Algunas preguntas son necesarias para entender el conflicto en Siria. Quizás una de las más importantes es por qué un país con unas fuerzas armadas de más de 300 mil hombres, demasiados experimentados en tantos años de guerra, desaparezcan de la noche a la mañana y dejen solo a Bashar Al Assad. Es obvio que muchos de los altos oficiales que dirigían ese ejército, finalmente, fueron penetrados y comprados por el Big Brother.
Pero quizás lo más trascendental es que el último país del panarabismo, al que el padre de Al Assad circundaba, por sus buenas relaciones con el máximo líder de ese movimiento árabe, Gamal Abdel Nasser, acaba de caer y entra en la centrífuga de la planificación del Big Brother, de los países que están destinados a desaparecer como Estado, pero que sus riquezas vayan a las arcas del imperio que está desesperado por encontrar recursos donde quiera que los haya. Y para ello, acaban de pactar con uno de los máximos asesinos de los grupos terroristas, Abu Mohammed al Golani, por quien ofrecieron una recompensa de 10 millones de dólares, hasta no hace mucho, y ahora le acaban de lavar la cara para convertirlo en un jefe del Estado.
Siria tiene como destino la desintegración como nación, tal como hicieron con la antigua Yugoslavia una vez muerto Josef Broz Tito, que al final se convirtió en siete países, o como le ocurrió a Libia, a la que no solo robaron, sino que después de muerto Gadafi, el país no existe en términos reales; como no existe Irak que fue desintegrado, luego de matar a un millón de personas tras derrocar el régimen de Hussein. De una vez, Israel tomó los Altos del Golán y dentro de poco lo llenará de colonos, región considerada una de las más estratégicas, desde donde se puede observar hasta a 60 kilómetros de distancia.
El nuevo poder en Siria está distribuido en ocho grupos distintos que tienen serias diferencias entre sí, y es muy seguro que en cualquier momento se caigan a tiros entre ellos. Pero por ahora, ya comenzaron los asesinatos indiscriminados, las decapitaciones, las ejecuciones públicas, las torturas y una larga cadena de violaciones a los derechos humanos. Y al final ese financiamiento y esa decisión del Big Brother para sacar a Al Assad del poder, se le convertirá en una espada de Damocles. Aunque nadie evitará el derrame de sangre que ya comenzó en esa sufrida nación. Pobre pueblo sirio.