Guantánamo: la cárcel de Trump

¡Perdónalo Señor que no sabe lo que hace! Y el que la hace la paga y sino la paga también, reza un aguinaldo decembrino con el carnaval bien cerca.

Trump no quiere a Cuba. Pero quiere a Guantánamo como el porvenir de sus malignos sueños y, lo más triste soñar despierto con tal arrogancia que la vida de otros no corre por su sangre y, tal es su malicia que lo cubre de fama como la decepción que no deja de ser y si Fidel estuviera vivo se lo comiera en vida como el miserable que se esconde dentro de sí. Fantasías de un desespero con fanfarrias de porvenir incierto que algún día lo dejará exhausto de fama inverosímil.

Se acuerdan de aquellos tiempos de viaje hoy y pague mañana -ironías de un pasado que no volverá- aunque te pinten pajaritos preñados de ideales difícil de entender. Pero hay un algo en sí que los pone al descubierto que con guerras o sin guerras siempre existirá el soldado desconocido que arderá en sus propias cenizas y, la primicia es que los cobardes mueren por su propio encanto y, más temprano que tarde no habrá sombra que los reconozca y lo encomiable es que la lucha continúa y, los desplantes también. Lo que ha de ser ha sí será porque está escrito por el destino que marca la ruta de los años y conforme se gana también se pierde y, siempre hay que dar la cara que la vergüenza es moneda de doble filo y callar es terrible y, el hombre siempre despierta.

Pasan los años y siempre los recuerdos malos y buenos atraen como eso de lleve tres en vez de dos y, eso atraía, sobraban los compradores que se dirigían a Miami en busca de un compartir. Fueron tiempos de atracción por una acción que tenía su reacción dentro de un pueblo noble que no supo o no le enseñaron a sembrar el petróleo, porque el pueblo ardía en bonanza y el ir y venir le convenía. Quizás soltar una canita al aire y quién se iba a imaginar que tanto el derroche como la corrupción nos iba a embargar de atípicos sinsabores y, además los malos gobiernos crecieron a la sombra de las inquietudes placenteras con un socialismo que murió al nacer tal como Chávez murió en la tristeza y trotó más de lo que pudo y nos dejo a la buena de dios y la soberanía se envuelve de valentía, solo eso.

Quien iba a imaginar que hombres y mujeres sin incluir niños que forjaron la ilusión de vivir para trabajar por su porvenir y el de los suyos a expensas de ellos: hoy día estén fuera de los Estados Unidos por el solo hecho de ser inmigrantes desconocidos -sin moral ni luces- pagando una condena en Guantánamo por el solo delito de subsistir a base de trabajo y como la maldad es parte de la vida se pierde todo y, manos arriba y encadenados de pies y manos eructan la sensación de no ser nadie. Seres indignos sin porvenir, fieras de un circo romano o, fariseos de un magnate que se hace el poseedor de la maldad que pervierte al inocente por atreverse a soñar en un país que brillaba en libertad y, que ahora lo explotan de rabia y la miseria humana hace de las suyas.

Guantánamo se ha convertido en la cárcel de muchos de los pobres miserables que llegaron a los Estados Unidos un día, sudados de esperanza en busca de convivencia que, sin recibir una pizca de cultura ni beneficio alguno que ensanchara su personalidad: volcaron sus ánimos por ser uno más del gran sueño americano, ahora padecen de la peor calamidad que ser humano alguno puede imaginar.

Paz al que paz merece y piedad para el opresor para que mitigue su odio de cancerbero maldito que, la paz y el orden algún día prevalecerán en la conciencia del pueblo americano que con un Trump como presidente, se les ha convertido en el mayor depredador de la dignidad del mundo.

Ellos hacen y deshacen y quien quita que, algún día sean juzgado con la misma vara de la igualdad.

Esteban Rojas



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Esteban Rojas


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