Negar o no darse por enterado que Venezuela ha entrado en una etapa de "guerra" total, es mantener un velo ante los ojos.
Día, a día, ante los inmerecidos y constantes ataques que el país sufre, sobre todo por el asedio que mantiene sobre el territorio las políticas coercitivas del imperio, la nación está llamada a crear todo un aparataje, cuanto antes, para evitar que sucumba la República.
Es evidente y notorio que este último planteamiento es lo que desea Washington, que obliga a los propios países de Latinoamérica que arremeta, también, en contra de nuestra nación.
Lo más repugnante de todo, es que la "Casa blanca" cuenta también con el apoyo del fascismo que encarna la extrema derecha venezolana, que no se cansa de pedir mayores sanciones, que se arrecie el bloqueo y alienta ademas una invasión.
Pero más allá de las políticas coercitivas que el imperio ha diseñado en procura que el gobierno venezolano sucumba, y con ello lograr el traste de la Revolución Bolivariana, están tambien las acciones directas que se han venido emprendiendo para asesinar al presidente Nicolás Maduro, junto a sus principales colaboradores.
Sumado a todo esto, hay que incluir como hecho de gran importancia, el grave daño que se le viene haciendo a las instalaciones petroleras del país, al Sistema Eléctrico Nacional y lo que es peor a los propios Centros de Salud, incluyendo otras instituciones públicas de importancia del Estado.
Y el más reciente, el incendio provocado al Gasoducto del Complejo Operativo Muscar, ubicado en el municipio Ezequiel Zamora, en el estado Monagas, que ha dejado sin gas a más de medio país, quien sabe hasta cuando.
Es decir, Venezuela viene asediada por sus cuatro costados, todo porque un reducido grupo de dirigentes de la oposición extremista desean conquistar el poder, así sea a la fuerza.
Hemos podido ver, hace solo unas horas atrás, que la Asamblea Nacional(AN) se propone aprobar una ley que inhabilita, de por vida, al que atente contra el país.
Esta ley llevará por nombre "Ley especial Simón Bolívar" que establecerá inhabilitación política a "perpetuidad" para los que hayan cometido actos graves contra la República, como pedir más sanciones, tal cual lo manifestaron algunos actores de la ultraderecha.
Ahora bien, se entiende que la intención de aprobar esta ley no es mala, pero si creemos que a estás alturas solo se constituye en un elemento más para tratar de neutralizar a esos opositores antipatriotas, pero en el fondo será casi nula e ineficaz, para hacer que esa oposición sin recato cambie su manera de hacer política.
El cerco contra Venezuela, vemos, se estrecha cada día más.
Si bien el presidente Maduro ha llamado a fortalecer la paz en el país, es necesario asumir nuevas acciones más contundentes, tal cual las asumió el Libertador Simón Bolívar, cuando se vió en la necesidad de promover el "Decretó de guerra a muerte", para enfrentar a las tropas españolas que estaban ganadas a impedir que nuestra nación lograra la libertad y su independencia.
Siempre hemos asumido una conducta contraria o en rechazo a los hechos violentos, por ello cada vez que podamos alentaremos la paz, pero tal como marchan las cosas creemos que a Venezuela le llegó el momento de aplicar la ley marcial, que es distinta a la pena de muerte.
Recordemos que está cuestionada ley la impone a su antojo los propios Estados Unidos, sin que nadie pueda impedirlo.
Aquí vale recordar la frase reciente que dijo el presidente de la AN, Jorge Rodríguez:
¡Ya está bueno, que se vayan y se queden en Washington o España!, cuando se refirió a los más extremistas de la oposición.
Veamos la génesis de la ley marcial.
"Es un estatuto de excepción de aplicación de las normas legales ordinarias, mediante el cual se otorgan facultades extraordinarias a las Fuerzas Armadas o a la policía en cuanto a la administración de jurisdicción y resguardo del orden público, de seguridad o defensa del Estado, que incluye sofocar rebeliones".
"La ley marcial se impone cuando es necesario apoyar las actividades de autoridades (Jefe de Estado) y organizaciones militares".
"Esto ocurre cuando hay necesidades calificadas como "urgentes", en las cuales las instituciones ordinarias de justicia no funcionan o se estiman lentas o débiles para mantener el control de la nueva situación".
"La meta de la ley marcial es preservar el orden durante una emergencia".
"En general la ley marcial implica una limitación y suspensión de algunos de los derechos que el ordenamiento garantiza al individuo, además de aplicar procesos sumarios en los juicios y castigos severos más allá de los que se imponen en situaciones normales".
"En muchos casos de la ley marcial se impone la pena de muerte y son los tribunales militares los llamados a ejercer la ley marcial".
Ante esta nueva entrega, no dejarán de surgir, con sobrada razón, comprensibles críticas en torno a esta temeraria propuesta, pero necesaria por demás para consolidar el orden y la paz en el país, quizas, de manera definitiva.
Finalmente nos asaltan las siguientes preguntas:
¿Realmente Venezuela está en plena calma?
¿Podemos pensar que todo marcha bien y hay completo orden?
¿Hay o no hay riesgos o razones de peso para pensar que se pueda perder la República?
¿Se teme o no que el próximo 10E ocurra un estallido social en el país, una vez que asuma el Presidente?
Ante estas interrogantes, es preciso definir si es necesario o no que se aplique la ley marcial, con la clara intencion de neutralizar el fascismo y así evitar un derramamiento de sangre, que es lo que la extrema derecha quiere, para darle paso a una intervencion armada desde el imperio.
Entre tanto, amigo lector, usted que piensa.
Para rematar, ahora el país sufre la carencia del gas doméstico, debido a la acción delictiva y criminal que procura que el gobierno fracase y que el pueblo sufra las peores consecuencias.
Pero insistimos, aquí se piensa o se da a entender que todo está bien. Que no pasa nada.
Lo peor es que la nación en pleno conoce perfectamente las caras de los responsables directos de la crisis, pero no hay detenidos aún, ni mucho menos culpables de esta reprochable situación, que está destruyendo a la República y al propio núcleo de las mismas familias venezolanas.