Duaba y Playitas de Cajobabo: Sendas en compañía del deber y el amor (I)

 El deber me manda sacudir el yugo que la oprime y la veja, y tu amor de esposa fiel y purísima, me induce a su redención…El honor está por sobre todo. La primera vez luchamos juntos por la libertad; ahora es preciso que luche solo haciendo por los dos. Si venzo la gloria será para ti". Antonio Maceo

Tanto ayer como hoy existen actos e ideas que marcan los destinos de los pueblos. Ayer fueron el acicate para mantener intactos el amor por Cuba y reiniciar la lucha por su independencia. Hoy son el hito para trazar el rumbo presente y futuro de la patria libre. A la distancia de más de un siglo estos hechos de los desembarcos por Duaba de Maceo y Crombet, y por Playitas de Cajobabo de Martí y Gómez, nos dejan vigentes los hechos y el ideario que insuflan vida al patriotismo cubano.

El 1 de abril de 1895 arribaron los 23 expedicionarios por el tibaracón de la desembocadura del río Duaba, sitio presidido a lo lejos por la majestuosa montaña del Yunque, y en la cercanía, a unos 3 kilómetros, de la entonces villa de Baracoa. Llegaban desde Puerto Limón, Costa Rica, después de un viaje iniciado el 25 de marzo, pasando por otros puntos, en la goleta Honor, que resultó al final destruida en la operación del desembarco.

La pequeña tropa, con pocas armas, las encabezaban el General Antonio Maceo y los también generales Flor Crombet y José Maceo.

Se cumplía de este modo las orientaciones de José Martí en carta del 26 de febrero al General Maceo ante el inicio de la guerra el 24 de febrero: "Cuba está en guerra, General. Se dice esto, y ya la tierra es otra. Lo es para Vd., y lo sé yo. Que Flor, que lo tiene todo a mano, lo arregle todo como pueda (…) Ya sólo se necesita encabezar. No vamos a preguntar, sino a responder. El ejército está allá. La dirección puede ir en una uña. Esta es la ocasión de la verdadera grandeza. De aquí vamos como le decimos a Vd. que vaya."

Pero también resulta complemento a las anteriores, las ideas contenidas en la carta del Mayor General Gómez, designado Jefe Militar de la Guerra, en el que reitera el carácter preciso y urgente de la salida para Cuba. "Y es que ya hay humo de pólvora en Cuba y cae en aquellas tierras sangre de compañeros, no nos queda otro camino que salir por donde se pueda y como quiera… (..) Todo cuanto querramos (sic) decirnos sería inútil y tardío en estos momentos de pura acción… Un consejo solamente y concluyo:… Se debe vivir glorioso para la Patria antes que morir por la gloria, y nada más. Su General y amigo."

Estas son las circunstancias que influyen en el cumplimiento del deber sagrado con la patria y el amor infinito por ella. Y ante la disyuntiva planteada en aquella hora crucial llega el instante desgarrante para quien sabe que, aunque con madera de héroe reconocido, debe abandonar el amor hogareño para iniciar una aventura heroica que puede tener desenlaces inesperados. Por eso, el amor le impele a escribir a su esposa María Cabrales:

"En tu camino, como en el mío, lleno de abrojos y espinas, se presentarán dificultades que solo tu virtud podrá vencer. Confiado, pues, en esa tu más importante cualidad, te abandono por nuestra patria, que tan afligida como tú, reclama mis servicios, llorando en el estertor de la agonía. Pienso que tú sufriendo, y yo peleando por ella, seremos felices; tú amas su independencia, y yo adoro su libertad. El deber me manda sacudir el yugo que la oprime y la veja, y tu amor de esposa fiel y purísima, me induce a su redención. Dios lo quiera, para bien de ese pueblo esclavo y para tranquilidad de nuestros espíritus. Tú, que has pasado conmigo los horrores de aquella guerra homicida, sabes mejor que nadie cuánto vale el sacrificio de abandonarte por ella, cuánto importa el deber a los hombres honrados. El honor está por sobre todo. La primera vez luchamos juntos por la libertad; ahora es preciso que luche solo haciendo por los dos. Si venzo la gloria será para ti".

El próximo pasaje de la historia será el desembargo de 6 expedicionarios encabezados por Martí y Gómez por Playitas de Cajababo, diez días después.



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Wilkie Delgado Correa


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