1.- Desde su independencia en 1776 la derecha -que es egoísta, racista aunque devota- controla con absoluto éxito político, económico y militar, a USA. Ha participado en cuanta guerra, provocada o no por ella, se dio en cualquier parte del mundo, nunca en su territorio -su guerra de secesión la provocó una docena de hacendados esclavistas-. El capitalismo siempre se ha beneficiado de esos conflictos, sin que la destrucción y muerte lo conduela. Son hijos putativos de Europa, el otro lado del llamado "Occidente", donde sus pueblos siempre han sido invasores o invadidos en razón de devociones supremacistas. Hace 85 años Alemania atacó e incendió a todos sus vecinos, arrasando buena parte de la Unión Soviética e intentando desaparecer el tribalismo religioso judaísta. No logró esto último, pero sí desaparecer a la izquierda europea. Los últimos rebeldes fueron los estudiantes del "Mayo francés". Ahora, después de estos éxitos, la conjunción disyuntiva étnico-religiosa sionista se ha propuesto occidentalizar al Medio Oriente. Es la nueva versión, ahora exitosa, de las antiguas cruzadas o más bien del blitzkrieg alemán.
2.- Todo lo anterior ha tenido enormes consecuencias para las naciones que dependían y aún dependen de ese occidente apabullante. Latinoamérica y África son golpeadas miserablemente por la devoción egoísta y racista ya mencionada. Tanto han saqueado sus riquezas que dejó de ser gozoso para los nativos adoradores de ese "primer mundo". Sin embargo, a la hegemonía occidental se le están desbaratando sus soldaduras. Lo vemos en los óxidos que muestran sus dirigentes: la disrupción del orden mundial que ellos mismos han impuesto, la agresión a convenios y soberanías y la naturalización de aquello que no lo es. No creo necesario explicar cada una de estas formas corrosivas. Es suficiente con verlos y oírlos. Trump y Netanyahu mandan la inteligencia al carajo y manotean a sus marionetas: Scholz, Macron, Sánchez, Zalensky y el vergonzoso gobierno de Bruselas, mientras soban sus traseros. No hay audio para los gritos palestinos exterminados frente al ruin silencio de los gobernantes árabes, incluyendo al infeliz Mahmoud Abbas. No hay razón para asombrarnos que surjan los Miley, Novoa y Bukele, arriando sus banderas nacionales, mientras los estúpidos Boric, Lula, Petro y el uruguayo que se le acaba de incorporar, desconocen a Cuba y golpean a Venezuela. En la superación de esta trágica comedia, solo Putin y Xi Jimping, parecieran alcanzar un nivel esperanzador para los pueblos insumisos.