“Que el fraude electoral jamás se olvide”
Este domingo recibí una lección de democracia excelente y, quién lo creyera, en la Plaza de Toros México. Ante un burel de escaso trapío y menos kilos, el soberano ejerció su majestad: armó una rechifla en todos los tonos, incluido el consabido de referencia maternal, para repudiar lo que, con todo derecho, consideró una burla de parte de la autoridad y de la empresa, quienes no tuvieron más remedio que devolver el toro a los corrales. La voluntad popular se impuso y triunfó. A partir de esa experiencia aleccionadora, quise comprobar otras formas de reclamos y me apersoné en las mesas de devoluciones de varias tiendas, en las que comprobé que, de manera generalizable, cuando el comprador no está satisfecho con la mercancía adquirida por deficiencias en su funcionamiento o en su calidad, acude a tales mesas a reclamar y su demanda es atendida aceptándosele la devolución, sea para ser canjeada o reembolsada.
En coincidencia con estas experiencias, el pasado 31de enero acudí a la marcha de protesta por la carestía y en repudio al tal Calderón, por cierto multitudinaria, y llegué a la conclusión de que son exactamente lo mismo, sólo que con resultados diferentes. En efecto, el soberano expresa en manifestaciones y rechiflas varios tipos de reclamo: unos porque habían advertido oportunamente el fiasco y votaron en contra (mayoritariamente, por cierto) pero fueron objeto de fraude electoral, y otros porque, habiendo confiado y votado erróneamente, se percatan del engaño en que cayeron por el que les prometió empleos y felicidad. Entre milicos y policías, parece que la autoridad no está dispuesta a la devolución.
¡Bonita democracia! De modo que alguien puede formular un rosario de promesas falsas para conseguir un voto y, a la hora de obtenerlo, fingir demencia y hacer todo lo contrario a lo prometido. De modo que tal engaño no constituye un delito a perseguir y penalizar. De modo que el pueblo tiene que aguantar seis años para corregir su error y, entonces, caer en manos de otro merolico que lo engatuse y lo vuelva engañar por otros seis años. ¡No puede ser! Menos aún cuando los medios masivos de control mental están al servicio de tales merolicos y forman parte del ejército del engaño y la tergiversación. Ahora me explico. ¡Ya caigo! Esa es la democracia que exigen Bush y la Condy, la de Aznar e Insulza, la de Fox y Calderón; esa que le reclaman a Hugo Chávez que restituya en Venezuela, la que quieren que se restablezca en Cuba. La democracia “sin apellidos” que preconiza el ínclito Krause y sus corifeos. Como quien dice: un día de democracia y cinco años con 364 días de plutocracia, con aumentos a la tortilla y otros alimentos básicos; con mayor precarización del empleo; con entrega de los recursos naturales a las transnacionales; con abandono de la educación y la salud, etc.
Habrá que rechiflar mucho, pero ese toro manso tiene que ser devuelto a los corrales. Habrá que llevar la protesta a sus últimas consecuencias y provocar la reforma constitucional que establezca la revocación del mandato, para someter a Calderón al juicio popular y correrlo del empleo (chamba, laburo, camburo o hueso, como se le quiera llamar) y no sólo a él, sino también a la caterva de dictadorzuelos tipo Ulises Ruiz y diputados y senadores que les acompañan.
Las marchas del 31 de enero en la capital y varias ciudades del país; la continuidad del movimiento popular en Oaxaca; el Diálogo Nacional convocado por los electricistas del SME; la Convención Nacional Democrática y el frente Amplio Progresista, con AMLO a la cabeza, y muchas otras expresiones del descontento popular, crecen y se unifican; ya asoma la cabeza la convocatoria a un paro nacional y se borda fino en torno a la idea. Todo ello apunta a la renuncia o la defenestración del gobierno espurio. Entonces podremos comenzar a hablar de verdadera democracia, la de todos los días y de todas las gentes. ¡Bienvenida y enhorabuena!.
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