El rasgo más sobresaliente actualmente de las ideologías políticas en el firmamento occidental, pero sobretodo en España, es que son transversales. No hay ideología que no contenga valores estimables que, para quien a priori está en las antípodas de su pensamiento nuclear, no esté dispuesto a aceptar como parte de la solución deseable, nacional o internacional, para un problema severo social y político... De modo que un ciudadano o ciudadana razonables que presten atención a las prédicas de un partido político que también a priori puede ser su adversario o incluso su enemigo ideológico, han de reconocer que esa ideología, en otras materias inadmisible por su excesivo autoritarismo, por ejemplo, contiene ideas válidas, aceptables e incluso coincidentes con su modo de pensar y de sentir.
Por ejemplo, la ultraderecha representada en el Parlamento Europeo es favorable a dar término a la guerra de Ucrania, en contra de la idea de las izquierdas europeas, de la socialdemocracia y de la ideología conservadora que, espoleadas por el yanqui para "europeizar" el conflicto y no perder o potenciar su predominio en el planeta, intensifican su ayuda armamentística al bando ucraniano incrementando disparatada y neciamente los presupuestos nacionales en perjuicio de otras prioridades, por el contrario justo humanistas.
Por ejemplo, la idea restrictiva, también de la ultraderecha, opuesta a la globalización anglosajona sobre la inmigración, priorizando los derechos básicos de los nacionales sobre el derecho de libre circulación reconocido en su artículo 13º de la Declaración de los derechos universales.
Por ejemplo, sectores significados de la izquierda española más allá de la débil socialdemocracia del psoe, vienen haciendo astillas la causa de la izquierda tradicional de las revoluciones francesa y rusa que desde siempre viene luchando por la república, por aminorar las desigualdades sociales, por la justicia social y por la supresión del privilegio; desplazada dicha causa por el maximalismo obsesivo de la causa de la mujer, en la teoría ya reconocida en las leyes españolas y en la práctica ya lograda en el ámbito laboral y en la relación entre mujer y hombre, incluso sobrepasando la mujer al hombre hasta cohibirlo. Razón por la que, quienes están posicionados en los fundamentos del izquierdismo republicano y marxista, no pueden aceptar semejante extremismo, tanto en la forma como en el fondo. Pues la pretendida igualdad entre el hombre y la mujer, en el día a día, se irá extendiendo hasta consumarse por completo con el paso del tiempo al compás de la evolución progresiva de la mentalidad española (rehén ésta durante siglos de una concepción arcaica y mostrenca del papel de la mujer en sociedad), pero no a golpe de desmesuras y de un estrambote manifiestamente desquiciado que produce el efecto contrario al que se supone pretende ese partido radical feminista...