Armarse para la guerra

Dicen los entendidos que como el imperio ha abandonado a su suerte a las colonias europeas, porque no sueltan la pasta para sostener el aparato bélico destinado a la defensa de los intereses hegemónicos, que se las arreglen ellos solos, por si vienen los malos y las devoran. Esto último suena a cuento infantil, pero más o menos así están las cosas, que se sirven empaquetadas con la correspondiente etiqueta de propaganda a la ciudadanía. Lo curioso es que muchos se lo creen, aunque el que más o el que menos de tonto no tenga un pelo o haya superado la edad de la inocencia. La hipótesis de volver a la barbarie para defenderse puede parecer apropiado para algunos, pero a menudo suele suceder que no hay tan defensa en la escena y en realidad, por unos u otros motivos, la cosa apunta no a la defensa, sino al ataque o, si se quiere, a la guerra.

Suena a paradoja en la era del progreso, con sus progresistas políticos de pega y el progreso real entregado a la tecnología, que se hable de retornar a la época de los guerreros, cuando todo se ventilaba a golpe de espada y donde la bestialidad venía a llevarse por delante los derechos, la vida y el bienestar de las gentes, junto con la parafernalia jurídica del momento. Los usuarios del poder de ahora juegan con ventaja, ya que no necesitan dominar el manejo de la espada, cualquiera pude apretar el botón de un instrumento de guerra sentado en su casa —como en el teletrabajo— , en este caso, para cobrarse vidas humanas. A tenor del panorama que se ofrece, sería razonable que los jerarcas de turno, en vez de embarcar a las gentes para que quemen sus vidas en la guerra, bajaran ellos mismos a la arena —al estilo de los viejos guerreros troyanos—, en cuanto son los grandes beneficiados, y dejaran en paz a las gentes. Sin embargo, las elites guerreras actuales, es decir, los que promueven y animan a la guerra practicando el discursos para la ocasión, que no llegan ni a ser patrióticos como antes sucedía, se quedan a cobijo bien guardados y envían a sus siervos democráticos al matadero y los que sobrevivan les entregan forzosamente el producto de sus ahorros

Algunos considerarían razonable lo de armarse para defenderse de agresiones ilegítimas si realmente existieran y cuando se hubiera agotado el espíritu negociador, pero la idea que ronda ya no es solamente animar a la guerra de otros enviando material armamentístico con cargo al bolsillo del contribuyente. Ahora se trata de ir más allá, armarse para la guerra. En tal caso, no hay justificación racional posible. Aparcando las creencias y la ingenuidad, ambas servidas a raudales para adormecer a las gentes, baste señalar, a propósito del tema, algo básico como es que la tenencia del dinero hoy es la que determina la fuerza dominante, por eso el asunto hay que contemplarlo desde esta panorámica. Lo de armarse es otra forma de ganar más dinero para determinados sectores de la economía, tal como señalan abiertamente las Bolsas de Valores, y nada más. Necesitan fabricar ingenios bélicos para enriquecer a unos y dar mayor gloria al capitalismo dominante. En todo caso, pueden utilizarlos entre ellos mismos, como se adelantaba, y no emplearlos para matar personas y destruir sus bienes, es decir, que no se atrincheren en sus lujosos despachos y bajen a la arena, luchen entre ellos y el que gane se lleve la pasta del otro, pero dejen en paz las vidas y las haciendas de los demás. Los discursos, junto con los ornamentos habituales de los que hoy se nutre la política en este punto, solo permiten intentar justificar lo injustificable, o sea, el propósito de retornar a la bestialidad de tiempos pasados y poner fin del progreso humano, todo por dinero y poder.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 396 veces.



Antonio Lorca Siero

Escritor y ensayista. Jurista de profesión. Doctor en Derecho y Licenciado en Filosofía. Articulista crítico sobre temas políticos, económicos y sociales. Autor de más de una veintena de libros, entre los que pueden citarse: Aspectos de la crisis del Estado de Derecho (1994), Las Cortes Constituyentes y la Constitución de 1869 (1995), El capitalismo como ideología (2016) o El totalitarismo capitalista (2019).

 anmalosi@hotmail.es

Visite el perfil de Antonio Lorca Siero para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Antonio Lorca Siero

Antonio Lorca Siero

Más artículos de este autor