1. No sé si existe un país en el mundo más corrupto que México. Aunque llevo 64 años leyendo y estudiando críticamente historia y política, de lo único que puedo hablar "con autoridad" -lo que he vivido con pasión, práctica y estudios- es que todos los presidentes de la República y sus gabinetes –después de seis o 12 años de mal gobernar- han salido hinchados (dicen "podridos") de dinero por sus altísimos salarios y negocios que hacen con su poder.
2. El actual presidente, López Obrador, llegó a la presidencia anunciando que cobraría al mes poco más de 100 mil pesos y hoy cobra 200 mil, "libres de polvo y paja"; esto mientras el salario mínimo diario del trabajador es de 207 pesos en 2023 y subió a 248 en 2024, unos 7,900 al mes. ¿Por qué no reducir a 50 mil pesos mensuales los salarios del ejecutivo, legislativo y judicial y al mismo tiempo aumentar a 40 mil el salario de los trabajadores?
3. Denunciar la desigualdad salarial es importante, pero lo que más interesa es conocer el pensamiento ideológico de los gobernantes. Pueden tener muchos títulos o diplomas otorgados por instituciones, pero de nada sirven si no se ponen al servicio del 80 por ciento de la población más jodida. ¿Son 250 mil pobres y miserables que hablan idioma indígena, que siguen en la cárcel después de decenas de años? ¿Cuántos fueron liberados y cuántos siguen hoy en prisión? Estoy seguro que también esto le valió un carajo a AMLO.
4. Yo nunca he pertenecido a un partido electorero ni nunca he votado. Soy anti demócrata porque la democracia siempre ha sido el gobierno de los ricos que se opone a la igualdad y sólo defiende (EEUU, México, Israel, Francia, Inglaterra, España, etcétera) la llamada libertad de los negocios de los ricos. Los tontos cuando votan quieren más democracia, más opresión; Decía Marx: "votan por un nuevo amo" por un nuevo opresor. Los que pensamos no queremos un nuevo opresor, sino queremos una igualdad verdadera.