Desesperado por conservar su supremacía venida a menos ante el avance de China y la debacle de su “contraofensiva” en Ucrania, Estados Unidos se apresta a lanzar su guerra bacteriológica a través de patógenos infectados con los virus de la hepatitis B, el ébola, el sida, la chikungunya, la malaria, el dengue y las diferentes variantes del SARS. Aparte, ciertamente, de algunos otros virus que la demencia imperial está manipulando con el mal uso de la bio-genética. Todos estos patógenos están siendo, ahora mismo, manipulados en los laboratorios de bio-seguridad estadounidense P3 y P4, repartidos por todo el mundo. Serán aerotransportados con aviones no tripulados a los territorios de los países que no se avienen a la impronta de la decadente democracia USA o que son declarados enemigos, como Rusia, por ejemplo.
Una centena de especies de mosquitos y decenas de especies de garrapatas están listas para ser llevadas a su destino y provocar los genocidios esperados. La OMS culpará a los virus y declarará las pandemias como ocurrió el 2020 con el Covid-19. Cuyos efectos, aunados a los de las vacunas anglosajonas, siguen matando hombres, mujeres y niños en las poblaciones empobrecidas y vulnerables del mundo.
Los laboratorios de bioseguridad de nivel P3 y P4 que suelen identificarse como Centros de Investigación de Sanidad Animal o con nombres parecidos, han sido sucesivamente denunciados por su alta peligrosidad al no contar con los debidos controles de seguridad y supervisión. Se trata de empresas privadas exentas de regulación alguna. Manejan equipos, tecnología e insumos de alta peligrosidad para quienes trabajan en ellas y para las poblaciones donde están funcionando. De los casos de contagios y de muerte de científicos y estudiosos que laboran en este tipo de empresas se tiene escasa o ninguna información.
Los laboratorios de nivel P3 se dedican a diagnósticos clínicos, enseñanza, investigación y producción de patógenos para causar enfermedades letales a través de su propagación por inhalación o exposición.
Los de nivel P4 son de mayor peligrosidad tanto en su funcionamiento como en su producción. Se dedican a la manipulación genética de virus exóticos con enorme capacidad de contagio y de extinción de poblaciones enteras. Su transmisión es por aerosol. No sólo los tiene Estados Unidos sino sus vasallos europeos como Alemania y Francia. También los hay en Canadá, Australia y Japón entre otros.
La manipulación genética de virus letales aptos para las guerras de exterminio masivo que lidera EEUU, así como su transferencia o su compra venta no está prohibida. El llamado Protocolo de Ginebra del 17 de junio de 1925 es, en este sentido, un saludo a la bandera. Recordemos que este Protocolo establecía, con mandato de obligatoriedad, “la prohibición de empleo de medios de guerra bacteriológicos”. Pero como el Protocolo no fue nunca ratificado, los enemigos de la humanidad no se sienten obligados a cumplirlo. Francia, que fue la encargada de asegurar su ratificación es, al contrario, uno de los vasallos USA que más ha contribuido a la compra-venta y uso de virus letales.
Juntos, ahora, amo y vasallos se aprestan a utilizar vehículos aéreos no tripulados para transportar mosquitos infectados. Ya existe una patente de un dron diseñado para este propósito según declaraciones del jefe de las Fuerzas de Defensa Radiológica, Química y Biológica de las FFAA rusas Ígor Kirílov.