Mientras que en la primera generación de PAE (Planes de Ajuste Estructural), el Banco Mundial mantenía una indiferencia absoluta ante los roles de las mujeres en las economías a las que sometía, así como ante las devastadoras consecuencias de sus políticas sobre las condiciones de (sobre)vivencia misma de las mujeres, en los años noventa, esta institución se esforzó por aparecer como un verdadero instrumento de su emancipación.
La cuestión del género se vuelve omnipresente en todas sus elaboraciones y proyectos.
Pareciendo ya muy preocupado por tener en cuenta la situación específica de las mujeres y por incrementar sus posibilidades de elección, el BM les dedicó multitud de programas y préstamos. Ordenó una serie de proyectos de formación profesional para las mujeres de bajos ingresos, la modernización de la educación integrando el tema de la igualdad entre niñas y niños, la mejora de la nutrición, la planificación familiar y, también, el apoyo a la producción y participación económica de las mujeres.
¿Cómo explicar este giro, este nuevo entusiasmo del Banco Mundial por las mujeres y las condiciones de su emancipación?. Presión de los movimientos de protesta contra los PAE
¡No nos engañemos! La integración de la dimensión de género en todas sus acciones y proyecciones no es ciertamente la expresión de la voluntad del Banco Mundial de luchar espontáneamente contra las innumerables discriminaciones que pesan sobre las mujeres sino que constituye mucho más una de las piezas clave de una operación de comunicación dirigida a restaurar su maltrecha legitimidad.
Bajo la presión de los movimientos populares opositores a los PAE, las y los expertos del BM se vieron obligados a admitir que las estrategias de ajuste de los años 80 habían fracasado totalmente. Solo lograron provocar recesiones duraderas que iban de la mano con el empeoramiento de las desigualdades y la pobreza.
Por tanto, para recrear un consenso en torno a las medidas de ajuste, para frenar y recuperar el descontento contra el nuevo orden económico neoliberal revelado por luchas sociales masivas y espectaculares (como las movilizaciones de Seattle, la creación del FSM en Porto Alegre, la primera Marcha de Mujeres llevada a cabo contra las políticas de las IFI (Instituciones Financieras Internacionales) en Nueva York en 2000, las acciones del movimiento zapatista en México o el movimiento sin tierra (MST) en Brasil), el Banco Mundial desarrolla la temática del famoso Desarrollo participativo.
¿De qué se trata ? Al involucrar a la sociedad civil en la preparación de los Documentos de estrategia de lucha contra la pobreza ( DELP ), documentos que condicionan la asignación de un préstamo por parte del BM, el Banco logrará crear la ilusión de su participación en las políticas de"Desarrollo" neoliberal que impone. ¿Por qué es esto una ilusión participativa? : El margen de maniobra de la sociedad civil en la preparación de los DELP es proporcional a los dictados y deseos del Banco Mundial, que siempre tendrá la última palabra.
Otra astucia, y no menos importante, de la doctrina del "desarrollo participativo": este dispositivo permite al Banco integrar a la actividad de la sociedad civil. Esta sociedad civil está conformada por las ONG, asociaciones de base, comités de barrio y vecinales en los que encontramos un buen número de mujeres y organizaciones de mujeres y / o feministas que aseguran gran parte de las tareas de salud y educación a bajo costo que el estado ya no realiza.
Hay que tener en cuenta que cualquier intento de integración es indicativo de un equilibrio de poder: solo se integra lo que parece amenazador y subversivo. En este sentido, si el intento de las IFI de apoderarse de los movimientos de lucha de mujeres muestra que ahora representan, como el tema de género, una fuerza y un componente ineludible, no ha dejado de tener consecuencias para el radicalismo inicial (transformación estructural) de la sociedad del proyecto feminista.
En efecto, con el pretexto de hacer que el "desarrollo" sea "sostenible" y "con perspectiva de género", el Banco Mundial espera incorporar a las mujeres y los movimientos feministas al proceso, para hacerles participar en la globalización neoliberal 1/ . Al hacerlo, las IFI se benefician de la legitimidad moral del movimiento de mujeres y, sobre todo, se benefician de su energía, desconocida durante tanto tiempo que hoy parece inagotable. La instrumentalización de las mujeres y sus movimientos es de hecho una estrategia temible en la implementación de la globalización neoliberal. Nótese que el rostro de consenso adoptado por el BM a través de su doctrina de “desarrollo participativo” no es menos cruel que su rostro coercitivo, y sus resultados en la vida de las mujeres de carne y hueso tampoco son menos negativos.
Luego, mientras se aprovechan las potencialidades de las mujeres, la alianza que el Banco Mundial dice establecer representa sólo un subterfugio adicional que le permite neutralizar y despolitizar el movimiento feminista, privarlo de toda autonomía ideológica, institucional o financiera y simultáneamente purgarlo de sus propuestas radicales. De hecho, esta dinámica de diálogo y participación con el Banco Mundial impide cualquier análisis sistémico, cualquier estrategia relacionada con las causas estructurales de discriminación que viven a diario las mujeres en innumerables ámbitos. Por tanto, reduce el proyecto feminista a políticas que sólo contemplan un simple ajuste de la globalización patriarcal neoliberal en el sentido de una mayor igualdad entre hombres y mujeres, atenuando así todo su radicalismo inicial. Afortunadamente, las mujeres que se han embarcado en este inútil y desigual "diálogo" con los artesanos de la globalización representan sólo una fracción del movimiento feminista que es intrínsecamente múltiple y heterogéneo.
Lejos de ser el signo de un progresismo emergente dentro del Banco Mundial, la integración del tema de género en sus estrategias está directamente ligada a intereses económicos
Solo a partir de 2001 el Banco Mundial, en su informe Attacking Povrety (Lucha contra la pobreza), estableció el vínculo entre las desigualdades de género y la pobreza de las mujeres.
Una vez establecido, el Banco adoptó el siguiente postulado: una reducción de la discriminación multifacética que sufren las mujeres permitirá incrementar su productividad tanto en el ámbito doméstico como en el mercado laboral. Luchando contra las discriminaciones hacia las mujeres, el Banco Mundial espera disponer de forma más rentable relaciones sociales de sexo tan desiguales que se han vuelto contraproductivas.
Así, no es de extrañar que el Banco Mundial considere a la mujer como un recurso, una inversión, un factor de producción cuya subutilización debe ser frenada para proyectarlas al frente de la esfera productiva, sea monetaria o doméstica. Su participación liberada de cualquier obstáculo vinculado a su género permitirá aumentar la productividad y la integración en el mercado globalizado de las economías del Sur.
En ningún momento el Banco Mundial considera los ansiados avances en materia de derechos de las mujeres como fines en sí mismos. Están totalmente subordinados a los objetivos económicos. Para el Banco, la igualdad de género solo es válida si es una fuente de eficiencia económica, si es rentable desde un punto de vista capitalista.
Si bien los movimientos feministas son muy conscientes de que la emancipación de las mujeres solo se puede dar a través de cambios sistémicos (poniendo fin a los tres sistemas de opresión de las mujeres: patriarcado, capitalismo, racismo), cualquier noción de cambio de la correlación de fuerzas para lograr, aunque solo fuera la igualdad de género, tan prometedora en términos de crecimiento para el Banco, está completamente ausente de sus discursos y teorías. Pero, ¿deberíamos sorprendernos de todo esto? No creo.
Las medidas seudo favorables a los derechos, libertades y posibilidades de elección de las mujeres impulsadas por el Banco Mundial no contienen ningún objetivo verdaderamente emancipatorio, ni para las mujeres ni para el resto de la sociedad. Y esto por tres razones fácilmente identificables:
El Banco Mundial busca conciliar varias demandas en última instancia incompatibles: por un lado, el deseo de racionalizar las economías, para hacerlas más productivas y eficientes supone la eliminación de las formas más flagrantes de violencia y opresión, extender parcialmente la autonomía y libertad de elección de las y los individuos y asegurar que el máximo de ellas y ellos sea capaz de ejercer una actividad productiva; y, por otro lado, el riesgo si este proceso va demasiado lejos, de dejar que esta ampliación del margen de elección se convierta en una emancipación real incompatible con la globalización neoliberal. En parte, el Banco Mundial apoya más las estrategias de promoción individualista que los mecanismos de emancipación colectiva de las mujeres para evitar el advenimiento de una sociedad libre de toda forma de opresión
Si bien se fomenta la integración de las mujeres en el mercado laboral (mayoritariamente informal), el Banco Mundial considera a las mujeres ante todo como educadoras, productoras de capital humano: el suyo y el de su familia. Así, sin confinar explícitamente a las mujeres a la esfera privada del hogar, el Banco no les otorga igual acceso que los hombres a la esfera pública, esfera donde las actividades generalmente son generadoras de un ingreso.
Cabe señalar que en ningún momento el Banco Mundial cuestiona la división sexual del trabajo que atribuye a las mujeres la responsabilidad del trabajo reproductivo y a los hombres la del trabajo productivo. Incluso exacerba esta distribución de tareas por género, ya que al imponer la desvinculación del Estado, el Banco Mundial ayudará a incrementar la participación de las mujeres en el trabajo doméstico, relegándolas al ámbito privado de la familia. En efecto, serán ellas quienes intentarán, mediante un aumento de su trabajo gratuito e invisible, compensar estos servicios anteriormente gratuitos, especialmente en los campos de la educación, la salud, las infraestructuras (transporte, sistema de abastecimiento de agua, etc.).
Si bien el Banco Mundial y el sistema capitalista que encarna mantiene una relación contradictoria con la familia (por un lado, necesita a la familia que, a través del orden social y de género que garantiza, asegura la reproducción gratuita de la fuerza de trabajo; por otro lado, el Banco necesita poder tener una fuerza de trabajo libre para venderse en todo el sentido de la palabra, lo que por la incorporación masiva de mujeres al trabajo asalariado desestabiliza permanentemente esta misma institución familiar), sigue siendo a sus ojos LA célula de base de la sociedad. Ahora bien, ya no es necesario demostrar hasta qué punto la familia es un poderoso vector de transmisión y reproducción de la dominación patriarcal que oprime a las mujeres.
Para combatir estas maniobras de instrumentalización y recuperación del movimiento feminista y de las mujeres, más que nunca, es fundamental que se refuercen las redes de lucha que favorecen su independencia ideológica, institucional y financiera. Sólo tales movimientos, totalmente libres de todo sometimiento, tanto a los gobiernos como a las instituciones internacionales (Banco Mundial y ONU), son los vectores de una real emancipación individual y colectiva de las mujeres.
El CADTM (Comité para la abolición de las deudas ilegítimas), al promover convergencias con movimientos feministas autónomos que, como él, privilegian como estrategia la movilización popular y luchan contra el capitalismo patriarcal y racial, aumenta su propio compromiso feminista y al mismo tiempo apoya el fortalecimiento de estos movimientos. Este compromiso es esencial para luchar eficazmente por el fin de todas las formas de opresión de los seres humanos, hombres y mujeres. De hecho, el CADTM ha entendido que si bien todos los sistemas de opresión están entrelazados y tienen raíces comunes, no se puede pretender luchar contra el sistema capitalista de dominación sin atacar al que sojuzga a las mujeres y, con mayor razón, a las mujeres racializadas.
26/02/2021
https://www.cadtm.org/Quand-la-Banque-mondiale-s-interesse-aux-femmes
Christine Vanden Daelen trabaja en el CADTM en Bélgica. Sus artículos se pueden leer en https://www.cadtm.org/Christine-Vanden-Daelen?lang=fr
Traducción: Faustino Eguberri para viento sur
1/ Jules Falquet, De gré ou de force, p.123
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