Resumen: En julio de 1960, la Administración de Eisenhower impuso las primeras sanciones económicas contra Cuba con el objetivo de "sembrar el hambre, la desesperación y conseguir el derrocamiento del Gobierno" de Fidel Castro. Washington decidió suspender la cuota de azúcar, privando a Cuba del 80% de los ingresos procedentes de este sector, lo que tuvo como consecuencia radicalizar aún más el curso de la Revolución Cubana. En octubre de 1960, los Estados Unidos agravaron las sanciones y prohibieron todas las exportaciones hacia Cuba, con la excepción de las materias primas alimenticias y los medicamentos, cerrando así las puertas del principal mercado de la isla.
Palabras claves: Cuba, Estados Unidos, sanciones económicas, cuota de azúcar, Fidel Castro
Introducción
En 1960, la Administración de Eisenhower decidió imponer las primeras sanciones económicas contra Cuba, motivadas en apariencia por la adopción de la Ley de Reforma Agraria de 1959 que había afectado los intereses estadounidenses. En realidad, más allá de las pérdidas materiales que se elevaban a 800 millones de dólares, que debían indemnizarse según las declaraciones fiscales hechas por las multinacionales presentes en la isla, Washington temía sobre todo que el resto de América Latina y del Tercer Mundo, confrontado a problemáticas socioeconómicas similares y que aspiraba a una emancipación mayor, siguiera la vía trazada por La Habana y reivindicara a su vez el derecho a gozar de sus recursos naturales y a decidir su propio destino.
Para evitar semejante trastorno geopolítico, la Administración de Eisenhower decidió aplicar drásticas medidas de retorsión económica para "sembrar el hambre, la desesperación y conseguir el derrocamiento del Gobierno"[1]de Fidel Castro, y mostrar así al resto del continente y del mundo el precio a pagar en caso de puesta en tela de juicio del orden establecido. La Revolución Cubana era percibida como el principal peligro para la hegemonía estadounidense en la región a la vez por su radicalidad, la proximidad geográfica de la isla con los Estados Unidos y su economía modesta, su historia de nación largamente colonizada y su condición de república sometida durante cerca de sesenta años a la influencia estadounidense. Si, a pesar de estos obstáculos objetivos, Cuba lograba llevar a cabo su proyecto destinado a disponer de una independencia mayor, el llamado creado por semejante precedente constituiría indudablemente un peligro para los intereses de los Estados Unidos. Washington estaba lúcido al respecto: "Si la Revolución Cubana es un éxito, otros países en América Latina y quizás en otra parte la tomarán como modelo".[2]
En 1959, con las primeras menciones de la reforma agraria, la Administración de Eisenhower empezó a contemplar sanciones para frenar el proyecto de distribución de la tierra a los campesinos. Cuando se adoptó, a pesar de las presiones que ejercían los Estados Unidos, el Departamento de Estado, en colaboración con otros servicios, decidió elaborar un proyecto de sanciones económicas que apuntaban a la primera fuente de ingresos de la isla, el azúcar, con el objetivo declarado de derrocar al Gobierno del Primer Ministro Fidel Castro y poner fin al proceso revolucionario de transformación socioeconómica. En julio de 1960, Washington suspendió la cuota de azúcar, privando a Cuba del 80% de los ingresos procedentes de este sector, lo que tuvo como consecuencia radicalizar aún más el curso de la Revolución Cubana. En octubre de 1960, los Estados Unidos agravaron las sanciones y prohibieron todas las exportaciones a Cuba, con la excepción de las materias primas alimenticias y los medicamentos cuyo comercio estaba protegido por la Convención de Ginebra, cerrando así las puertas del principal mercado de la isla.
Artículo completo: https://journals.openedition.org/amerika/16670
[1]Lester D. Mallory, «Memorandum From the Deputy Assistant Secretary of State for Inter-American Affairs (Mallory) to the Assistant Secretary of State for Inter-American Affairs (Rubottom) », 6 de abril de 1960, Department of State, Central Files, 737.00/4-660. Secret. Foreign Relations of the United States, 1958-1960, p. 885-86.
[2]Owen, «Memorandum of a Conversation, Department of State», 18 de septiembre de 1959. Department of State, Central Files, 611.37/9-1959. Confidential. Foreign Relations of the United States, 1958-1960, p. 603.