En varias ocasiones hemos hecho referencia a la palabra geopolítica para expresar las rivalidades de poder en el territorio, que surgen por la confrontación entre grupos humanos que tienen diferentes visiones con respecto a lo que debe ocurrir en determinado territorio. Esas rivalidades tienen diferentes niveles de intensidad, que pueden ir desde una simple discusión verbal, hasta el uso de recursos jurídicos, económicos, tecnológicos o militares.
Se puede decir que la condición de rivalidad es una constante en la relación entre grupos humanos. La humanidad toda existe en medio de rivalidades permanentes. Todos los seres humanos somos partícipes de ellas, independientemente de que seamos conscientes o no de tal situación. De repente, un grupo humano puede verse involucrado en una situación de rivalidad, sin saber exactamente la causa de ello.
Cuando las rivalidades pasan a ser gestionadas o conducidas por grupos humanos organizados, que se traducen luego en organizaciones, entonces se entra en un nivel de conocimiento respecto a lo que está ocurriendo. Se comienzan a utilizar tácticas, estrategias y recursos varios para el logro de determinados objetivos de conquista, defensa, control o utilización de un territorio.
La dimensión de un territorio por el cual se rivaliza puede ir desde una remota aldea, pasando por un país, un continente, hasta el mundo todo. Lo que ocurra a nivel de aldea, puede impactar en el resto de las otras escalas territoriales, y viceversa.
Si bien es cierto que los Estados siguen siendo la referencia más importante desde el punto de vista político-territorial, no es menos cierto que el surgimiento del Internet y el ciberespacio han provocado una dinámica disruptiva en la relación entre grupos humanos, toda vez que desde cualquier punto del territorio-mundo se puede influir sobre los habitantes de una aldea, un país, un continente o el mundo todo. La geopolítica se ha homogeneizado.