La masacre del Tío Bush
DANIEL CÓRDOVA ZERPA
Periodista
Los disociados que se rasgan las vestiduras clamando por una invasión del Tío Bush en estas tierras, deberían darle una repasadita a los cables de las agencias internacionales de noticias, para formarse una idea –aunque sea remota- del tremendo horror a que esta siendo sometido ese noble e infortunado pueblo. La tozudez de un hombre, que ha demostrado con creces ser un genocida insensible, mantiene en zozobra a millones de personas cuyo único crimen fue haber nacido en una patria preñada de petróleo. Gracias a las burdas maniobras del gángster de la Casa Blanca, sólo el pasado lunes 22 de enero de 2007 se contabilizaron más de cien civiles muertos a causa de ataques dinamiteros, con lo que el número de ciudadanos fallecidos por culpa de la irracional invasión del gobierno norteamericano ya sobrepasa los 34 mil ciudadanos. Después de más de casi 4 años de ocupación asesina, hemos visto de todo, infames torturas a civiles y niños -diseñadas y ejecutadas por mentes realmente macabras- masacres, incertidumbre, caos, destrucción, muerte colectiva, bebés mutilados, mujeres abusadas, en fin un verdadera y espantosa calamidad. Lo peor de todo es que las fulanas armas de destrucción masiva nunca aparecieron ni aparecerán. A estas alturas ya nadie duda que la denuncia difundida por los halcones gringos fue sólo un ardid bien ejecutado, para hacer ver ante la comunidad internacional en general, que Saddam Hussein representaba una amenaza letal para la humanidad, justificando así la oprobiosa invasión. La mascarada quedó más que desmontada ahora, luego que un tribunal iraquí títere de los EEUU enjuició y condenó a muerte al tirano, que otrora fuera amamantado y protegido con celo por la podrida ubre del imperio decadente. Obcecado, tozudo, ignorante, arrogante, decadente, caprichoso, cobarde, tarado y malévolo como es, el Cow Boy texano se empecinó en hacer de la muerte de su antiguo compinche un deleznable show mediático. Consecuencias: más allá de que Saddam haya sido un criminal, su enjuiciamiento y su ejecución en los términos en que se produjo ha desatado una escalada de violencia temible, convirtiendo a Bagdad en un verdadero polvorín. Entretanto, el aullido desgarrador de un pueblo inerme ensordece de lejos, al tiempo que los altos ejecutivos de las insaciables transnacionales del crudo siguen al acecho frotándose las manos, con al accionar cómplice de una maraña de medios alineados con el imperio, que hacen esfuerzos supremos por acallar el horror o justificar la masacre iraquí. ¿Cuántos Irak o Líbanos más hacen falta para darnos cuenta de que el modelo norteamericano es inhumano e inviable?. Espero que los que se autoproclaman darwinistas, neoliberales y babean por todo lo que huela a gringo puedan ver algún día las magnitudes de la barbarie cometida en el medio Oriente a nombre del progreso, la libertad y la democracia.
(*)Periodista
dcordovaster@gmail.com