Es increíble que los poderes fácticos, los poderes de hecho y entre ellos el judicial y a su servicio el policial, sigan trastornados por la fijación de convertir en un delito extraordinario de gravedad extrema el simulacro de referéndum que hicieron los catalanes; un referéndum incluso aconsejado por Rajoy a Zapatero en sede parlamentaria cuando éste gobernaba, es de suponer que basado en el artículo 149-32º de la Constitución que prevé consultas populares vía referéndum que nunca se han hecho en España desde su promulgación, pese a que los gobernantes se lo han pedido muchas veces al gobierno de turno, sin recibir respuesta alguna.. Que nunca se han hecho pese a que este caso, el del sondeo de la población favorable y no favorable a la independencia de Catalunya era, y sigue siendo, el más apropiado para una consulta popular como un zapato de talla 42 lo es para un pie de la misma talla…
Lo he dicho mil veces y escrito decenas de veces. A mí, como ciudadano español que soy, me avergüenza este modo primario, medieval, cavernario, de haber procedido la justicia española al frente de quienes estaban entonces en el Tribunal Constitucional y Tribunal Supremo, y, por lo que veo, también ahora, condenando a penas gravísimas a políticos catalanes por un hecho que en cualquier otra nación europea hubiera sido sencillamente anecdótico. Por más que me esfuerzo en comprenderlo como jurista, no lo consigo. Sólo viendo a gentes de mentalidad típicamente franquista son capaces de semejante barbaridad. Ahora el empecinamiento se prolonga de una manera igualmente nauseabunda deteniendo a dos mossos acusados (a saber con qué clase de pruebas pues el descrédito, para mis entendederas, de todos cuantos participan de este tipo linchamiento, es absoluto) de haber colaborado en el encubrimiento del ex president Puigdemont, que vino a Cataluña desde Europa y se ha vuelto a marchar... El colmo del atraso político e ideológico del cuerpo judicial español, en línea con los partidos ultraderechistas y franquistas, más que fascistas, es una invitación, qué digo, una incitación a qué millones de españoles que no hemos perdido la cabeza, les dediquemos todo nuestro desprecio y lamentemos profundamente que los europeos en general, aunque diplomáticamente se callen, nos califiquen para sus adentros como a buen seguro consideran a estos jueces, políticos y policías instalados todavía en la Caverna…