La destrucción del Estado sirio y sustitución por uno de "exterroristas", refleja el triunfo de la retrasada primavera árabe de la primera década del siglo XXI; solamente que en esta revolución rosa participaron turcos, rusos, iraníes y gringos. Unos permitiendo los cambios bajo ciertos pactos y otros desencadenando un trabajo de zapa de muchos años y mucho dinero.
La caída en trece días de lo que había costado trece años en sostenerse, es una manifestación obvia, de que, para rusos y persas, el poder político de Basahar Al Assad estaba acabado.
En esa situación cuenta la dispersión ideológica de la población siria en muchos partidos políticos opositores a Al Assad, la vulneración de la cohesión interna del ejército propiciada por le entrega que Washington ejecutó en 2023 de mil millones de dólares al gobierno de Siria, la preparación ininterrumpida de las fuerzas militares terroristas pro turcas, pro yanquis y la planificada estrategia expansionista sionista-norteamericana para controlar la región.
Como todos podían ver, ahí iba el asesino en la calle con el cuchillo en la mano anunciando que va a matar al panadero y nadie hizo nada para evitarlo.
En esos términos, Siria ya no era importante para preservarla como aliado, para salvar la dignidad era urgente salir a tiempo de ese escenario del crimen: llegaron a Damasco los terroristas, maquillados, bien rasurados, armados y dirigidos por gringos y turcos. El ejército sirio depuso las armas, los partidos políticos opositores celebraron la huida de Al Assad, Israel destruyó el poder militar sirio a bombazos y los políticos sirios dieron la bienvenida al nuevo régimen. Siria se acabó.
Ahora, Siria es la de las 3 estrellas: Turquía, Washington e Israel, los salafistas son los empleados gubernamentales y los títeres políticos bien pagados, de estos imperialistas. La resistencia islámica no ha perdido mucho, pero los refugiados de las agresiones a Palestina y Líbano, sí.
Los salafistas son los lacayos del imperialismo, ahora convertidos en fiscales, jueces, ministros, etc. Las cosas no han cambiado mucho para la resistencia, el camino de Soleimani siempre fue difícil.