España vive en la ignorancia, y esa ignorancia la pagará cara un día. España ha abierto las puertas del Sur de par en par, y por ellas llegará la invasión.
Cuando el sultanato de Marruecos aún no era independiente (es decir, antes de 1956), en el país moro ya había nacionalistas. El nacionalismo marroquí más peligroso para los intereses de España tal vez sea el de tipo imperialista: "El Gran Marruecos" es la construcción surgida de la cabeza tórrida de un tal Allal al-Fassi (1910-1974), personaje siniestro muy cercano al sultán padre del actual, teórico salafista que es, por así decir, una cruda versión integrista del islam.
Al Fassi es el inspirador de esos mapas anexionistas e imperialistas ante los cuales gozan posar Zapatero, Sánchez y cuantos traidores en España han sido. Entre los territorios coloreados por la marroquinidad figuran el Sahara Occidental, antigua provincia española, Ceuta y Melilla, ciudades ya europeas (de España, de Portugal) antes de que existiera ninguna entidad política marroquí, así como peñones e islotes del norte de África -de soberanía nuestra, todavía- así como amplios territorios de Mauritania, Mali, Argelia, etc. Como ven, todo un imperio. Con los dedos cruzados, los dirigentes españoles se contentan con que no figuren de manera oficial en dichos mapas las Islas Canarias o partes de la propia Andalucía.
Es significativo reparar en que para los socialistas (verbi gratia traidores) españoles "el concepto de nación es discutido y discutible", y, sin embargo, el nacionalismo marroquí -escrito con sangre y con tintes imperialistas- no es para nada discutido, sino que más bien les resulta indiscutible. España mantiene diversos efectivos militares en el Este de Europa, lugar en donde nada se le ha perdido, pero el control de su flanco meridional y del estrecho que comunica el Atlántico con el Mediterráneo ha sido entregado de facto al país moro.
El sultanato alauita es responsable de la muerte y sufrimiento de miles de españoles antes y después de su independencia formal en 1956. Es un tipo de entidad que no ha contribuido en nada a la historia de la humanidad. Su pueblo, vive mantenido en el atraso y la corrupción por parte de sus élites y es empleado como bomba humana para el chantaje de Europa. El majzén es el entramado mafioso-tribal-cortesano que gobierna un narcoestado que ha manifestado ser de enorme utilidad a los intereses de los EUA y de Israel. El epicentro de ese majzén es el propio sultán. Este hombre, Mohammed VI, posee 5.000 millones de dólares, 600 coches de lujo, al menos doce palacios y dos aviones privados… Por supuesto, gran parte de sus súbditos jóvenes reciben una educación gratuita en España, y sus familias acceden a numerosas ventajas económicas pagadas por los impuestos de los españoles. El patrimonio de su monarca no está para esos menesteres. A cambio, miles de chicos españoles han caído en la drogadicción gracias a los buenos oficios de camellos hispano-moros. De ahí que ese sultanato deba ser calificado de narcoestado.
El antecesor en el trono, Hassan II, arrebató a España la provincia del Sahara Occidental (1975). Fue tratado el rey moro como "primo" por nuestro "Emérito", Juan Carlos de Borbón, no obstante, el robo y el deshonor que a España y a su Ejército le cupo vivir. El rey de España y sus fuerzas armadas habían jurado defender la soberanía de sus territorios, y de sus gentes: en su defensa estaba comprendida la de los nativos saharauis quienes eran, a todos los efectos, españoles en aquel entonces (año 1975).
Un dato poco conocido es que el sultanato magrebí mantuvo conexiones secretas con el Estado de Israel desde la misma existencia del Estado judío, en 1948. En cuanto se creo el reino alauita -1956- este Estado sirvió como caballo de Troya entre los países árabes. El monarca moro permitió desde muy temprana fecha la existencia de espías del Mossad destinados a desmantelar toda clase de iniciativas árabes o panarabistas que pudieran oponerse a los intereses sionistas. La colaboración quizá estuvo facilitada por la existencia, desde antiguo, de importantes comunidades hebreas en Marruecos. Lo más inquietante viene ahora: con la iniciativa de Donald Trump, en su primer mandato, las relaciones entre el estado moro -deseoso de convertirse en el Gran Marruecos, esto es, un Imperio norteafricano "atlantista" y la Entidad Sionista ya son oficiales y abiertas, e incluyen, que se sepa, intercambios militares. Los judíos de la Entidad Sionista son muy buenos en la fabricación de software militar, drones, programas para el espionaje, etc. que ya han sido proporcionados a los marroquís.
En España es un secreto a voces que todas las fuerzas políticas están siendo espiadas, voluntaria o inconscientemente, por los marroquís y que éstos, a su vez, cuentan con una importante ayuda sionista. En Madrid, lo mismo que en Bruselas, opera un importante lobby marroquí que hace que se tomen decisiones favorables económica y políticamente a Rabat. Toda la eurocracia es un gigantesco harén, y las furcias de la partitocracia reciben su tajada traicionando a los países que dicen representar, y es sabido que hay mucha furcia española en su clase política, untada por ese lobby. Los extraños casos de los móviles de Pedro Sánchez o de las amigas marroquís de líderes podemistas, en los cuales el programa Pegasus u otros similares, tienen su protagonismo, no son casos tranquilizadores.
Ahora que nos acercamos al segundo mandato de Trump, y cabe pensar en un reforzamiento de la entente sionista-alauita. La proyección territorial de un Gran Marruecos armado hasta los dientes, con beneplácito judío, yanqui y galo, es tremenda. El Gran Israel, al otro extremo del Mediterráneo, requiere del Gran Marruecos en este extremo de este mismo mar cuasi cerrado. Es el pulmón de oxígeno que necesita la Entidad Sionista en caso de ser amordazada al oriente, en el avispero en donde ha sido colocada en su mismo e injustificado origen en 1948. El Gran Marruecos puede ser el instrumento yanqui-galo-sionista de recuperación de todo lo perdido en el Sahel, y de reconexión del Estado judío con territorios occidentales que le sean propicios.
E
s evidente que España, aun siendo miembro de la OTAN, perrito faldero y sumiso del poder globalista (u otanista), ya no pinta nada, y es tratada como una potencia de tercer o cuarto orden. Es el monigote a sacrificar ante un nuevo halcón que los sionistas cristianos (EUA) y lo sionistas judíos (Israel) consideran mucho más desinhibido, audaz y exento de contradicciones. El actor marroquí es perfecto para seguir desuniendo a los árabes y para poner la mano en el cuello de un país europeo como España que, al decir de Kissinger, si fuera fuerte sería peligrosa.