A diferencia de muchos que piensan en las buenas intenciones del reelecto presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, que va acabar con las guerras y que su gobierno será garantía de paz mundial, yo pienso todo lo contrario, que va a incentivar invasiones, que va a vender armas y repuestos para mantener operativos a sus "Soldier Fortune", es decir a los ejércitos de mercenarios que hacen de las suyas por el mundo entero y que en Venezuela ha quedado demostrada sus acciones criminales tanto en la incursión por Macuto, como por la neutralización de tres drones con carga explosiva en instantes que el presidente Nicolás Maduro ofrecía su salutación un 4 de agosto con motivo de la creación de la Guardia Nacional y en el caso de la población de Macuto, gracias al arrojo de unos pescadores y la rápida respuesta de equipos antiterrorista del gobierno bolivariano, pudieron atrapar dos gringos y dar de baja al sociópata Oscar Pérez y a su secuaz llamado pantera. Asi que a mí entender y los antecedentes de Trump, su presencia en la Casa Blanca no es garantía de un mundo pluripolar, multipolar y muchos menos de respeto a la soberanía y autodeterminación de los pueblos. La única manera que yo le de la bendición a su mandato es que él, el 21 de enero del 2025, un día después de asumir la primera magistratura le diga al gobierno sionista, invasor y asesino de Benjamin Neitanyau -Israel- que detenga el bombardeo y baño de sangre que mantiene desde hace años sobre Palestina y en la que han muerto millones de personas entre niños, adolescentes, mujeres, mujeres embarazadas, hombres, adultos mayores y ha acabado con escuelas, hospitales e instalaciones de servicios públicos como acueductos, electricidad y comunicaciones. Si en verdad Trump no es guerrerista como dice ser, debe obligar a Volodimir Zelemsky, que ha asesinado a su propia gente solo por tener raíces rusas, que detenga la invasión y los ataques contra el pueblo ruso y contra el presidente Vladimir Putin. Es más, si Trump quiere en verdad dar una muestra de buena fe, debe limpiar esa imagen del "gendarme necesario" que tiene y ha tenido los Estados Unidos de hace siglos por el solo hecho que su política exterior, las grandes corporaciones, la Reserva Federal y el 1% de las familias más ricas son las fijan los parámetros de la sociedad en la que quieren vivir.
