos burgomaestres por aclamación. El reglamento de 1684 fue abolido. Traído del castillo de Seraing, el príncipe-obispo Hoensbroeck ratificó las decisiones revolucionarias y al día siguiente el nombramiento del conde de Launoy como Gran burgomaestre.

Cambio de magistratura en Verviers, el 18 y en Spa, el 19.

20 de agosto de 1789

El regimiento de infantería nacional liejense –el ejército del príncipe-obispo– fue licenciado.

24 de agosto de 1789

El diario patriótico comenzó a publicarse, allí escribían Bassenge, Reynier, Henkart y Hyacinthe Fabry.

25 de agosto de 1789

Abolición de todos los impuestos comunales bajo la presión de la muchedumbre.

26 de agosto de 1789

Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano en París.

26 de agosto de 1789

Apertura en Polleur del Congreso del marquesado de Franchimont. El Congreso se prolongó hasta el 13 de enero de 1791

Noche del 26 al 27 de agosto de 1789

Fuga del príncipe-obispo, que se refugió en la abadía de San Maximino de Tréveris.

27 de agosto de 1789

Condena del levantamiento en Lieja por la cámara imperial de Wetzlar, que constituía el tribunal de justicia del Sacro Imperio Romano Germánico. La cámara de Wetzlar encargó a los príncipes directores del Círculo de Westfalia (el príncipe-obispo de Munster - Elector de Colonia; el duque de Juliers - Elector palatin y el duque de Cléves - Rey de Prusia) de restablecer la situación y de llevar ayuda al príncipe-obispo.

2 y 4 de septiembre de 1789

El clero y la nobleza renunciaron a sus privilegios

16 de septiembre de 1789

Los franchimonteses, reunidos en Polleur, votaron el texto de una declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, más radical que la declaración francesa.

23 de septiembre de 1789

La Cámara imperial de Wetzlar formuló amenazas contra los liejenses.

5-6 de octubre de 1789

Las mujeres arrastraron al pueblo de París a una marcha sobre Versalles, para conducir la familia real de vuelta a París.

6-8 de octubre de 1789

Sublevaciones populares, especialmente para obtener el reparto de la sucesión del príncipe-obispo Georges-Louis de Barghes quien, por testamento, había cedido todos sus bienes a los pobres y contra la guardia patricia.

12 de octubre de 1789

Los Tres estados proclamaron la reintegración de las «bonnes villes» (las ciudades más importantes del principado que podían erigir una muralla y un pórtico (perron) y de las comunidades del país en sus derechos de elegir sus magistrados y representantes. El impuesto sobre la cerveza fue abolido. Se decretó la igualdad frente al impuesto. El edicto de 1684 permaneció derogado.

29-30 de noviembre de 1789

Intervención de las potencias del Círculo de Westfalia. Los prusianos, encargados de la mediación entre los revolucionarios y el Círculo de Westfalia, ocuparon la Ciudadela. Huy, Spa, Verviers, Tongres, Saint-Trond y Hasselt fueron también ocupadas.

4 de diciembre de 1789

La Cámara imperial de Wetzlar ordenó el restablecimiento del antiguo régimen en el principado y encargó a la dirección del Círculo de Westfalia de una ejecución inmediata de sus sentencias, pero el rey de Prusia suspendió la ejecución, amenazando con dejar que la revolución siguiera su curso, retirando sus tropas, si el príncipe-obispo no estaba dispuesto a acordar entre otras cosas, una amnistía y la libertad en la elección de los burgomaestres.

17 de enero de 1790

El tercer estado envía a Chestret y Bassenge a ver al rey de Prusia.

Enero de 1790
Anne-Joséphe Théroigne fundó la «sociedad de los amigos de la ley» cuyo objetivo era tener informado al pueblo.

La bella liejense, Anne-Joséphe Théroigne

8 de abril de 1790

Los liejenses se enteraron del rechazo de príncipe-obispo a aceptar las propuestas del rey de Prusia y de remitirse a la Cámara imperial de Wetzlar para su restauración.

11 de abril de 1790

Los liejenses renovaron su juramento de fidelidad a la revolución. El estado primario se divide: una parte de los canónigos se fueron a establecer en Aquisgrán.

16 de abril de 1790

Las tropas prusianas evacuaron el principado.

19 de abril de 1790

La Cámara imperial de Wetzlar confirmó sus resoluciones anteriores y adjuntó a otros cuatro Círculos del Imperio para ayudar a los de Münster y a los del Palatinado en una intervención armada.

22 de abril de 1790

Ultimátum a los liejenses. Las tropas imperiales tomaron Maeseyck y luego Stockheim.

25, 26 y 27 de abril de 1790

Contra ofensiva de las tropas revolucionarias de Lieja que ocuparon Tongres, Bilsen, Brée y Hasselt.

3 de mayo de 1790

Los diputados de las zonas rurales se reunieron en los estados y se convirtieron en el elemento mayoritario del tercer estado, después de la defección de las «bonnes villes» flamencas, de Dinant y de Visé.

27 de mayo de 1790

Las tropas de Lieja impidieron la toma de Hasselt por las tropas imperiales llegadas de Bilsen.

Junio de 1790

El ejército del Círculo se vio reforzado por el Círculo de Baja Sajonia. Contaba con 7.000 hombres.

Junio de 1790

Primer voto popular en la ciudad y en el campo con el derecho a voto a todos los jefes de familias, hombres o mujeres.

23 de junio de 1790

La cámara imperial de Wetzlar ordena a los miembros del estado noble a abandonar la causa patriótica, bajo pena de ser privados de sus títulos y de sus bienes.

26 de julio de 1790

Victoria de la izquierda moderada y del partido democrático y radical.

27 de julio de 1790

Tratado austro-prusiano de Reichenbach.

El Rey de Prusia hizo un acuerdo con Austria (Leopoldo II de Austria era también el emperador del Sacro Imperio), que permitía a los solados austríacos atacar a la revolución en Lieja con el fin de restaurar el antiguo régimen y de retornar al príncipe-obispo al trono de Lieja.

9 de agosto de 1790

El ejército revolucionario de Lieja rechazó y puso en fuga a las tropas palatinas, cerca de Sutendael.

Fines de agosto de 1790

Amenazada de arresto, a causa de la marcha de las mujeres del 5 y 6 de octubre de 1790, Anne-Joséphe Théroigne abandonó París y se refugió en Lieja.

18 de septiembre de 1790

En Paris, Agustin Benoît Reynier y Pierre Joseph Henkart, delegados del Consejo de Lieja y del tercer estado, solicitaron el apoyo de Francia ante la Asamblea General.

26-27 de septiembre de 1790

Fracaso en Fráncfort de las conversaciones entre los delegados prusianos y los liejenses.

4 de octubre de 1790

Lieja rechazó las condiciones de un compromiso del Círculo de Westfalia.

10 de octubre de 1790

Última tentativa de Prusia para obtener un acuerdo de Lieja sobre las propuestas de la conferencia de Fráncfort.

11-12 de octubre de 1790

Movilizaciones populares en Lieja. Oposición al retorno del príncipe-obispo Hoensbroeck.

9 de diciembre de 1790

Combates entre el ejército revolucionario de Lieja y las tropas del Sacro Imperio.

16 de diciembre de 1790

El Congreso de Franchimont emitió el deseo de una anexión con Francia.

24 de diciembre de 1790

Las tropas austríacas ocuparon Herve. Cuatro diputados liejenses intentaron de nuevo una negociación y se encontraron en Bruselas con el mariscal Bender, comandante de las tropas austríacas.

5 de enero de 1791

Bajo la influencia de Donceel, los liejenses rechazaron las últimas propuestas de Metternich, quien representaba al Estado austríaco.

Enero de 1791

Restauración del Antiguo Régimen en Lieja con la ocupación militar de las tropas del Sacro Imperio Romano Germánico.

9 de enero de 1791

Votación de la sumisión de Lieja, seguida de una ocupación militar del país. El burgomaestre Jacques-Joseph de Fabry partió al exilio.

12 de enero de 1791

Los dirigentes revolucionarios de Lieja tomaron el camino del exilio.

La ciudad fue ocupada por tropas austro-húngaras y por tropas de Mayence y de Münster.

16 de enero de 1791

Instalación en Lieja de una Comisión imperial encargada de vigilar la ejecución de las sentencias de la Cámara Imperial de Wetzlar (representantes del Elector palatino y del Elector de Colonia).

19 de enero de 1791

Retorno desde Aquisgrán de los canónigos dueños de la tierra y la exclusión de 12 canónigos que no los habían seguido.

23 de enero de 1791

Última sesión del Congreso de Franchimont en Polleur. Las tropas austríacas ocuparon Verviers.

12 de febrero de 1791

Retorno del príncipe-obispo Hoensbroeck a Lieja. Restauración del Antiguo Régimen.

Noche del 15 al 16 de febrero de 1791

Anne-Joséphe Théroigne fue raptada por contrarrevolucionarios y entregada a los austríacos.

Mayo de 1791

Recaudación de nuevos impuestos impopulares

Julio de 1791

El gobierno francés negoció con el emperador Leopoldo II y obtuvo la liberación de Anne-Joséphe Théroigne

8 de julio de 1791

Primera lista de proscripción: 14 nombres entre los cuales Fabry, de Chestret, Bassenge, Levoz, Gossuin.

10 de agosto de 1791

Edicto fundamental que interpretaba la constitución, reforzando las prerrogativas del príncipe-obispo.

17 de agosto de 1791

Declaración de Pillnitz: acercamiento de Prusia y Austria para actuar contra la Francia revolucionaria.

5 de octubre de 1791

Olympe de Gouges, escritora francesa que redactó la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana, exigiendo la plena asimilación legal, política y social de las mujeres. Ese texto se hizo público en el folleto «Los derechos de la mujer» dirigido a la reina.

Olympe de Gouges

1 de octubre de 1791

Asamblea legislativa en París.

18 de octubre de 1791

Segunda lista de proscripción: 36 nombres entre los cuales: Henkart, Reyner, Hyacinthe Fabry.

20 de enero de 1792

Constitución en París del Comité revolucionario de belgas y liejenses unidos.

20 de abril de 1792

Declaración de guerra de Francia a Austria.

3 de junio de 1792

Muerte del príncipe-obispo Hoenbroeck.

10 de agosto de 1792

Insurrección parisiense. Suspensión del rey.

21 de septiembre de 1792

Abolición de la monarquía en Francia y proclamación de la República.

6 de noviembre de 1792

Victoria del ejército revolucionario francés en Jemappes contra las tropas austríacas.

14 de noviembre de 1792

Las tropas republicanas francesas entraron en Bruselas.

19 de noviembre de 1792

Decreto de la Convención prometiendo ayuda y protección a todos los pueblos que deseaban conquistar la libertad.

28 de noviembre de 1792

Liberación de Lieja por el ejército revolucionario francés.
Retorno a Lieja de los exiliados (Fabry, Bassenge, los franchimonteses)

3 de diciembre de 1792

Restauración de la antigua municipalidad de 1790. El cargo de burgomaestre quedó abolido. Fabry (70 años) fue nombrado presidente del Consejo municipal, y Bassenge fue nombrado secretario del mismo.


4 de diciembre de 1792

Creación de la Sociedad de los «Sans culottes»

7 de diciembre de 1792

Elecciones nacionales.

Los tres estados serían reemplazados por una representación única del país: la Convención nacional de Lieja.

Además de Lieja, el territorio se dividió en diez distritos. La votación fue por sufragio universal a partir de los 18 años.

14 de diciembre de 1792

Primer escrutinio en Lieja (ciudad) y suburbios (4387 votantes): 4 electos sobre 20 para la Convención nacional liejense: Fabry, Bassenge, Lesoinne y Levpz.

20 de diciembre de 1792

Segundo escrutinio de Lieja (ciudad) y suburbios (8595 votantes): 16 electos para la Convención nacional liejense, entre los cuales Defrance, Henkart, Fyon, Gossuin, Hyacinthe Fabry, Dell Creyer, Hauzeur, Digneffe, Duperron. Chestret no fue elegido.

23 de diciembre de 1792

Spa y Theux, bajo el impulso de Dethier y Brixhe proclamaron la decadencia del príncipe-obispo, la ruptura con respecto al imperio y, por unanimidad, expresaron el deseo de unirse a Francia.

30 de diciembre de 1792

Elecciones municipales – Administración provisoria de la comuna de Lieja – (7113 votantes): 30 electos, la mayoría pertenecía al partido moderado, entre los cuales: Chestret, Fyon, Bassenge hijo, Lonhienne, Raiken, Donceel hijo, Rasquinet.

20 de enero de 1793

Plebiscito a favor de la unión de Lieja a Francia: 49 secciones sobre 61, a la unanimidad, o sea, 9660 electores sobre 9700.

21 de enero de 1793

Ejecución de Luis XVI

17 de febrero de 1793

Constitución de la asamblea provincial o provisoria (compuesta por electos a la Convención nacional liejense, o sea, a esa fecha, 61 sobre 120).

Fin de febrero de 1793

La asamblea provincial decretó la destrucción de la catedral de Saint Lambert.

21 de febrero de 1793

Informe sobre el recuento del escrutinio de las comunas que ya habían votado: sobre cerca de 600 comunas, 378, de las cuales 7 ciudades (Lieja, Huy, Dinant, Verviers, Visé, Ciney y Waremme) y tres grandes burgos, pidieron la reunión con Francia. Sobre los 21.519 votantes, 14.103 votaron con reservas, 5.298 sin restricciones, 92 en contra y 40 por un aplazamiento.

3 de marzo de 1793

Derrota de las tropas francesas dirigidas por el general Francisco de Miranda, frente a Maastricht.

4 de marzo de 1793

Los austríacos del príncipe de Cobourg cruzaron el Mosa. Evacuación de Tongres.

Los diputados de la asamblea provincial y de la municipalidad abandonaron la ciudad de Lieja.

Segunda restauración del Antiguo Régimen con una nueva ocupación extranjera por las tropas austríacas.

5 de marzo de 1793

Las tropas austríacas, del príncipe de Wurtemberg, ocuparon nuevamente Lieja, después de un sangriento combate en Soumagne.

La ciudad de Lieja azotada por el príncipe de Cobourg con una indemnización de guerra de 600.000 florines, a pagar en 9 días.

9 de marzo de 1793

El príncipe-obispo declaró nulos todos los actos del gobierno de los patriotas y restableció las antiguas instituciones.

18 de marzo de 1793

Victoria de las tropas imperiales sobre el ejército revolucionario francés en Neerwinden. Evacuación de Bélgica. Restauración del poder imperial.

21 de abril de 1793

Retorno del príncipe-obispo François-Antoine de Méan a Lieja.

8 de mayo de 1793

En París, Jean Nicolas Bassenge (1758-1811), delegado de Lieja a la Convención, pidió a la asamblea que aceptara el deseo de reunión con Francia expresado por el pueblo en el plebiscito del 20 de enero. Durante la sesión, y a propuesta de Legendre, la Convención decretó la reunión del país de Lieja con la república francesa.

Mayo de 1793

Pauline Léon, chocolatera y Claire Lacombe, actriz, fundaron la Sociedad de las republicanas revolucionarias o Sociedad de ciudadanas republicanas.

Claire Lacombe

8 de julio de 1793

Reunión de los tres estados: votación sobre los impuestos y otorgaron al príncipe-obispo un donativo de 40.000 escudos.

9 de julio de 1793

Ceremonia de inauguración del príncipe-obispo, que todavía no había podido tener lugar, y prestación del juramento tradicional.

Octubre-noviembre de 1793

Ofensiva represiva en Paris contra las mujeres revolucionarias y sus organizaciones.

3 de noviembre de 1793

Olympe de Gouges fue guillotinada en París.

24 de noviembre de 1793

Se instituyó el calendario republicano en Francia.

2 de enero de 1794

Ejecución en Verviers del cirujano Grégoire Joseph Chapuis (1761-1794), oficial municipal, culpable de haber celebrado un casamiento civil.

8 de mayo de 1794

Reunión de los tres estados: votación sobre los nuevos impuestos, una dotación anual al príncipe-obispo de 20.000 escudos.

26 de junio de 1794

Victoria francesa de Jourdan sobre Cobourg en Fleurus.

20 de julio de 1794

El príncipe-obispo huyó definitivamente a Erfurt. Sin embargo, se convirtió en el primer Primado de Bélgica (1817-1831).

Segunda liberación de Lieja

27 de julio de 1794

(O 9 termidor del año II, según el calendario republicano)

Las tropas francesas retornaron a Lieja, acompañadas de un grupo de Sans-culottes liejenses (Demani, Jehin, Nahon…), que instalaron un Comité de urgencia (30 de julio al 21 de agosto).

Caída y ejecución de Robespierre en Francia.

19 de agosto de 1794

Comienzo de la demolición de la catedral de Saint Lambert.

21 de agosto de 1794

La Municipalidad de 1793, elegida por el pueblo de Lieja, es restablecida.

13 de diciembre de 1794

Abolición de la tortura en el país de Lieja.

22 de agosto de 1795

Votación de la Constitución francesa del año III.

1 de octubre de 1795

(O 9 vendimiario año IV)

La Convención de París decidió la reunión del país de Lieja, de los Países Bajos austríacos y del principado de Stavelot-Malmedy con Francia, se les reconocía a sus habitantes los derechos de los ciudadanos franceses, se dividió su territorio en departamentos y se suprimió la línea de aduanas que los separaba de la República.

París, Archivos Nacionales

La Convención confirmó los decretos del 2 y 4 de marzo y 8 de mayo de 1793 que reunían los países de Lieja, Stavelot, Logne y Malmédy a los territorios franceses. Y los decretos del 2, 6, 8, 9, 11, 19 y 23 de marzo de 1793 que reunían el Hainaut, el Tournaisis, el país de Namur y la mayoría de comunas de Flandes, de Brabante y de Gueldre a Francia; y aceptó los votos emitidos en 1793 por otras comunas de Flandes, de Brabante y de Gueldre, y también anexó todos los territorios situados hasta la ribera oeste del Rin. A los habitantes de esos países, Francia les acuerda los derechos de los ciudadanos franceses, dividió los territorios en departamentos y determinó las funciones de los representantes del pueblo.

Bibliografía consultada:

- Jeannine Bayer-Lothe, Aspects de l’occupation française dans la principauté de Liége, 1792-1795, contribución al coloquio « Occupants-occupés », Bruselas, 1968, Universidad de Liége, 1969.
- Daniel Bensaïd (obra colectiva bajo la dirección de), Permanences de la révolution. Pour Un autre bicentenaire Éditions La Bréche, 1989, París, 307 páginas.
- Maurice Bologne, La Révolution de 1789 en Wallonie, Editions Biblio, Lieja, 1939.
- Adolphe Borgnet, Histoire de la révolution liégeoise de 1789, primera edición en 1865, reeditado por Édition Culture et Civilisation, Bruselass, 1973, 584 páginas.
- Roger Bragard, La correspondance de Sacré Bastin, chargé d’affaires du Gouvernement général des Pays-Bas autrichiens auprés du Prince-Evêque de Liége (1786-1794), Palais des académies, 1994, 610 páginas.
- Publicola Chaussard, Mémoires historiques et politiques sur la révolution de la Belgique et du Pays de Liége en 1793, Paris 1793. In-8° de 452 pages. Consulta y descarga posibles en formatoPDF sen la web:
- Ivan Delatte, Les classes rurales dans la Principauté de Liége au XVIIIe siécle, Editado por Droz, Lieja - París, 1945.

- Daniel Guérin, La lutte de classes sous la premiére République, Bourgeois et « Bras Nus » 1793-1797* Tomo I, Gallimard, 1946, 511 páginas. En castellano: Lucha de clases en el apogeo de la Revolución Francesa (1793-1795) [Monografía] (1974), Alianza editorial

- Daniel Guérin, La lutte de classes sous la premiére République, Bourgeois et « Bras Nus » 1793-1797** Tomo II, Gallimard, 1946, 472 páginass

- Paul Harsin, La Révolution liégeoise de 1789, Bruselas, Renaissance du Livre, coll. « Notre Passé », 1954, p. 194

- Hervé Hasquin, La Wallonie Les Pays et les Hommes,Tome I, des origines á 1830, La Renaissance du Livre, 1975, 468 páginas.
- Hervé Hasquin, La Wallonie Les Pays et les Hommes, Tome II, de 1830 á nos jours, La Renaissance du Livre, 1976, 535 páginas.
- Claude Herne, 1789 dans les provinces Belgique, Contradictions n° 54-55, Bruselas, 1988
- Patrick Kessel, Les gauchistes de 89, París, Union Générale d’Editions, 1969, 318 páginas.
- Pierre Lebrun, L’Industrie de la laine á Verviers pendant le XVIIIe siécle et le début du XIXe siécle, Universidad de Lieja, 1948.
- Jean Lejeune, La Principauté de Liége, Edición de l’A.S.B.L. LE GRAND LIÈGE, segunda edición.
- Ernest Mandel, « De opkomende « vierde stand » in de burgelijke omwentelingen van de Zuidelijke Nederlanden (1565-1585, 1789-1794, 1830) », in Arbeid in Veelvoud, Bruselas, 1988.
- Ernest Mandel, prefacio a Claude Herne, 1789 dans les provinces Belgique, Contradictions n° 54-55, Bruselas, 1988.
- Albert Mathiez, La Révolution Française, tomo 1 y 2, París, edición Armand Colin, 1922.
- Francisco de Miranda, Correspondance du général Miranda avec le général Dumourier [sic], les ministres de la Guerre Pache et Beurnonville, depuis janvier 1793. Ordre du général Dumourier au général Miranda, pour la bataille de Nerwinden, et la retraite qui en a été la suite, In-8° , IV-87 p., Edición: Paris : Barrois l’aîné , (s. d.) — [Reprod.], 2 microfichas, Edición : [S.l.] : Maxwell , cop. 1991.
- Henri Pirenne, Histoire de Belgique, libros IV y VI, Bruselas, 1926.
- Pierre Recht, 1789 en Wallonie. Considérations sur la Révolution liégeoise, Biblio-Liége, 1933.
- Albert Soboul, Histoire de la révolution française 1, de la Bastille á la Gironde, Gallimard, - Albert Soboul, Histoire de la révolution française 2, de la Montagne á Brumaire, Gallimard, 1962, 378 páginas.
- René Van Santbergen, « 1789 au pays de Liége ou l’heureuse révolution », in Cahiers du Clio n°14, 1968.

Este estudio es una versión aumentada de uno contribución en el libro colectivo titulado Permanences de la révolution. Pour un autre bicentenaire, realizado bajo la dirección de Daniel Bensaïd, en mayo de 1989 con ocasión de la conmemoración del bicentenario de la Revolución francesa. (Éditions La Bréche, 1989, París, 307 páginas)

Traducido por Griselda Pinero

 

Notas

[1] De las veintitrés ciudades del principado, once eran valonas y doce flamencas; estas últimas constituían esencialmente la actual provincia de Limburgo.

[2] La Bélgica actual no «nació » hasta 1830. Se reunieron aproximadamente los territorios de los antiguos Países Bajos austríacos, conocidos también como las «Provincias Bélgica», y el principado de Lieja.

[3] La palabra «estado» está utilizada con dos significados diferentes: con el significado actual (aparato de Estado) y con el de estado como sector de sociedad (tercer estado, etc.) frecuentemente utilizado en la época. En neerlandés, estos dos significados corresponden a palabras diferentes. Para marcar la diferencia en francés, escribimos Estado con mayúscula, el Estado como organización política, y en castellano suele hacerse esa diferenciación del mismo modo, y con minúscula cuando se corresponde a un sector de la sociedad.

[4] En 1684, hubo una regresión antidemocrática con la imposición del absolutismo del soberano aliado a la aristocracia y a una parte de la gran burguesía: los 32 oficios fueron reemplazados por 16 cámaras que elegían el consejo urbano. Cada cámara solamente comprendía 36 electores (20 nobles, 10 mercaderes/notables y 6 artesanos). Y estos últimos no podían ejercer ninguna función. En resumen, a fines del siglo XVII- comienzos del siglo XVIII, Lieja solo contaba con 576 electores, de los cuales 320 nobles y 160 mercaderes/notables.

[5] Pierre Lebrun, L’Industrie de la laine á Verviers pendant le XVIIIe siécle et le début du XIXe siécle, Universidad de Lieja, 1948, p.88.

[6] oseph Daris, citado por Ernest Mandel, « De opkomende « vierde stand » in de burgelijke omwentelingen van de Zuidelijke Nederlanden (1565-1585, 1789-1794, 1830) », in Arbeid in Veelvoud, Bruselas, 1988 p.179.

[7] «Destierro de cincuenta jefes revolucionarios, confiscación de sus bienes, actuaciones judiciales y vejaciones innombrables contra patriotas de menor importancia (mil quinientas citaciones para comparecer habrían sido enviadas por el Tribunal de los XXII solamente para el marquesado de Franchimont), exceso de Kaiserlicks, condena a muerte del comisario Duperron…La represión fuen tan dura que incluso inquietó a la propia Comisión ejecutora.» (Bayer-Lothe, Aspects de l’occupation française dans la principauté de Liége, 1792-1795, contribución al coloquio « Occupants-occupés », Bruselas, 1968, Universidad de Lieja, 1969, p.69.

[8] Jean-Joseph de Fyon (Verviers 1745-Lieja 1816), dirigente revolucionario radical en 1789-1790, exiliado dos veces en Francia debido a las restauraciones austríacas de 1791 y de 1793. «En 1795, durante la segunda ocupación francesa, fue nombrado diputado por Lieja al Consejo de Ancianos. Su elección no es aceptada porque Fyon tiene un color «montañés» demasiado acentuado y porque se sospechaba de que había participado en la «Conspiración de Babeuf». Luego de una explosión del 3 nivoso de 1800, fue inscripto en la lista de jacobinos a deportar.» (C. Herne «1789 dans les provinces Belgique» prefacio de Ernest Mandel, en Contradictions n° 54-55, Bruselas, 1988, p. 270.)

[9] La importancia de la participación electoral en Lieja cobra sentido cuando se la compara con la de Gante, una ciudad del mismo tamaño. En Gante, hubo solamente 2.000 votantes. Es cierto que Gante estaba situada en los antiguos Países Bajos austríacos en los que no reinaba el ardor revolucionario.

[10] Es casi seguro que un levantamiento ya se habría efectuado en junio de 1794, debido al cual 3.000 liejenses se habrían unido a los ejércitos franceses.

 

 



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Eric Toussaint


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