"No hubo una explosión audible, ni un cambio discernible con respecto a los bombardeos, pero en un instante toda una ciudad de cinco millones de habitantes quedó sumida en una noche pavorosa y eterna", informó The Guardian el 4 de abril. La obscuridad se vio "mitigada sólo por los faros de los coches que pasaban". Atrapados en sus casas, los bagdadíes no podían hablar con sus vecinos ni ver qué ocurría fuera. Como un prisionero destinado en un "black site" de la CIA, toda la ciudad estaba encadenada y encapuchada. Lo siguiente fue desnudarla.
Durante los interrogatorios hostiles, la primera fase para desarmar a los prisioneros consiste en despojarles de la ropa y de todos los objetos que puedan recordarles quienes son. Con frecuencia, los objetos que tienen un valor especial para los prisioneros, como un Corán o una fotografía muy querida, se tratan con un desprecio total. El mensaje es el siguiente: "No eres nadie, eres quién nosotros queremos que seas", la esencia de la deshumanización.
Como señalaron sin demora los planificadores de la guerra, el saqueo de las tropas extranjeras. Y es cierto que Rumsfeld planifico el saque de Irak. Estos fallos no se pueden descartar como simples descuidos. Existen numerosos de soldados americanos que pasaban los camiones llenos de objetos saqueados (un reflejo de la indiferencia procedente directamente de Rumsfeld).
El aeropuerto internacional de Bagdad quedó completamente destrozado a manos de soldados que, según Time, rompieron todo el mobiliario y los aviones aparcados en las pistas: "Soldados norteamericanos que buscaban asientos cómodos y souvenirs destrozaron asientos, mandos de cabina y parabrisas de numerosos aviones". El resultado se calculó en unos 100 millones de dólares daños a las líneas aéreas nacionales de Irak (uno de los primeros valores que entró en el bloque de subasta de la controvertida privatización parcial).
Dos de los protagonistas de la ocupación explicaron parte de las razones por las que hubo tan poco interés oficial en detener los saqueos; Peter McPherson, asesor económico de Paul Bremer, Y John Apresto, director para la reconstrucción de la educación superior. McPherson explicó que cuando vio a los iraquíes llevándose propiedades del Estado —coches, autobuses, equipamientos de los misterios—, no le preocupó. Su tarea como principal terapeuta del shock económico en Irak era reducir radicalmente el Estado y privatizar sus activos, lo que significaba que los saqueadores en realidad le estaban ayudando. "Pensé que la privatización que se produce de manera natural cuando alguien toma un vehículo o un camión del Estado no tenía nada de malo." Burócrata veterano de la administración Reagan y firme creyente en la economía de la Escuela de Chicago, McPherson describió el pillaje como una forma de "reducción" del sector público.
Resulta difícil de creer, pero de nuevo ése era más o menos el plan de Washington para Irak: sembrar el shock y el terror en todo el país, destruir sus infraestructuras, permanecer de brazos cruzados mientras a su cultura y su historia eran víctimas del pillaje, para arreglarlo después con un abastecimiento ilimitado de electrodomésticos baratos y comida basura importada. En Irak, este ciclo de borrar una cultura para sustituirla por otra no fue teórico; todo se desarrolló en cuestión de semanas.
Paul Bremer, nombrado por Bush para dirigir la autoridad de la ocupación en Irak, admite que cuando llegó a Bagdad por primera vez los saqueos continuaban en pleno apogeo y el orden estaba muy lejos de ser restaurado. "Bagdad estaba en llamas, literalmente, cuando llegué desde el aeropuerto. No había tráfico en las calles; no había electricidad, ni producción de crudo, ni actividad económica, ni un solo policía de servicio". A pesar de todo, su solución a la crisis fue abrir inmediatamente las fronteras a las importaciones sin ninguna limitación; ni aranceles, ni impuestos, ni inspecciones ni tasas. Irak, según declaró Bremer dos semanas después de su llegada, estaba "abierta para los negocios". De la noche a la mañana, el país pasó de ser uno de los más aislados del mundo, separado del comercio más básico por las estrictas sanciones de la ONU, convertirse en el mercado más abierto del planeta.
—"Mientras las camionetas de reparto cargadas con los objetos saqueados partían hacia Jordania, Siria e Irán, en la dirección opuesta llegaron convoyes de remolcadores repletos de televisores chinos, DVD de Hollywood y satélites jordanos, todo listo para ser descargado en las aceras del distrito bagdadí de Karada. Una cultura desaparecía bajo las llamas y a manos de los saqueadores, y otra llegaba en sus embalajes para sustituirlas."
¡La Lucha sigue!