Desde los tiempos de Juárez y Díaz, (mediados del XIX) todo lo ha decidido el presidente; los demás, todos, se han arrastrado tras él.
1. En el México "presidencialista" nunca ha habido un sistema parlamentario respetable o algún funcionario independiente. En política, como en todas las determinaciones importantes, los empleados obedecen al presidente o se van a la calle. Obvio, los mandatarios, repiten hasta el cansancio que quienes lo apoyan son independientes e inteligentes y quienes lo critican son tontos, de la clase más baja. Los presidentes han sido los caciques, los dictadores, desde los tiempos de Santa Ana, Juárez y Díaz. Hoy lo más descarado y funesto es el fiscal general que nunca ha hecho nada sin las órdenes del presidente. Espero que un día confiese que como las muy puercas "corcholatas", todo se lo debe a López Obrador.
2. La dependencia más descarada y brutal, es la de las fuerzas armadas (ejército, marina, policías, la que llaman guardia nacional) Lo que ha sucedido es que nadie se atreve a hablar contra el presidente porque todos los funcionarios y militares de alto rango se meten a la bolsa –como Ebrard, Monreal. Noroña, etcétera- más de 150 mil pesos al mes sumándoles enormes prestaciones., o sea, más de 20 salarios mínimos de un trabajador, que es de 7, 400 al mes. Pero así ha sido desde que el capitalismo se impuso en México. Desde que el dinero se transformó en el más grande comprador de votos y voluntades. ¿Hay algo más importante que el dinero que todo lo compra? Por eso los políticos en vez de hacer análisis de clase prefieren averiguar "en donde masca la iguana y por qué cojea el buey."
3. En México los políticos se cambian de partido en masa sin tomar en cuenta la clase social a que pertenecen o dicen defender. De pronto los medios de información publican que 1500 electores salen del PRI para ingresar a Morena o 300 de los Obradoristas abandonan Morena para ingresar al PAN. Así, por cientos, se pasan de un partido a otro por disgustos personales o mediante reparto de dinero contante y sonante. El reparto de sobornos, de dinero, entre líderes juega un papel fundamental. Por lo menos en las décadas de los sesenta y setenta se tenía la idea de que el PRI era de centro político, que el PAN de derecha y el PPS lombardista, de centro/izquierda. Esa ubicación desapareció en las políticas de alianza sin principios.
4. Nosotros estuvimos siempre en la dura izquierda marxista que combatió el giro electoralista de 1977. El sector oportunista de la izquierda no electoral se vendió por platones de lentejas que el PRI les ofreció: diputaciones, senadurías, embajadas, subsidios económicos, pago de locales, subsidios de gastos, aparición en televisión, vehículos; a cambio de participar en procesos electorales con las reglas del gobierno en turno. Fue el golpe maestro del PRI contra una izquierda que realizaba manifestaciones y apoyaba y coordinaba huelgas obreras, estudiantiles y de campesinos. Fue el golpe mortal a la pequeña organización espartaquista, a los maoístas, a trotskistas. También otras organizaciones se diluyeron y desaparecieron (como el PCM, PPS, PMT, talamantistas, etcétera, pero para ser diputados, cobrar subsidios, etcétera.
5. El dinero del gobierno y los empresarios lo hace todo y quien no tiene dinero hace el ridículo. Así es el capitalismo: La Sheinbaum tiene al presidente el dinero del Estado, los millones de los empresarios. Posee el dinero para comprar los votos repartiendo regalos, para comprar a los medios de información, para comprar a decenas de miles de activistas, para comprar a dirigentes políticos, para todo tipo de acarreos y organizar las concentraciones que desee. Nada puede descuidar sabiendo que con dinero se compra a todos. La Xóchitl confía en dios, en la suerte y no sé en qué más. Mientras la Xóchitl y sus bobos asesores festejan un buen acto, la Sheinbaum ha hecho más de 20 grandes concentraciones. Con los millones de pesos que le chorrean hasta por los poros. Si Xóchitl no se encabrona y denuncia a fondo todo el mal gobierno, Obrador aplaudirá a rabiar su imposición.
