El Esequibo y el nuevo orden mundial

El 26 de octubre del presente año, el presidente de Estados Unidos Joe Biden, le dijo al mundo que: «Vivimos un período de posguerra durante 50 años en el que el mundo funcionaba bastante bien, pero esto, de alguna manera, se quedó sin vapor. Se necesita un nuevo orden mundial».

Obvia el presidente Biden que durante ese tiempo se le hizo creer al mundo que viviríamos en paz. Obvia, que la "Guerra Fría", iniciada en 1948, llegó a su final en 1989. Obvia, deliberadamente, que el sistema capitalista neoliberal vive -desde hace algunas décadas- una profunda crisis estructural que ha trastocado todos los cimientos de la formación social de los países que lo conforman. Obvia, que la profundidad y extensión de la desigualdad actual no tiene precedentes. Obvia, el mandatario imperial, que con la globalización neoliberal se produjo el aniquilamiento del Estado de Bienestar, cuyo mayor ejemplo para su país ha sido la crisis de 2008. Obvia, que las expectativas generadas por el cambio tecnológico antes que contribuir a superar los déficits sociales los han aumentado. Obvia que, con su estrategia, de seguir otorgándole a la guerra, a la violencia y el terrorismo el rol principal en su pretensión hegemónica, es donde con mayor evidencia se demuestra su fracaso. Pero, sobre todo, obvia Biden, que cada día el descontento y la frustración de los ciudadanos a nivel planetario es mayor; y que, son los fundamentos de la modernidad capitalista neoliberal, como forma de organización de la sociedad, la que ha colapsado.

Hoy sabemos que la construcción de otro mundo, de otra modernidad, que coloque al ser humano, al pueblo, como el sujeto de la misma es posible. Y, además de posible, necesaria. Por lo que, los cambios que se están produciendo a nivel planetario, generarán la conformación de un nuevo orden mundial multipolar.

No hay manto que pueda ocultar esa realidad. El orden mundial establecido durante la guerra fría, impuesto por los gobiernos de Estados Unidos y sus "aliados" europeos al "resto" del mundo occidental, ha perdido toda su vigencia y pertinencia. Por lo que, su estrategia geopolítica de recurrir –nuevamente- a las invasiones, golpes de estado, masacres, genocidios, desplazamientos forzosos, poniendo en acción todo su poder bélico, sus "aparatos" de inteligencia, los grandes consorcios mediáticos, demuestran la debilidad en que hoy se encuentra el hegemón imperial.

No logran entender que en el mundo están emergiendo pueblos que quieren construir su propia democracia; que la libertad, la igualdad, la solidaridad, la fraternidad son principios muy caros, por los cuales vale la pena luchar; y, se está luchando.

Saben que vivimos un nuevo tiempo, muy diferente al de los años de la guerra fría. Saben que el establecimiento de un mundo multipolar es una realidad. Que han surgido, y siguen surgiendo economías emergentes cuyo propósito no es el de convertirse en potencias hegemónicas. Saben que este se edifica sobre bases humanísticas de solidaridad, libertad, justicia, fraternidad, cooperación; pero, sobre todo, de paz.

Pero, ante esta realidad, los estrategas del imperio, han llegado a la conclusión de que, la única manera de recuperar su hegemonía, es volviendo a convertir a Latinoamérica y el caribe en su "patio trasero". Y, saben muy bien que -para lograrlo- les resulta indispensable dominar la Patria de Bolívar.

Pues bien, el conflicto planteado por el gobierno títere de Guyana, presidido por Irfaan Ali, sobre la pertenencia del Esequibo, tiene que ser ubicado en el marco de la estrategia imperial del gobierno estadounidense y de los dueños del mundo, para recuperar su hegemonía.

No existe ninguna duda, de que la razón histórica esta de nuestro lado. Pero, la manera como ha sido planteada la controversia por el gobierno guyanes, pone en evidencia que ésta ha escalado en su dimensión. Que ha adquirido un carácter multidimensional. De allí, el acierto del Presidente Nicolás Maduro, de solicitar a la Asamblea Nacional la convocatoria del referéndum consultivo del 3 de diciembre próximo.

Los venezolanos vivimos momentos de decisión y firmeza. Es nuestra existencia como Patria libre y soberana; es nuestra dignidad y el legado heredado de nuestros padres libertadores, de lo que pretenden los dueños del mundo y sus lacayos despojarnos. Impedirlo es tarea de todos.


 



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Nelson Pineda Prada

*Profesor Titular de la Universidad de Los Andes. Historiador. Dr. en Estudios del Desarrollo. Ex-Embajador en Paraguay, la OEA y Costa Rica.

 npinedaprada@gmail.com

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