La patología de Borrell

Borrell, en castellano tiene resonancias de burro aunque no signifique eso. A mí nunca me impresionaron los cargos de ninguna clase, y menos los de carácter político, y mucho menos los de política internacional. Pero tampoco los titulados, los licenciados, los doctores… y menos los galardonados, los premiados, los enaltecidos, los que se presentan como excelentes y quienes deciden destacarles de distintas maneras. Precisamente, salvo las excepciones con las que es preciso contar en todo, a menudo los personajes cuya talla, cuya importancia personal creativa, está basada en la creación de un producto de cualquiera de los premios Nobel o de las mil Fundaciones o similares, son elegidos por camarillas impersonales, son los que menos lo merecen. Pero ¿cómo va a ser completa y superior la labor de un Nobel de Economía, por ejemplo, si se tienen en cuenta las irrefutables reflexiones de Carlos Marx en su grandiosa obra que, con Engels, construyó el pensamiento y la práctica del socialismo real, el comunismo, como también los padres de la Iglesia? Nobel era multimillonario y es imposible que, enriquecida considerablemente una persona, piense más allá del pre-juicio, el suyo y los prejuicios numerosos penetrados en la sociedad occidental. Es más, los premios Nobel de literatura juzgados no por la inmediatez si no por el tiempo, suelen ser muy mediocres. Los premios Nobel de la Paz, se dan a personajes canallas, como Kissinger que fue el autor intelectual del asesinato de Allende en Chile y de la dictadura de Pinochet. Y en España, en la mayoría de los casos de premiados o galardonados como sea, siempre han sido personajes miserables. Aquí tenemos, además, una universidad que se ha dedicado mucho tiempo (y dudo que no siga siendo ésa su tarea) a dar diplomas, títulos, másters y licenciaturas a verdaderos obtusos, cuyo mérito es habilidad en el hablar, y en hablar como un predicador del mal. Eso, aparte su cinismo superlativo combinado con una hipocresía también superlativa, en el campo de la política…

Borrell es un producto comercial, más allá de su listeza. La Economía que sabe, conoce y maneja está construida sobre las mismas bases en todas las universidades occidentales. Me da asco, pues la economía, hacer economía, es una tarea sencilla. En realidad, consiste simplemente en manejar un libro contable de Debe y Haber. El resto de los estudios en esa disciplina, la macroeconomía, por ejemplo, está dedicado a las finanzas, a la ingeniería y tortuosidades del dinero que no es papel moneda. También, a la trampa tributaria, aunque esta funcionalidad se solapa en la enseñanza académica. En la asignatura de Economía política, para nada se tiene en cuenta como asunto principal, las "prioridades" del gasto. Y sin embargo es primordial. Me refiero al problema que vemos quienes ni "somos" del sistema, ni lo compartimos, pese a vivir en él. Y el problema es, por qué en las naciones de la democracia burguesa se destinan al eufemismo llamado "Defensa", en todos los Presupuestos del Estado, año tras año, sumas fabulosas, y a otros fines nobles, cifras irrisorias, pese a no haber amenaza alguna ni a corto ni a largo plazo. Esto no lo explica la carrera universitaria de Economía. Esto, fundamental, no es objeto de su estudio. Esto se deja para la Política y sus infinitas maniobras que ocultan la verdadera naturaleza de la Economía académica…

Borrell sólo funciona, como todos los gobernantes y políticos necios occidentales, con arreglo a la acostumbrada visión muy estrecha de las relaciones internacionales por quienes no son propiamente estadistas. Y Borrell, es evidente que es cualquier cosa menos eso. Su retahíla de acusaciones al gobierno venezolano y a Maduro concretamente, sus declaraciones en una cadena privada de televisión española propicia para sus desvaríos maliciosos, oportunistas, con cifras y datos que no se sabe de dónde los saca, y sobre todo, afirmando, sin prueba alguna, que ocho millones de venezolanos han "huido" de su país, o que hay 2.000 personas detenidas "arbitrariamente", sin entrar en los motivos del por qué fueron detenidas, es propio del talante de un miserable. Sus declaraciones son infames. Ni en el resto de Europa se habla así.

Pero es que decir, en una entrevista que le hace una periodista de su misma ralea, que no va a cuestionar ninguna de sus palabras ni a ponerle en un aprieto, que Maduro es un dictador pese a haber sido elegido por un procedimiento democrático, tan falso o tan real como el aplicado para las elecciones en España, es otra afrenta. Y su insistencia en el asunto, una infamia propia de quien no tiene otra cosa que decir y hacer que arremeter contra otras naciones y sus gobernantes, porque le han lavado el cerebro los neoliberales capitalistas. Pero no me escandalizo. España nunca ha sabido relacionarse diplomáticamente con las naciones de América Latina. Pues, o las desprecia como, sin pudor, así se lo manifestó Aznar a Chávez, o las ignora. Lo que provoca que las naciones latinoamericanas en general, y no digamos ahora los venezolanos, aún los bien nacidos, con toda su razón han de detestar, como yo, a esta España hermosísima en su Naturaleza y habitada por una población afable como en pocas, pero históricamente incorregible. De ahí le viene a Borrell, pese a ser de origen catalán, su inteligencia patológica…



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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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