Recientemente el medio de comunicación alemán DW publicó un reportaje en el que se informa acerca de las exportaciones de agrotóxicos prohibidos que realiza la Unión Europea hacia América Latina. Como principales países exportadores figuran Italia, Alemania, Países Bajos, Bélgica, Francia y España, y como países importadores destacan Brasil, Argentina y Paraguay.
Este es un tema que tiene implicaciones geopolíticas importantes, porque en esta relación comercial los países europeos obtienen cuantiosos beneficios financieros, mientras que los países latinoamericanos se ven perjudicados por el daño que los agrotóxicos provocan al ambiente en general y a la salud humana.
Resulta contradictoria esta perniciosa relación comercial, porque los países europeos antes mencionados y otros más, como parte de su política exterior, financian a organizaciones no gubernamentales (ONG) "ambientalistas" que operan en territorios latinoamericanos y que desarrollan programas de "protección" a los bosques, la fauna y la biodiversidad en general, mientras que por otra parte exportan agrotóxicos prohibidos que inundan los campos de siembra.
Ya está suficientemente investigado y documentado el efecto que sobre el suelo, las aguas, el aire, la biodiversidad y la salud humana tienen los agrotóxicos en general. Los resultados de muestras de orina y el análisis de alimentos agrícolas están revelando presencia de restos de agrotóxicos. No importa si se es agricultor, o se vive en las inmediaciones de los campos de siembra, o incluso en la ciudad. Los restos de agrotóxicos ya son ubicuos.
Sin duda que en los tiempos por venir este es un asunto que tiene que ser tomado más en cuenta, a la hora de hablar de las relaciones Unión Europea-América Latina, porque ya son bien conocidas las retahílas de observaciones y recomendaciones que en materia de democracia y derechos humanos han venido marcando dichas relaciones.