La idea de establecimiento de un Nuevo Orden Mundial, al decir de María Cristina Jiménez, desarrollado por la masonería de los elegidos, tiene que ser inscrito como parte esencial del "remozamiento" del capitalismo para la consolidación del neoliberalismo.
El Club Bilderberg, The Council of Foreing Relations (CFR), Skull and Bones, la Mesa Redonda, la Comisión Trilateral, la Mesa Redonda de Industriales, los Peregrinos de la Libertad, son -entre otras- organizaciones en las cuales, y a través de las cuales, se diseña y se controla el devenir del universo. Son los grandes empresarios, los dueños del capital, sobre todo del capital financiero. Son los Grandes Dueños del Mundo, así se autodenominan y como tal actúan.
Sus objetivos son los de establecer "un gobierno mundial en un sistema posnacional carentes de soberanías nacionales. La ONU centralizaría ese poder global, custodiado por el ejército de la OTAN. Una moneda, una religión y una bandera común completan los objetivos a alcanzar por los idealistas del Nuevo Orden Mundial".
Ya que, como señala Carroll Quigley en su obra Tragedy and Hope (Tragedia y Esperanza): "El poder del capitalismo financiero tiene un objetivo trascendental, nada menos que crear un sistema de control financiero mundial en manos privadas, capaz de dominar el sistema político de cada país y la economía del mundo como un todo".
Por lo que, es en este marco, donde debe ubicarse la pretensión estadounidense de dominar el mundo árabe. En su empeño de desconocer que el mundo árabe-islámico constituye un área geopolítica que tiene una identidad histórico-cultural propia, los sectores más conservadores de las potencias capitalistas de occidente, bajo la dirección de los gobiernos supremacistas de Estados Unidos, en su afán de occidentalizar el oriente, han llegado al extremo de plantear una confrontación entre Oriente y Occidente. "Choque de civilizaciones", la ha llamado Samuel Hutington. Quien afirma que las culturas orientales son culturas cerradas y aisladas; por tanto, es una cultura inferior y rechazable. Tesis racista, reforzada por Francis Fukuyama, con sus aseveraciones acerca de la superioridad de la cultura occidental.
Formulaciones conceptuales estas con las cuales se ha pretendido establecer una falsa dicotomía: presentar a occidente (EEUU-UE), como paradigma de la democracia; oriente, como sinónimo de dictadura y opresión. Afirmaciones que, después de los sucesos del 11 de septiembre de 2001, condujeron a una mayor estigmatización (y satanización) del islam. Pero se trata, asimismo, de lograr el control no solo del Medio Oriente, sino de África del Norte, por la importancia geoestratégica que tiene para el mundo capitalista.
Es éste, no otro, el objetivo fundamental que Estados Unidos se propuso lograr a través de la creación del Estado de Israel, en 1948. No hay que olvidar que la conformación del Estado de Israel generó desacuerdos, en algunos países árabes. Por lo que, el objetivo de la guerra que los gobiernos sionistas de Israel han puesto en marcha contra Palestina, no son los de una guerra religiosa, como hicieron creer por muchos años. Sino que, la agresión sionista imperial contra Palestina, es por el control de la región para el resguardo del gran capital de los "dueños del mundo".
Ha sido, precisamente, esta política negadora de la soberanía, de la libertad, de la emancipación y libre determinación la que ha estimulado el surgimiento de los movimientos políticos, religiosos y culturales que, refugiados en el Corán como fuente de inspiración espiritual, exigen hoy el respeto a su identidad cultural y libre determinación como pueblo soberano.
Pues bien, esa pretensión del imperio y sus aliados de occidentalizar el oriente, no ha tenido éxito. Por ello, recurren a la guerra, a la violencia y el terrorismo como praxis política.
