En esta entrega es importante subrayar cómo Estados Unidos entiende la democracia, los procesos electorales y quiénes son los que efectivamente ejercen el "poder" y se constituyen en el verdadero objetivo de la "ayuda" internacional para asegurar "regímenes democráticos" modelo USA..
Documentos de Santa Fé: Democracia, procesos electorales y poder
Republicanos y Demócratas están de acuerdo en que los regímenes latinoamericanos, son estatistas "por hábito". Para unos y otros, la exigencia de "responsabilidad" democrática sólo es inherente a los gobiernos que defienden regímenes privados.
El concepto de "régimen", para EEUU se entronca con el pensamiento político de Tocqueville. Comprende tanto al gobierno temporal representado por el funcionario electo, como al poder permanente que no cambian como resultado de las elecciones (fuerzas armadas, poder judicial, burocracia civil).
Para los republicanos y demócratas el problema del "hábito estatista" en los gobiernos de América latina, es fundamentalmente "cultural". Se resisten a entender que el verdadero régimen democrático exige, del ganador en las elecciones, garantizar la primacía de lo privado sobre lo público y asegurar la permanencia de las estructuras burocráticas para mantener el orden y administrar la justicia (fuerzas armadas y poder judicial). Estas dos estructuras son supra poderes que, yuxtaponiéndose a la estructura del gobierno temporal, manejan a éste. En la retórica democrática USA estos supra poderes están "más allá del bien y del mal". En el caso estadounidense es el Pentágono que controla la élite industrial-militar y guerrerista.
Queda claro que la propuesta democrática estadounidense no es la "democracia liberal". Es la propuesta "democrática" que maneja un grupo de hombres y mujeres, "de manera perversa como apasionada", buscando reducir todo atisbo de libertad y autonomía por las armas y el fundamentalismo judeo-cristiano. Se trata de la democracia de los modernos despotismos igualitarios gracias al voto.
Para los gobiernos de Estados Unidos las dos grandes preguntas de cualquier época: "¿quién soy yo?" y "¿qué hago aquí?", cobran especial importancia para alguien que decide postular para gobernante en sus neo-colonias. Las únicas respuestas válidas son las que armonizan con el individualismo, el respeto a la propiedad privada y la responsabilidad política. Los que quieran ser gobernantes deben interiorizar estas respuestas y asegurar ideas e imágenes que alienten y difundan estos valores.
Lo que se espera de todo nuevo gobernante es su decidida contribución en la destrucción cultural del "hábito estatista". Para esto, hay que crear valores comunes dominantes a través de procesos que ejerzan influencia en la religión, las escuelas, los medios de difusión masiva y las universidades. Estos procesos los deben encabezar los gobernantes, los intelectuales y los estudiantes; no los trabajadores…La destrucción, no debe abarcar sólo uno o dos componentes de la cultura. Es efectiva cuando alcanza redefinir toda la cultura de la misma forma que el catolicismo fue redefinido por el protestantismo. (Santa Fé II, 1990, p. 5).