Toby Valderrama, con sus cuatro u ocho manos o como dos o cuatro personajes que escriben y cantan, pero no al alimón, porque esta circunstancia implica hacerlo coordinadamente y hasta de manera presencial, como cantar, recitar o discursear, de la misma manera que en 1933, en Buenos Aires, Pablo Neruda y García Lorca, pronunciaron un discurso mediante ese recurso, dedicado a ponderar o honrar la memoria de Rubén Darío, ha afirmado que, "Por eso entramos en un periodo de golpe de Estado. Esa solución está en el aire, todos la presienten, y se preparan. El golpe es el nuevo escenario de la batalla entre el Socialismo, el chavismo, enfrentado a la restauración capitalista".
https://www.aporrea.org/ideologia/a334474.html
Y lo anterior lo fundamenta, diciendo "Fracasados el gobierno y la oposición gringa en el intento de reconstruir la forma política de la dominación capitalista, fracasados en implantar la democracia burguesa, el capitalismo busca formas violentas para restablecer, estabilizar, la dominación ya lograda en lo económico".
Pero, pese tal diagnóstico que, pudiera en este momento tener mucho fundamento, pese parezca extraño decirlo, dado el enorme descontento que existe en el movimiento popular, la aparición de hondas diferencias entre quienes tienen sobrados motivos para estar unidos y el interés de ciertos factores internos y EE UU, dado el panorama mundial y el problema energético, el Toby insiste, pese a tanta gente que escribe su columna, en el garrafal error de diagnosticar la conflictividad existente en Venezuela como lucha entre "el socialismo" que asocia a lo que llama "el chavismo" y unas fuerzas interesadas en la "restauración del capitalismo". Según eso todavía queda algo de socialismo, lo que pudiera ser como decían nuestros viejos, "por allí hay unas semillas regadas", algo se reviste a espera que caiga el agua.
De toda esa conflictividad es evidente, lo que salta a la vista no necesita anteojos, que algunos gestos, decisiones y discursos de Chávez, pusieron a las fuerzas del capital y, especialmente al estadounidense, en movimiento y disposición de defenestrarlo, lo que incluyó de todo, hasta unas sanciones de carácter económico que hicieron retroceder al estadio de unas cuantas décadas atrás. Pero a eso, no fue ajeno, las malas decisiones de Rafael Ramírez en materia petrolera, como lo han demostrado los expertos pertinentes; decisiones que implicaron el cierre de una buena cantidad de pozos estratégicos de petróleo liviano y la destrucción de las instalaciones pertinentes por darle prioridad en lo inmediato a la Faja Petrolífera del Orinoco, sueños que, los gringos, cuando lo creyeron pertinente, tumbaron con el fracking, para bajar el precio del petróleo y convertir al producto de aquella en algo muy caro y nada competitivo en lo inmediato.
Pero es falso que esta diatriba nuestra de ahora, esté centrada en "reconstruir el capitalismo" en Venezuela, si en él hemos estado inmerso todo el tiempo, nunca nos hemos salido ni una ñinga; pues esas decisiones de capitalismo de Estado, muchas de ellas parecidas a las tomadas por CAP, en su primer gobierno, nada se asocian al socialismo.
A su parecer, el Toby y sus cuatro u ocho manos, aquí hubo un socialismo, no un simple sueño y unos discursos que de eso hablaban; una definición nebulosa de "Socialismo del siglo XXI", parodiando a Heinz Dieterich, sino algo real, material, unas relaciones de ese carácter y hasta con enorme peso como para pensar que aún existen o "algo que por allí", aunque disolviéndose o siendo disueltas. En el trabajo al cual dirige el link arriba puesto, concluye que "En este escenario final de confrontación, aparece la opción del golpe capitalista, es la última carta contra el Socialismo".
En verdad, uno se decepciona y hasta se queda como con el bate al hombro, esperando un lanzamiento que no llega, como que el gobierno reaccione y comience a tomar medidas, no que "retorne al socialismo", como ilusa o infantilmente diga Toby Valderrama, con sus 8 manos, sino algo más sencillo, práctico y realizable, como mejorar las condiciones de vida de la gente trabajadora, empezando por los salarios y el retorno de los servicios de salud.
Y está decepción, pese nuestra buena fe, aumenta, se enfatiza, dado que nada se asoma ni se anuncia, pese unos cuantos días atrás, Jesús Farías dijo ""Vamos a seguir insistiendo en el tema del salario. Mejorar los ingresos de los trabajadores que han sido duramente golpeados por un bloqueo que ha resultado ser criminal". Y luego agregó, dejándonos la esperanza que vendría en lo inmediato un cambio de actitud, "«Ahora con la capacidad que tenemos nosotros de generar ingresos hemos podido impactar positivamente a través de bonos. Pero eso no es una política a largo plazo, es algo extraordinario que se ajusta a condiciones extremas; y ya se están generando las condiciones para nosotros volver a lo que reivindicamos siempre que es la dignificación de los trabajadores y el incremento de los salarios». https://notizulia.net/diputado-jesus-faria-dice-que-se-estan-generando-las-condiciones-para-un-aumento-de-sueldo/
Pero hoy Domingo, al levantarme leo, unas declaraciones del reciente renombrado Ministro de Educación, Héctor Rodríguez, quien vuelve a ese cargo, pese en la oportunidad anterior no dejó motivo alguno para que educadores, educandos y la educación, por él sufrieran de nostalgia por su ida o ausencia, donde lo que ofrece son formas de crédito a los docentes, acordadas con instituciones bancarias, pese debe saber que, por el salario precario, el docente que se enrede en un préstamo no tendría cómo pagarlo. ¡Si lo sabré yo! Y esto es un indicio que, por lo menos por ahora, pese la emergencia que vivimos y lo dicho por Farías, el ansiado aumento de salario sigue estando en "el baúl de los recuerdos", de las ofertas pendientes en el colgadera hasta que se diluyan. Y conste que, eludimos el tema educativo en sí, por saber que, el personaje, nada tiene en la bola, sin dejar de asombrarnos como nuestros gobiernos poco interés prestan al tema educativo, lo que se evidencia, al poner en ese ministerio, una tras otro, a personajes que nada saben de eso.
A nadie, por muy comprometido, interesado o simple soñador que sea, de esos partidarios del gobierno o deseosos que éste recapacite, haga cambios urgentes en muchas cosas, sabiendo que por la polarización, de haberse producido cambio, lo que nos esperaría sería un neoliberalismo por convicción, razones o intereses de clase y no resultado de presiones e incapacidad y falta de respaldo para dar respuestas competentes; uno a quien le es desconocido e indiferente que, entre el movimiento popular, trabajadores, empobrecida clase, antes llamada media, el descontento aumente cada día más; y esto sigue aconteciendo, pese sea verdadero, dentro de la confusión existente, que Maduro fue reelecto presidente.
Pudiera ser cierto el discurso, el diagnóstico, según el cual, la aplastante mayoría de los venezolanos perdió interés por la política y los políticos; por eso le da igual lo que, de ahora en adelante, pudiera suceder. Y siendo esto cierto, una de las cosas que pudiera y debiera importarle es que aquí se produzca un golpe de Estado. Y no es descartable que tal opción, manejada por EEUU y sus aliados desde el año 2000, se produzca, dado la creciente debilidad y aislamiento del gobierno. Tanto que hasta gobiernos como los de Lula y Petro, por los malos diagnósticos de estos o las malas informaciones que llegan a la altura del poder, se están distanciando en demasía del venezolano.
Uno observa, con extrañeza, como los gobernantes antes mencionados, están asesorados por personajes que hablan, opinan, con demasiada indisposición, como si lejos de responder con pertinencia a los presidentes a los cuales sirven, lo hiciesen a otros entes extraños. Hace horas, Celso Amorín, asesor de Lula ha declarado "«Al día de hoy, no veo a Lula yendo a la toma de posesión de Maduro". No se trata de una posición tomada por el presidente sino de algo que informa por su cuenta y revela su deseo. Pero no se quedó en eso, abundó diciendo "Brasil no va a romper relaciones con Venezuela. Las relaciones son con el Estado". «Prefiero no adjetivar».
Es decir, para Amorín, Brasil mantiene relaciones con el Estado, el ente legal, jurídico, más no con Maduro y agrega lo de "Prefiero no adjetivar", porque antes a éste, ha calificado de dictador. De la misma manera suele hablar el canciller colombiano.
Por eso, nosotros hemos hablado de un "cambio de timón" y urgente, en las políticas gubernamentales, usando de otra manera una frase de Chávez, dándole contenido o poniendo carne dentro de la arepa, como asumir con pertinencia, seriedad y franqueza, los problemas que agobian a los venezolanos, siendo el salario uno de los primordiales y pensar en la formación de un frente gubernamental, con nuevos factores que garanticen esos cambios y amplíen su base de sustento. Se trata de un frente contra las agresiones imperiales, lo que incluye la amenaza de un golpe de Estado, que pudiera derivar en una dictadura que, como la de Pinochet, "no deje a nadie con hueso sano". Es decir, uno que someta, a todos los factores democráticos y progresistas, a la ilegalidad y la persecución. No es con dádivas y esas ofertas de créditos a manera generar vanas ilusiones, tal como un prestidigitador, de las que habla Héctor Rodríguez, como se podría recuperar el entusiasmo y respaldo popular.
De esto, antes he hablado en trabajos como:
1.- "Volviendo con el salario. No nos hagamos los locos, él pesa mucho más de lo que muchos creen".
https://www.aporrea.org/internacionales/a333750.html
2.- "Francisco Torrealba y los llamados al diálogo. Un gobierno y política emergentes contra la agresión externa."
3.- "Las agresiones imperiales. La más amplia unidad popular, progresista y los salarios." https://www.aporrea.org/internacionales/a334465.html
Y en esto, el peligro del golpe de Estado, no que desbarate el socialismo, como discurre el Toby, viendo lo inexistente o el dibujo de una realidad muy caprichosa, con fines que sólo él y sus otras cuatro manos saben, corremos el peligro de caer en una dictadura, tal como conviene al capital externo y factores interesados para apropiarse de nuestros recursos, en medio de un mundo convulsionado, inmerso en la lucha por la multipolaridad o la hegemonía. Salida, por cierto, donde los ejecutores y sus mentores, terminan llevándose en los cachos hasta a quienes, en el bando civil y creyentes, esperan una mejor opción, tal como le pasó a Eduardo Frei Montalva, del partido socialcristiano de Chile, con el golpe de Pinochet.